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Daniel Pedriza
Cantabria, en tránsito hacia la normalidad

Cantabria, en tránsito hacia la normalidad

Análisis ·

La evidente recuperación de actividad choca con un horizonte aún repleto de dudas | La incertidumbre que generan unas normas cambiantes en cortos plazos de tiempo, principal escollo para varios sectores

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 6 de junio 2021, 07:34

«Antes del covid teníamos a la espalda una mochila de diez kilos. En este tiempo nos han puesto diez más. Pues bien, ahora nos han quitado cinco». Puede que esa idea de Baltasar Rodero sea la que mejor define la situación. Su análisis viene desde su campo, la psicología. Pero sirve para explicar desde muchas otras perspectivas en qué punto del camino de vuelta a la normalidad se encuentra Cantabria (entendiendo normalidad –un concepto lleno de aristas– como la situación anterior al covid). Sirve, incluso, para la economía. «Estamos claramente en ese camino de vuelta. Otra cosa es cuándo llegaremos al final del camino», resume Enrique Conde, presidente de la CEOE. Cuándo y cómo. Él, «a bote pronto», y tomada la actividad económica «como un todo», tiene la sensación de que hoy funcionamos «a un 70%». Hay unanimidad al utilizar una palabra: movimiento. Hay más. Se nota. Pero ese movimiento varía mucho según el sector y la incertidumbre, derivada sobre todo del cambio de normas y de los vaivenes en las restricciones, siembra todavía lo que queda del camino.

Día infantil de Cantabria, Copa Asobal de balonmano, Feria del Libro de Santander, Muestra de Editores independientes, oferta de plazas del IMD, dos nuevos supermercados Lupa, cine de verano en Reocín, vuelta de los cruceros, performance de danza en la playa, más trenes a Madrid... Son noticias de estos días. De las que salpican la actualidad y que habían –casi– desaparecido. Cultura, economía, ocio, deporte... A la vez, protesta de los hosteleros de Santoña por las medidas del semáforo o petición de los centros deportivos de la región de los datos que justifican las restricciones en su sector. Este contraste sirve para hablar del camino de vuelta a la normalidad.

Puestos a analizar, es útil partir de la sociología. Juan Carlos Zubieta, catedrático de la UC, resume el panorama en cinco puntos. «Las noticias son mejores» y eso influye «en todos los ámbitos de la sociedad». Si la pandemia ha supuesto «una crisis sistémica», la vuelta a la normalidad también lo será. Punto dos: «El estado de ánimo está mejorando, se percibe más optimismo». Y se palpa en los comportamientos. Volver a comprar ropa para salir, acudir a las calles, las plazas, las terrazas de los bares... «Cada día ocupamos más nuestros espacios cotidianos y en ellos volvemos a agruparnos y a interactuar» (cualquiera que salga un fin de semana lo palpa). Hay más confianza (que anima el consumo) y más optimismo en las conversaciones. «Pero el cambio, la vuelta a la normalidad, no ocurrirá de la noche a la mañana», advierte el experto en el punto tres. «Esa vuelta a la vida de antes se hará con un ritmo distinto por parte de los diversos grupos sociales. Como ocurre siempre, los jóvenes están siendo los primeros; por el contrario, los de más edad tienen más miedo y toman más precauciones». Y eso lo engarza con el siguiente punto. «Algunos hábitos adquiridos van a permanecer durante bastante tiempo». Zubieta tiene claro por ejemplo que, aunque las autoridades permitan relajar medidas como la de las mascarillas, un sector de la población, por temor, seguirá con ellas.

Lo último es una reflexión. Esa que se centra en lo que «deberíamos haber aprendido» en este tiempo. Sobre investigación, deficiencias del sistema sanitario o errores de gestión. Veremos.

Rodero, el psicólogo que utiliza como descripción la idea de la mochila, entiende que estamos viviendo un cambio «a menos malo». «Íbamos por una pendiente del 15% y ahora vamos por una del 7%». Eso supone alivio, pero no que estemos cuesta abajo. En su consulta, se palpan, entre otras cosas, las consecuencias socioeconómicas de la pandemia, que son determinantes para este camino de vuelta. «Con un modelo productivo como el nuestro, esa cuesta que nos acerca a lo anterior, nos acerca a una normalidad en la que ya había desempleo, pero ahora con más desempleo. Para aspirar a la felicidad hay que tener autonomía, libertad e independencia. Hace falta dinero y, sin trabajo, no lo tienes. El hecho de que económicamente muchas personas se hayan visto afectadas redunda en su salud mental». Y eso deja piedras en el camino.

Los datos del paro –que han mejorado en las últimas semanas–, y un buen puñado de números en distintos ámbitos (transporte, consumo o venta de vehículos, entre otros), están recogidos en las cajas de apuntes que acompañan este texto. Con esa información en la cabeza, el presidente de la CEOE confirma que «la actividad empresarial está yendo hacia la normalidad». Pero el tránsito choca «con medidas preventivas que a veces no son realistas». «Mientras dependamos de unas decisiones de la Administración en las que no sabemos a qué atenernos de aquí a dos semanas no se puede hablar de normalidad. Vemos el camino, incluso con cierta ansiedad (en sectores como el turismo o los servicios), pero necesitamos normas claras», resume.

Sirva el ejemplo real de un hotel de Santander. De uno de los grandes. Dicen que están recuperando trabajo, aunque les quede mucho margen –un mayo habitual se cerraría con un 70% de ocupación y este lo cerraron con un 34%, pero lo valoran positivamente «viniendo de un cierre»–. Constatan que vuelven clientes habituales que dejaron de venir y saben que regresan eventos cancelados que se traducirán en reservas. Pero el jueves no sabían cómo iban a poder servir los desayunos del domingo y tampoco podían responder a los organizadores de un congreso que querían venir esta semana. ¿Por qué? Por las variaciones en el aforo permitido en los salones. Y eso pasa factura en comuniones, banquetes... «Se hacen cosas, pero es una locura».

