Cantabria procesa 550.000 toneladas de basura anuales
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Meruelo recibe los residuos de los hogares cántabros y el vertedero de Carceña los industriales no peligrososEl itinerario de una bolsa de basura cualquiera ha cambiado mucho en las últimas dos décadas. Tanto que para referirse a las 550.000 toneladas de residuo que se procesan anualmente en Cantabria se habla ya de recurso y no de desecho. Algún ... día, no muy lejano, no harán falta vertederos porque todo tendrá una segunda vida útil. Basta con atender a las obligaciones legales por las que deberán regirse las plantas de tratamiento como la de Meruelo. Llegado 2035, lo que se entierre en el vertedero, resultado de todos los procesos de reciclaje y aprovechamiento previos, deberá ser un 10% de la cantidad actual.
Hoy por hoy, esas más de 13 hectáreas continúan acogiendo todo lo que sobra en los hogares cántabros. Es el final de un complejo proceso que atraviesa varias fases, cada vez más complejas, y que comienzan cuando un vecino cualquiera de Cantabria baja la basura de casa.
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Daniel Martínez
El primer paso de esta labor corre a cuenta de la propia gente. El acto de separar los envases de plástico, el papel, el contenido biológico y el vidrio supone un punto clave del reciclaje. La región batió el pasado año su récord en este sentido con cifras que mejoraron en un 7% respecto a 2018 en el plástico, latas y briks, que van al contenedor amarillo; y hasta en un 3% en el caso del papel y cartón, que se tiran en el azul. Son cifras que todavía están por debajo de la media nacional, pero crecen a mayor ritmo. Se estima que en 2019 cada cántabro separó 11,8 kilos de plástico y hasta 18 kilos de papel y cartón.
Depende del lugar donde se encuentren los cubos de basura, su contenido irá a parar directamente a Meruelo –si es que está cerca–, o a una de las siete estaciones de trasferencia que existen en la región: Cabezón de la Sal, Torrelavega, Cabezón de Liébana, Selaya, Campoo de Enmedio, Islares (Castro Urdiales) y Ramales. En todas esas zonas, distantes del punto de destino, se aglutinan los residuos y se compactan hasta que alcanzan las 18 toneladas, que ya sí se trasladan a la planta. Se optimizan así los tiempos y gastos del transporte.
Todo lo recogido en los contenedores amarillo y azul va a parar al Mazo; que aunque ya no funciona como vertedero por estar clausurado, se ha convertido en superficie en una planta de tratamiento de este tipo de desechos gestionada por Mare. El vidrio, cuyo procesado corre a cargo de la empresa Ecovidrio, se lleva a tratar al País Vasco.
Accidente. ¿Hay en Cantabria una instalación similar a la de Zaldibar?: Lo primero, no existen en Cantabria vertederos que almacenen residuos peligrosos, como en el caso de Zaldibar. Ninguno está tampoco levantado sobre una ladera, donde es más fácil que se pueda producir un desprendimiento de tierras, como ha sucedido en el accidente.
Normativa. Reducción de residuo enterrable: Llegado el año 2035, el residuo que se entierre en el vertedero de Meruelo deberá haberse reducido en un 90% respecto a lo que entierra ahora. Lo dice la legislación europea y lo traduce a la normativa española el Plan Estatal Marco de Residuos (Pemar).
Un nuevo contenedor. El cubo marrón: Es un cambio inminente, demandado por Bruselas. Obligará a la recogida selectiva del residuo orgánico, lo que se traducirá en la existencia de un contenedor más en los barrios, de color marrón, que se unirá a los existentes:amarillo, azul, vidrio, y el gris, que será heredero del actual verde, al que irá destinado todo lo que no tenga cabida en el resto.
Reciclaje. Contenedor amarillo y azul: Cantabria cuenta con 3.156 contenedores amarillos y 3.030 azules.
La red intrincada de procesos que contempla la planta de tratamiento de residuos de Meruelo comienza con la separación mecánica de la basura. La bolsa que protagoniza este reportaje entraría a unos tornos de grandes dimensiones que disgregan el contenido según su tamaño. La criba separa el contenido biológico de los objetos más grandes, que suelen ser precisamente plásticos, textiles y otros que la gente aún no separa. Justo después, unas cintas móviles transportan el residuo a lo largo de unos metros para que unos operarios realicen una segunda separación ya con criterios más finos.
Toda la parte biológica termina en la planta de tratamiento orgánico (TMB) y allí permanece ocho semanas fermentando. Expulsa metano que es aprovechado para producir hasta 178.000 megavatios, que se ingresan en la red eléctrica anualmente fruto del proceso de generación de energía. Todos estos restos sirven también para producir hasta 35.000 toneladas anuales de compost orgánico que se utiliza para diferentes fines. Tras esa separación primera, se llegan a recuperar en Meruelo hasta 5.000 toneladas de vidrio al año y 2.700 de metales.
«La filosofía es reciclar el máximo de residuo para completar algún día el ciclo de economía circular. El objetivo es que lleguemos a aprovechar hasta el último gramo de residuo y que nada se tire al vertedero», explica, José María Díaz, director de la empresa pública Mare, encargada de la gestión de la planta.
