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La demografía se mide con pirámides; al menos así era antes de que las formas geométricas de una sociedad en la que mueren más mayores de los nacimientos que se registran volvieran este concepto una forma extraña de medir el mundo que hoy somos. ... En Cantabria, por cada diez cántabros que fallecieron en 2017 hubo de media siete nacimientos, según el INE. Un año después, en 2018, el número de nacimientos cayó un 7,8% respecto del ejercicio anterior y aumentaron las defunciones un 5,1%.
Esa acumulación de saldo negativo en el crecimiento advierte de unas consecuencias que provocarán cambios en la estructura social y económica, pero también nos advierten a tiempo de qué posibilidades hay para revertir el efecto de un envejecimiento demográfico como el que sufre la región, tan paradigmático como preocupante si uno se atiene a la base de esa pirámide simbólica: Cantabria es la única comunidad autónoma cuya fecundidad «muestra valores constantemente decrecientes desde 2008, a la vez que está cada vez más alejada estadísticamente de dos regiones geográficamente próximas, como son País Vasco y Navarra, que exhiben justamente la tendencia contraria, incluso a pesar de la crisis económica de 2008». Así lo advierte la 'Estrategia frente al reto demográfico' que el Gobierno de Cantabria ha elaborado a lo largo de esta legislatura. ¿A qué nos enfrentamos?
2.100 euros es el gasto sanitario por persona en la región para 2025 por el ritmo de envejecimiento.
2,4 años por década se ha ido incrementando la esperanza de vida en Cantabria.
10% de los hogares de la región están habitados por una única persona de 65 años o más que vive sola.
El envejecimiento demográfico en la región aparece más ligado a la natalidad (y más esencialmente a la fecundidad) que a la mortalidad: «Cantabria está mejor que otras comunidades autónomas como Castilla y León, Asturias o Galicia al menos en cuanto a los indicadores demográficos», advierte el geodemógrafo de la UC Pedro Reques.
Sin embargo, aunque estamos «en mitad de la tabla», en los últimos años Cantabria «gravita» hacia la situación preocupante, y mientras «las grandes áreas metropolitanas están actuando, especialmente después de la gran crisis de 2008», aquí sólo cabe esperar qué hacer con el mapa y el territorio en el que nos movemos, ese que advierte de que, en los últimos 20 años, la población de Cantabria de 65 años y más se ha disparado un 29%: ha pasado de 96.517 personas en 1998 a 124.586 en 2018. Del otro lado, la población de cero a 15 años ha aumentado sólo un 9,4%. ¿Qué hacer entonces?
Aumentar la natalidad «Financiar mejor la ley de dependencia, despliegue de escuelas de 0 a 3 años y equiparar los permisos»
Frenar la migración joven Se ha reducido desde 2015 un 64%, pero «hay que apostar por la innovación en el tejido empresarial»
Frente a la despoblación «Proponer una nueva normativa ajustada al territorio, priorizar allí las inversiones y tecnología»
La respuesta pasa por los tres años de trabajo que ha llevado elaborar la 'Estrategia' con el horizonte del año 2025, una «hoja de ruta» impulsada por la vicepresidencia del Gobierno de Cantabria, Rosa Eva Díaz Tezanos, con el fin de «revertir los indicadores demográficos que están dando la voz de alarma sobre la reducción de población y su envejecimiento». ¿Por qué hacer un documento de más de 300 páginas para constatar que sí, que envejecemos, que el reemplazo generacional corre peligro desde 1981, que las pirámides adoptan la forma de peonzas que no bailan? La 'Estrategia' centra sus prioridades en «atajar el despoblamiento rural, promover la natalidad y revertir la emigración joven», dice la vicepresidenta. ¿Cómo? Reuniendo a 14 expertos de la Universidad de Cantabria para abordar desde todas las perspectivas posibles el reto demográfico. Para ello, el documento plantea ocho ejes estratégicos (desequilibrios territoriales, mercado laboral, fomento de la economía social, cohesión social, apoyo a menores y familias, apoyo a la natalidad y fecundidad, cuidados de larga duración y empoderamiento del envejecimiento). Cada área contiene un análisis de la situación, pero también identifica posibles acciones para enfrentarla con planes que van desde políticas económicas que fomenten la conciliación, hasta una redistribución del gasto social ante la perspectiva de que en 2025 se prevé que el gasto por persona sea de 2.100 euros. «Estos problemas tienen consecuencias en el mercado laboral, y en la dotación y prestación de los servicios públicos, por tanto, requieren de cambios culturales en el ámbito empresarial y familiar que hay que impulsar desde lo público», explica Díaz Tezanos. Por eso, habla de «obligación» por parte de las administraciones para «hacer todo lo necesario para revertir esta situación, porque requiere de un cambio cultural y un compromiso político que debería ser apoyado y compartido por todas las fuerzas políticas porque está en juego nuestro futuro y las oportunidades y la calidad de vida de las futuras generaciones».
