Las proyecciones estadísticas dibujan una comunidad más envejecida y menos poblada en los próximos años, pero esa tendencia tiene cada vez mayor reflejo en las cifras del presente. ¿Qué hacer ante el reto demográfico? ¿Traerá oportunidades?
«Y ahora, a envejecer bien como el jerez», escribe Gloria Fuertes en un poema. Pero, ¿qué ocurre si el envejecimiento es generalizado? ¿ ... Y si es tan generalizado que a diez años vista los mayores de 65 años triplicarán a los más jóvenes de la pirámide de población? ¿Y si la silueta de esa pirámide se vuelve definitivamente una seta de sombrero ancho? ¿Sabrá la sociedad envejecer bien?
«El futuro demográfico de Cantabria en buena medida está escrito», recoge la 'Estrategia frente al reto demográfico 2019-2025', un documento elaborado por técnicos y expertos del Gobierno y de la Universidad de Cantabria, como Pedro Reques o Montserrat Cabré, para contextualizar esta transformación, para aportar cifras y análisis científico a lo que ya empieza a ser una postal recurrente: parques, calles, transportes y servicios transitados en su mayoría por personas mayores, quizá ya jubiladas o a punto de hacerlo, quizá parte de la 'cuarta edad'. El futuro demográfico que dibuja esa estrategia está atravesado por saldos negativos de población -en los próximos 15 años, de hasta 43.190 habitantes en el peor caso-; por hogares menos habitados; por un incremento de la proporción de la población adulta o anciana -hasta 10 puntos porcentuales-; por unos Índices de Dependencia y de Mayores al alza... Es un futuro habitado por menos gente y más vieja.
Cantabria no vive una situación anómala en el contexto nacional, europeo incluso, pero el impacto de la transformación demográfica es y será distinto según el territorio. La comunidad estará, si se cumplen las proyecciones demográficas, menos poblada y más envejecida que otras de su entorno. Un ejemplo: la natalidad en Cantabria cae progresivamente desde hace una década, algo que no ocurre ni en País Vasco ni en Navarra, donde la tendencia es contraria, «incluso, a pesar de la crisis económica de 2008», se detalla en el informe de la UC y el Gobierno.
Los datos más llamativos
Saldo poblacional.
-2.288 personas, en negativo, resultó el saldo vegetativo en Cantabria en 2018, a razón de 6.093 defunciones y 3.805 nacimientos.
Longevidad.
83,3 años es la media de edad en Cantabria. La esperanza de vida se ha incrementado 2,4 años por década en la comunidad.
Mayores.
21,4% del censo tiene ahora más de 65 años –frente al 17,3% con menos de 20–. Lamasón es el municipio con más población mayor, un 41%.
Educación.
17,4% niños por clase es el ratio en Infantil (algo más bajo del nacional). Este año se matricularon 558 alumnos menos en esta etapa.
Fecundidad.
1,12 es el número de hijos por mujer en Cantabria, solo por encima de Galicia, Asturias y Canarias. El mínimo histórico fue 0,92 en 1995.
Educación.
1.200 alumnos menos se han matriculado este curso en Infantil y Primaria en centros públicos y concertados, según la estimación de Educación.
Pérdida.
11.286 habitantes ha perdido Cantabria en una década. Solo los extranjeros inscritos en el censo (+735 personas en 2018) levantan la población.
Proyección.
171.000 personas, aproximadamente, tendrán 65 o más años en 2033 en Cantabria. Son casi el triple que la población menor de 15 años.
Dentro de los límites territoriales cántabros, el cambio es ya irregular: afecta distinto a los núcleos del interior que a los costeros, a las ciudades medianas que a las pequeñas, a Santander que al arco de la Bahía. En las zonas rurales, el envejecimiento y la pérdida de población -conceptos como la 'España vacía' o 'vaciada' han irrumpido en el debate público y empiezan a empujar políticas concretas- es una letanía queda, casi muda, a la que no se ha prestado atención o se ha hecho de forma condescendiente. En Cantabria, las comarcas del sur sufren con más violencia los efectos de la despoblación, el envejecimiento y la desatención, aunque no solo. En agosto, la consultora Stratego, interpretando datos del INE, hacía una relectura del contexto rural, y Luena o Valdeolea destacaban por haberse quedado en un tercio de su padrón desde comienzos de siglo, y Lamasón parpadeaba en el mapa como el municipio más envejecido, con un 41,11% de sus habitantes con más de 65 años. Y hay lugares como Cieza, Escalante, Santiurde de Toranzo, Rasines -y así hasta 23 municipios-, donde son más los jubilados que los afiliados a la Seguridad Social. Todo eso agrieta el territorio cántabro.