Por ahora continúa existiendo el último eslabón de la cadena, que es el vertedero. Allí se arroja todo lo que no se puede recuperar. Precisamente es este residuo inutilizable lo que Europa obligará a reducir de forma drástica de cara a 2035. En esas 13 hectáreas para almacenar basura se tiene especial cuidado con la producción de metano, que se aprovecha para la producción de hasta 7.000 megavatios de electricidad y también de lixiviados, fruto de la fermentación y de la filtración del agua de lluvia en los estratos de basura.
Existe una segunda planta de tratamiento de desechos en Carceña (Castañeda). Una a la que van destinados aquellos residuos industriales que no tienen carácter peligroso. A ella acude el grueso de lo que se produce en la región en este sentido; aunque hay firmas que tienen convenios con otras plantas de tratamiento del país. Está gestionada por FCC. Se puso en marcha en octubre de 2012. Sólo en 2019 recibió 285.000 toneladas y tiene una capacidad para 7.500.000 metros cuadrados; aunque sólo se ha ocupado el 12%.
«En nuestra región se ha optimizado la gestión de todos los residuos. Se ha centralizado en dos plantas principales que trabajan con todo lo que se produce en Cantabria. Desde el punto de vista de la eficiencia es una organización muy buena», señala Amaya Lobo, especialista en medio ambiente y subdirectora de la Escuela de Caminos de la Universidad de Cantabria.
El resto de espacios que antaño estuvieron dedicados al almacenaje de basuras o residuos de cualquier tipo están hoy sellados y restaurados. Algunos se han convertido en parques. El mejor ejemplo es el vertedero del Mazo, en Torrelavega, que comenzó a recibir basuras en 1999 y se selló en el 2012. A simple vista, hoy parece una gran pradera sobre la que transcurren varios caminos. Pero lejos de abandonarse, continúa siendo objeto de un severo control por parte de los expertos de Mare.
Ahí abajo hay enterrados unos 4 millones de toneladas de desechos que continúan la fermentación, produciendo líquidos y metano. «La ley obliga a las empresas que han gestionado el vertedero, en este caso a Mare, a mantener una vigilancia y control del espacio para que no haya movimiento de tierras, para recoger los lixiviados y para aprovechar, en la medida de lo posible, el gas emitido. En este caso Mare está obligada a hacerlo durante los próximos 30 años, tiempo en el que, según la teoría, ya no quedarán reacciones químicas que realizar y todo quedará sellado para siempre», explica Ignacio de las Cuevas, director técnico de la empresa pública.
Como el Mazo, existen otros vertederos sellados en la región. Todos acogieron en su día sobre todo residuos inertes, en su mayoría escombros. Existió uno en Reinosa que fue clausurado, y también en Potes, donde la exconsejera Eva Díaz Tezanos presentó el proyecto de sellado y restauración por un presupuesto de 300.000 euros en 2017. Más cerca de la capital cántabra, en la Virgen del Mar, frente al muro norte del cementerio de Ciriego, una montaña junto al mar que hoy sirve de parque municipal, acoge en su interior los residuos que durante años estuvieron acumulándose en el lugar. Cuando se presentó el proyecto de restauración se planteó un encinar. Hoy en día es una gran pradera con vistas al mar.
1. Construcción En 1998 el Ayuntamiento de Torrelavega firma un convenio con el Gobierno de Cantabria para la construcción del Mazo. Se aprovechó un espacio con forma de vaso, que permitía el almacenaje sin riesgo posterior de desprendimientos. La impermeabilización inferior se realizó conforme a la normativa, con una mezcla de áridos, arcillas y membranas.
2. Residuos Nunca se depositó materia orgánica en este espacio cercano a la capital del Besaya. El objetivo por el que fue construido fue para acoger residuos inertes como plástico, madera, papel, restos de construcción...
3. Funcionamiento Comenzó a recibir basura en 1999 y su uso se prolongó hasta 2012, cuando se decidió que Meruelo debía centralizar el tratamiento de residuos de toda Cantabria.
4. Sellado Tras su clausura, se produjo el sellado del espacio. La impermeabilización se culminó con un proceso similar al utilizado en la base, con las canalizaciones debidas para permitir la salida del metano y de los lixiviados fruto de las fermentaciones que continúan en su interior y de la filtración del agua de lluvia.
5. 30 años de cuidados La Ley obliga a la empresa pública Mare a hacerse cargo del mantenimiento del espacio clausurado durante los próximos 30 años, tiempo en que se estima que habrán finalizado los procesos químicos en su interior.
6. Planta de tratamiento En la parte superior de la instalación se mantiene la planta de tratamiento de los residuos llegados en el contenedor amarillo (plásticos) y en el azul (papel y cartón). Anualmente se procesan alrededor de unas 12.500 toneladas de este tipo de basura que llega ya separada en origen.
7. Residuos electrónicos Los llamados voluminosos (como muebles)o desechos electrónicos, también llegan al Mazo.
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