Las bodas, por ejemplo, siguen sin despegar. Hay más que el año pasado, pero los novios optan por posponer antes que arriesgarse (algunas han cambiado hasta seis veces de fecha). Ese –bodas y eventos en general, junto al ocio nocturno y a las restricciones derivadas del semáforo– es uno de los factores que lastra el trabajo a pleno pulmón en la hostelería. «Estaremos a un 65-70% del ritmo habitual», dice Ángel Cuevas. Pero el presidente de los hosteleros es optimista. «Ha aumentado el trabajo, están entrando reservas, el verano tiene muy buena pinta y tenemos la sensación de que el otoño va a funcionar bien. La gente tiene muchas escapadas pendientes y no van a caber sólo en el verano». Sin olvidar que, en lo que va de año, ya se ha perdido un 25% de la facturación. Para hacerse una idea, asegura que las reservas en julio están ya por el 40% para los hoteles y por el 60-70% en el ámbito rural.

Precisamente desde la asociación de Turismo Rural dicen estar «palpando la normalidad desde hace quince días». «Pero se observa que la reserva se hace con poca antelación por esa especie de psicosis del 'por si acaso'. Venimos de una enorme inseguridad y no lo acabamos de creer», apunta Jesús Blanco, que dice que el sector funciona al 60% de lo que sería su ritmo en otros tiempos.

Más lento

Sin moverse del turismo, pero en dirección opuesta, la luz que se ve al fondo del túnel en las agencias de viaje brilla poco. Teniendo en cuenta que vienen de una caída de ingresos a cero (más aún, a menos diez porque tuvieron que devolver lo que habían vendido), desde el sector hablan de un rendimiento actual del 40% con picos del 50% para los que trabajan el turismo nacional y de un 20-25% (si contemplamos 2109 como un 100%) para los que se centran en el internacional. Avanzan, sí. Pero despacio. «Es muy lento. La gente quiere viajar, pero es que a muchos sitios ni siquiera se puede todavía», destaca Eduardo García, presidente de la asociación que engloba estos negocios. Y da un dato duro: las empresas sólo han podido sacar del ERTE a un 10% de sus empleados. Viviendo de los créditos ICO, y pagándolos, «no puedes hacer la bola más grande, es imposible».

Guías turísticos, organizadores de fiestas o congresos, de celebraciones infantiles, ropa de ceremonia, grandes discotecas... Frente al despegue general, ellos siguen en tierra.

Rocío Álvarez, de la Plataforma de Empresas Culturales, frena también la euforia. Advierte que en la plataforma se engloban muchos ámbitos (desde una librería a una compañía de teatro), pero que, como media, funcionan a «un 50 o 60% del ritmo habitual». Grandes teatros o compañías de amplio recorrido «empiezan a notar más la recuperación», pero a medida que baja el tamaño, la cosa se complica. «La contratación para fiestas que viene de los ayuntamientos, los conciertos en pequeñas salas, en bares...». Todo eso está muy parado. Un ejemplo a la vuelta de la esquina: casi todo lo que tiene que ver con las hogueras y celebraciones por San Juan está cancelado. «Con más vacunación y menos restricciones supongo que se verá de otra manera».

Ahí el verano jugará un papel determinante. «Y siempre ha sido un plato fuerte para el comercio», enlaza Gonzalo Cayón, de Coercán. «Estamos –dice– acercándonos a la normalidad y la gente empieza a recuperar hábitos y a perder el miedo. Los negocios que han llegado vivos hasta aquí tienen ganas de continuar». Advierte de la «desesperación» que les trasladan desde las zonas con semáforo en rojo, pero se aferran a los buenos meses que vienen, a las ayudas europeas por llegar, al movimiento al alza y a ir de la mano de la hostelería («si falla uno, se ha visto que falla el otro»).

«Lo importante –cierra– es no decaer cuando llegue el otoño».

Cambio de hábitos de consumo

«No estamos entrando en algo que tenga que ver con lo de antes»

El centro comercial de El Corte Inglés es un buen baremo para medir normalidad. Hábitos. Lo que se compra y cómo. «Nuestra primera reflexión es que no estamos entrando en nada que tenga que ver con lo de antes, es una nueva etapa», advierte Pedro Duplá, el director. Asegura que hay «un cambio de hábitos» y que «el cliente consume de forma diferente».

Teniendo en cuenta que la digitalización está ya presente «tanto en la compra virtual como en la presencial», Duplá reconoce que en este periodo han avanzado lo que tenían previsto en cinco años dentro de su proyecto. Ahora mismo, la actividad on-line es «más que el doble» de lo que era antes de la pandemia. Y, a partir de ahí, hace un recorrido por el establecimiento. «El cliente de ocio, el paseante, el de la hostelería o el cine no se ha recuperado. Pero ahora tenemos también un cliente muy informado que hace una compra más rápida, que viene a comprar». Asegura que busca producto y también «trato personalizado y todo lo que envuelve el producto». Y pone de ejemplo atenciones como la puesta en marcha de ordenadores, la ayuda con el teléfono...

Por áreas, lo relacionado con el mundo de la moda, complementos o zapatería está respondiendo «algo peor» en estos meses, mientras que mejoran los datos al referirse a secciones como hogar, deportes, electrónica o alimentación. Duplá dice que se valora la «inmediatez, la sostenibilidad y el producto local» en mayor medida y entiende que, «con un verano potente y si aquí se cuida de verdad tanto el turismo como el comercio, podremos tener unos meses por delante mucho mejores».

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