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Porque los envases son demasiado grandes, porque compramos con los ojos, por los excedentes y la manera de producción… la crisis aquí parece pasar de lado. Lo cierto es que en España se desperdician al año 7,7 millones de toneladas de alimentos y ... entre un 30% y un 50% de los comestibles acaban desechados. Son datos del propio Ministerio de Agricultura (Magrama), en cuyos foros de debate sobre este asunto se advierte de que la mayoría de ellos, el 80%, se tiran a la basura en los hogares tal cual se han comprado. El consumidor final no es el único responsable, también la cadena de producción y distribución y los hábitos de consumo inducidos o impuestos.
En Cantabria, el Gobierno regional se han puesto como meta luchar contra ese despilfarro. La medida nació dentro del Plan de Emergencia Social Cantabria 2016-2017, aprobado por la consejería que dirige Eva Díaz Tezanos, pero en su recorrido ha cogido su propia entidad más allá de la batalla contra las consecuencias de la crisis económica. El Plan Contra el Despilfarro Alimentario tiene ya ocho propuestas de medidas concretas y la idea es aplicarlo de forma piloto en un municipio de Cantabria a lo largo de este año. En el proceso se ha implicado a consumidores, hostelería, productores, fabricantes distribuidores y hasta empresas y organismos del Gobierno que trabajan con alimentos, como Cantur o MARE. Se trata de trabajar con la donación de excedentes, las iniciativas colaborativas, la responsabilidad social de las empresas, los ‘ugly food’ -esas manzanas o tomates desechados solo porque no son bonitos- la colaboración con los bancos de alimentos, la adaptación de los envases a las necesidades reales o las ‘Happy Hour’, productos aún validos, con fechas próximas a caducar en los que se reduce el precio, explica la directora de Política Social, Ana Isabel Méndez, que también se refiere al diseño de rutas contra el despilfarro o poner precio a tu propio despilfarro.
Frutas, verduras y pan fresco son los alimentos más desechados, según los datos del debate multisectorial realizado el año pasado en España y organizdo por la OCU, y representan el 48,1% del volumen total de lo que se tira. De toda la cadena alimentaria es en las casas donde se producen la mayoría de desperdicios: 1.325,9 millones de kilos de comida al año acaban en la basura de los hogares españoles. En los hogares, el desperdicio alimentario alcanza el 42% del total, en la fase de fabricación el 39%, en la restauración el 14% y en la distribución el 5%.
El programa de la Dirección General de Política Social ya tiene una propuesta compuesta por ocho medidas, que es el que se aplicará de forma experimental en ese municipio una vez trabajado con todos los sectores públicos y privados implicados, según destaca su responsable Ana Isabel Méndez.
Las ocho medidas del plan pasan por el aprovechamiento de los excendentes a través de canales de distribución basados en donación y un selló que designa a esa empresa o productor como donante; promoción del conocimiento de canales cortos de distribución y comercialización que potencien el kilómetro 0 (comprar cosas cercanas) a través de web , feria o mercadillos, de forma que se acorte la cadena de valor; crear una red de distribución de alimentos excedentarios, desde el origen hasta donde son necesarios; normas de abastecimiento y recuperación, una guía para los productores y empresas que ayuden a abastecerse adecuadamente, saber qué hacer con los excedentes o como confeccionar un menú para que no sobre alimentos.
El plan plantea también un análisis y ajuste de las raciones en colegios, hostelería y supermercados; talleres de capacitación y concienciación contra el despilfarro y herramientas de equivalencia del despilfarro en el horas: es decir, si tiras dos tomates cuanto CO2 has desperdiciado y cuantos euros has perdido.
La Dirección de Política Social también plantea la elaboración de un mapa o ruta contra el despilfarro alimentario, desde la recogida de alimentos sobrantes, a la mejora de la responsabilidad social corporativa.
En la redacción de este plan y en el proceso de preparación ha participado el Grupo de Investigación de Gestión Económica para el Desarrollo Sostenible del Sector Primario de la Universidad de Cantabria. En una primera etapa se estudiaron mas de 171 medidas -110 de ellas internacionales- y se elaboró una guía con todas ellas. Tras esto se abrió un proceso participativo con agentes eocnómicos, pubñicos y privados, y se identificaron las oportunidades y problemas. Elisa Baraibas y María Odriozola, integrantes del equipo de la UC, se destacan el amplio consenso existente sobre la necesidad de actuar contra este despilfarro. En esta fase se trabajó con varias consejerías implicadas directamente: Industria, medio ambiente, agricultura, turismo, comercio o empresas públicas como Mare y Cantur, en las que ya se han desarrollados iniciativas piloto sobre la forma y tamaño de los envases o el diseño de los menús. Ambas resaltan también la existencia de muchas iniciativas anónimas en este sentido, pero admiten que «no es una labor sencilla y que este tipo de proyectos requieren de un largo plazo para trabajar en concienciación e implicación».
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