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Es mediodía y los alrededores del Centro Botín son un ir y venir de paseantes. El tiempo acompaña: hace sol y una temperatura agradable, después de que el nordeste fresco de los días anteriores haya aflojado. El cielo está azul y por la bahía ... en calma navegan los barquitos, así que el panorama desde la terraza es bien bonito. Hasta allí han subido Patricia Varela y Sergio Morales, una pareja de Valladolid encantada de estar en Santander. «El plan es pasear por la bahía, que es una de las más bonitas de Europa. Tenemos intención de coger el Regina, pasear un poco por Somo y comer allí». Para hoy, el plan será hacer una ruta por la zona del Asón. «Pasear, tranquilidad, comer... sobre todo descansar y desconectar del trabajo. Esto es una maravilla», resumen.
No hace falta caminar mucho para encontrar más visitantes. A Joana Coll y Alba Escarré les delatan las conchas que cuelgan de sus mochilas: peregrinas. Sacarán billete para que las crucen hasta el Puntal, ahora que vuelve a haber servicio. «Justo hoy hemos terminado; hemos hecho unas cinco etapas, de Bilbao a aquí y muy bien: estamos enamoradas del Camino, es el primer tramo que hacemos y volveremos».
Han pasado la noche en el albergue de Güemes, la Cabaña del Abuelo Peuto, donde cuentan que había medio centenar de peregrinos, a pesar de que no se han encontrado con demasiada gente en su caminata por la ruta del Norte a Santiago. «A nivel de provincia es precioso: los paisajes que hemos ido viendo... ha sido un camino muy costero y nos ha gustado mucho la costa». Será una jornada de descanso para sus pies, con un poco de playa, antes de coger el avión de vuelta a Barcelona.
Son cuatro pasos antes de encontrarse con Hugo Alfonso y Bego García, de San Sebastián, que están tomándose algo en la terraza junto a la taquilla de las pedreñeras. «Venimos de un viaje largo y hemos aparecido por aquí de visita; nos vamos hoy. Ayer fuimos a La Magdalena, comimos en Caballerizas y luego estuvimos en el parque, porque estábamos con más familia y tenían hijos pequeños. Hemos estado en el mercado, hemos visto las procesiones...».
Viniendo de una ciudad tan bonita podrían tener un ojo más crítico, pero todo son alabanzas: «¿La parte buena? La ubicación, el sol, el paseo este, lo cuidado y limpio que está todo... y los precios. Viviendo en Donosti, esto es mucho más barato. Siempre venimos encantados».
Natalia Conde ha llegado de Pamplona para visitar a la familia. «Como hace bueno busco planes para hacer con niños -lleva a un chaval en brazos-: visitar el Centro Botín, los columpios... probablemente demos un paseo en barco, me voy a subir al autobús turístico, y la idea también es ir al palacio de La Magdalena y al parque de las tirolinas».
Acaba de hablar con Lourdes González, informadora del bus turístico. Dice que ya se nota movimiento, «visitantes recién llegados que todavía están planificando». Calcula que por la tarde empezará lo bueno. «Después de comer ya tienen hechos sus planes y vienen a tropel. Y muy bien: hay buenas expectativas y como parece que va a haber buen tiempo, eso es garantía de éxito en Santander».
Alberto Pérez y Marta Gayá acaban de salir de la Oficina Municipal de Turismo. ¿Su programa? Cabárceno, Centro Botín, Sardinero... así hasta el lunes, cuando regresen a Palma de Mallorca. Pero, ¿qué puede buscar aquí alguien que vive en ese edén? «Santander y Cantabria tienen mucho atractivo. Tenéis una cosa estupenda: el aeropuerto pequeñito, transporte rápido y cómodo, los paseos preciosos, limpios... Nosotros venimos de un lugar maravilloso, porque es un paraíso, pero sa-tu-ra-do. Que Santander no cometa ese error».
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