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«La reciente invasión de Ucrania por parte de Rusia ha desatado una serie de efectos negativos que se han extendido mucho más allá de las fronteras de ambos países. Además de la pérdida de vidas humanas y el desplazamiento forzoso de una parte de ... la población ucraniana hacia países vecinos, la invasión ha desencadenado también una serie de efectos económicos cuyo alcance se extiende a sociedades que, pese a encontrarse geográficamente alejadas del conflicto, están sufriendo desde hace semanas las consecuencias». Así comienza un estudio reciente del Observatorio del Laboratorio de Análisis Económico Regional (Regiolab) de la Universidad de Oviedo que se centra en el impacto que algunas de las derivadas del conflicto bélico, como la subida disparada del precio de los carburantes, están teniendo en las autonomías españolas.
Desde el punto de vista de la actividad de Cantabria, malas noticias. La comunidad autónoma es una de las más afectadas por el incremento desmesurado del coste del diésel y de la gasolina, ahora ligeramente suavizado por la bonificación implementada por el Gobierno central gracias a la cual se descuentan 20 céntimos por litro (quince con cargo a la Administración y los cinco restantes por cuenta de las operadoras).
En cifras, el mencionado aumento tiene un efecto contagio en el resto de la cadena de actividad, hasta el punto de que según los investigadores asturianos los costes de producción regionales han crecido un 3,63% a raíz de la guerra en el este de Europa. Esta tasa sitúa a Cantabria como la sexta comunidad más golpeada por la escalada inflacionista en este apartado en particular, por detrás de Navarra (3,72%), Galicia (3,83%), Castilla y León (4,14%), Asturias (4,74%) y País Vasco (4,9%). Como referencia, la media nacional se ubica en el 3,07%.
A juicio de los investigadores, puede «definirse un claro patrón geográfico en el que la actividad de las regiones de la Cornisa Cantábrica se ve más fuertemente golpeada por este alza de los precios de la energía importada, mientras que las regiones del sur de España registran incrementos en sus costes claramente por debajo de la media nacional. Estas diferencias geográficas responden principalmente a las respectivas estructuras productivas de estas economías, estando las correspondientes al norte de España mucho más especializadas en actividades industriales».
La influencia del encarecimiento del petróleo y el gas natural no es homogénea. En el diagnóstico de Regiolab se recoge que la rama de productos químicos y combustibles es la más perjudicada, con un incremento de costes estimado del 21%. Le sigue, aunque a considerable distancia, la industria energética, con un alza del 12%. En el extremo opuesto de la escala, las actividades ligadas a los servicios serían las que soportarían crecimientos más moderados en sus costes de explotación, pero con incrementos muy superiores a los del promedio español del sector.
El documento abunda en el 'efecto cascada' de impactos encadenados, capaz de multiplicar las repercusiones en todas las direcciones. Como lo que se encarece es el precio de «productos que se emplean en todas las actividades productivas», el incremento de su importe afecta directamente al coste de producir bienes y servicios. Esta subida se traslada a su vez «a los precios de estos bienes», lo que de vuelta genera «una nueva ronda de efectos alcistas sobre los costes al emplearse estos productos como factores de producción en otras actividades». Un círculo vicioso, en definitiva.
Evidentemente, el último estadio del proceso es la economía doméstica. El aumento del coste de vida para una pareja con un hijo aumenta un 4,18%. Con dos vástagos, un 3,92%.
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