En Cantabria, el envejecimiento demográfico aparece más ligado a la natalidad (sobre todo a la fecundidad) que a la mortalidad: «El número de hijos por mujer en la región no ha dejado de descender y hoy estamos en 1,17, lo que implica que hemos dejado de asegurarnos el reemplazo generacional que se consigue con un valor de 2,1. Esto supondrá a medio y largo plazo efectos estructurales muy negativos», dice Díaz Tezanos. ¿Cómo enfrentarlo? «Será necesario acordar con el Gobierno de España cuanto antes una correcta financiación de la Ley de Dependencia y un despliegue de escuelas infantiles para niños de cero a tres años; medidas para la conciliación de la vida familiar y la corresponsabilidad de forma que las mujeres tengan presencia y permanencia en el mercado laboral sin ver interrumpido su desarrollo profesional».
«Es difícil determinar de los ocho ejes estratégicos que se proponen, alrededor de los cuales se organizan las decenas de propuestas, las que sean singularmente significativas», explica el geodemógrafo de la UC preguntado por aquellos hallazgos que el estudio haya puesto en relevancia.
«La clave del plan es entenderlo en su conjunto», dice el catedrático, que aborda el cambio demográfico al que se enfrenta la región con una consecuente mirada panorámica: «Hay que insistir en el tema del fomento de la fecundidad, en la retención de talento joven de la región, tan ligado al tema del empleo y de la vivienda, y el tema del envejecimiento y la despoblación rural, entendido este último fenómeno como un problema no sólo demográfico, sino también territorial y ambiental, además del de la gobernanza».
Para el coordinador del equipo de trabajo, la medida que se puede aplicar de forma inmediata, «a fin de que el plan pueda tener efecto en el horizonte 2025 que plantea», consiste en «mitigar los desequilibrios territoriales del envejecimiento, poniendo en valor la relevancia económica y social de las áreas rurales así como el fomento a la fecundidad y la natalidad mediante acciones activas de dinamización del mercado laboral regional». El profesor de Economía de la Universidad de Cantabria habla de «medidas trasversales» como pueden ser «políticas fiscales en las que se destine más recursos a la protección social, y políticas educativas y formativas para que no exista una brecha digital con las personas mayores, y además, ampliar las ayudas a los mayores que viven solos».
El equipo encargado procede de ámbitos tan dispares como Economía, Geografía, Farmacología, Educación, Enfermería o Derecho. La 'mezcla' precisamente persigue aportar la visión de «abarcar las distintas áreas relacionadas con la dimensión demográfica y territorial» que entra en juego cuando uno se asoma a un porcentaje. Detrás de las cifras de pérdida de población está «la crisis de la fecundidad, el retraso en la maternidad y las políticas públicas en materia de natalidad, la conciliación y apoyo a la familia, pero también la salud y dependencia; la construcción social de la vejez; y los efectos económicos y sociales del envejecimiento sobre las finanzas públicas y el bienestar social», como apunta el coordinador de dicho equipo, el profesor de economía David Cantarero.
La Estrategia para Cantabria 2019-2025 plantea, por ejemplo, preparar los Servicios Sociales para afrontar la mayor esperanza de vida de las generaciones futuras, «para lo que ya hemos dado el primer paso aprobando una Estrategia de coordinación para la integración de la atención a las personas dependientes 2019-2022», pero también mirando a la base de esa pirámide: «Será muy necesario acordar con el Gobierno de España cuanto antes una correcta financiación de la Ley de Dependencia y un despliegue de escuelas infantiles de cero a tres años; medidas para la conciliación de la vida familiar y la corresponsabilidad de forma que las mujeres tengan presencia y permanencia en el mercado laboral, lo que exige también una total equiparación de los permisos de maternidad y paternidad», concluye Tezanos.
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