En términos generales, el futuro demográfico se proyecta a partir del estancamiento estadístico del presente: la fecundidad y los nacimientos caen y la esperanza de vida y las defunciones crecen -o se mantienen-, lo que no permite saldos de población positivos. En 2018, el resultado de restar nacimientos y muertes en Cantabria fue de -2.288 personas, según el INE. En la 'Estrategia 2019-2025' también se cruzan datos del INE con los del Icane o el padrón, y se esbozan escenarios más o menos pesimistas. Es importante, señalan los expertos, contemplar que si bien hay tendencias, la población no es un objeto de estudio estático. En cualquier caso, en las estampas futuras hay coincidencias, entre ellas, «el avance del proceso de envejecimiento actualmente instalado en la comunidad». El análisis más duro apunta a que en 2031 habrá unos 158.500 cántabros de más de 65 años, y esta cifra triplicará a la de los menores de 15. Atendiendo a la proyección de Eurostat, la UE vivirá un proceso similar y los mayores serán el 52% de la población de la zona euro en 2070.
En los colegios cántabros reverberan desde hace unos años estas macroestadísticas y caen las matriculaciones en los estadios iniciales de la educación. Este año, hay 558 alumnos menos en las clases de Infantil de los centros públicos, y 260 menos en Primaria. Si a este balance se añaden las cifras de los concertados, la diferencia respecto al curso pasado se eleva a unos 1.200, según la estimación de la Consejería. Respecto al número de aulas, el impacto ha sido menor: diez unidades en Infantil y cinco en Primaria, es decir, se han mantenido clases muy por debajo de la ratio para garantizar que se cubran necesidades educativas especiales o singularidades geográficas o socioeconómicas. En Educación temen que las matriculaciones en Infantil y Primaria sigan cayendo, y que, en 2 o 3 años, la caída llegue a Secundaria.
Que los jóvenes migren también contribuye al envejecimiento, y esto significa una «pérdida de población por razones socioeconómicas». Desde 2008, las migraciones, en Cantabria y en términos generales, se acercan a cero o son negativas. Solo el censo elude la matemática y ofrece cifras en positivo: en 2018 sumó 735 residentes, todos extranjeros llegados a la comunidad.
Homenaje a María Lobo, de la Asociación de Mayores Amigos de la Ciencia, tras cumplir 100 años.
J.Cotera
Fecundidad: la clave
La lectura demográfica no está completa sin la natalidad o la fecundidad. Cantabria tiene un indicador sintético de fecundidad bajo: 1,12 hijos por mujer (la media española es 1,25), un número que es un espejo donde ver qué tanto envejece una sociedad. En la 'Estrategia 2019-2025' se avisa, en este sentido, de una tendencia y de una singularidad: «[...] en España se ha producido un proceso espacio-temporal de caída de la fecundidad que se ha acelerado en las últimas dos décadas. En este contexto, Cantabria es la única comunidad cuya fecundidad muestra valores constantemente decrecientes desde 2008».
UGT y CC OO recuerdan que incentivar la natalidad pasa por la corresponsabilidad en el cuidado y crianza, y por acciones articuladas. Fomentarla es una urgencia, comienza Rosa Mantecón, secretaria de Políticas Sociales de CC OO, y «la única forma de hacerlo es facilitando a las familias jóvenes estabilidad y seguridad. Eso se consigue con empleos fijos y de calidad», añade, y establece varias dianas: promocionar los servicios de cuidado de la infancia y las escuelas infantiles públicas (0 y 3 años); crear y equiparar permisos para una «mayor conciliación y corresponsabilidad», y aplicar políticas de igualdad en lo empresarial. Asunción Villalba, secretaria de Igualdad y Protección Social de UGT, comparte la idea. «Las políticas de natalidad y su eficacia tienen que incluir necesariamente una corresponsabilidad de empresas, progenitores y administraciones públicas», expone. La primera clave es promover un «reparto equitativo en el esfuerzo y el tiempo en el cuidado a los menores que libere a las mujeres de obstáculos indiscutiblemente decisivos para que tengamos una tasa de natalidad baja»; la segunda es el «cambio en la mentalidad machista».
La natalidad es, por tanto, clave. La 'Estrategia 2019-2025' lo contextualiza: «Es necesario insistir en este hecho: el envejecimiento demográfico en Cantabria aparece más ligado a la natalidad -y más esencialmente a la fecundidad- que a la mortalidad. Mientras que la mortalidad tiende a estabilizarse en torno al valor de 10 por mil habitantes, la natalidad no cesa en su tendencia a la baja». La inmigración extranjera, añade, ha logrado tirar un poco de estos indicadores en los últimos 20 años, pero, si Cantabria, desde 1981, ha dejado de asegurarse el reemplazo generacional, ¿qué estrategias hay que aplicar? ¿Qué pasos dar para envejecer bien, como decía Gloria Fuertes?
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