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Si en la tarde del pasado sábado las céntricas calles de Santander que aglutinan la celebración de la 'tardebuena' fueron la imagen de la fiesta y la alegría, con miles de personas disfrutando del ocio sin restricciones; esa misma noche y la madrugada y ... la mañana del domingo, ya vacías de gente, se parecían más a un vertedero. Los vecinos de Peña Herbosa, el Río de la Pila, Pombo y Cañadío se acostaron tras la cena de Nochebuena con un intenso olor a orines, con un reguero de bolsas y botellas desperdigadas por aceras y asfalto y con una sensación de impotencia que no logran sacudirse tras años de lucha para erradicar esta situación.
«No aguantamos más, esto es asqueroso y el Ayuntamiento sigue sin hacer nada. Aquí no se puede vivir y es la misma historia de siempre». Las palabras de protesta son de Ricardo Alea, presidente de la Asociación de Vecinos de Pombo, Cañadío y Ensanche. «Los vecinos estamos hartos porque llega la Navidad, cuando se supone que tienes que estar a gusto en casa con la familia, y no hay quien pare con los ruidos, la música de los bares, los cristales rotos y toda la suciedad que inunda las calles. Es inaceptable, insoportable».
Los servicios municipales de limpieza se ocuparon de adecentar de nuevo los espacios públicos, pero para algunos esto no es suficiente. «Los hosteleros son los que deberían limpiar todo esto porque son los que más beneficios sacan y, sin embargo, somos nosotros los que tenemos que limpiarlo con nuestros impuestos», insiste Alea.
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Por delante de la suciedad, que tiene una solución fácil cuando llega la limpieza, está el trastorno de los ruidos, que merma la calidad del sueño y de la vida de los residentes y es el principal motivo de batalla entre estos vecinos y el Consistorio. «No se puede aguantar que desde las cuatro de la tarde los locales tengan la música a tope. Que estés intentando dormir y estés escuchando a la gente gritar y romper vasos y botellas. Es insufrible», critica el responsable de la asociación vecinal.
Para otros el mayor problema no reside en la fiesta incontrolable que acontece cada Nochebuena y cada Nochevieja, sino en la «muchedumbre que toma las calles con litros de alcohol» durante todos los fines de semana. Es, al menos, lo que reprocha Jesús Garay, el presidente de la Asociación de Vecinos del Río de la Pila.
«Tampoco somos tan exquisitos como para no comprender que puede haber dos días al año, como sucede en estas fechas navideñas, en que la celebración es normal y pueden suceder estos desmanes. Eso sería, en cierto modo, soportable y entendible; pero el problema es que esto no es cosa de dos días al año, sino cosa de fin de semana tras fin de semana», razona Garay. Por eso reitera su llamada a todos los implicados, Ayuntamiento y hosteleros, para tomar medidas y ayudar para que la convivencia sea posible.
«La juventud es la juventud. Está en ese momento de la vida en que tiene que disfrutar y no les podemos pedir más. Lo que hay que hacer es racionalizar los horarios del ocio nocturno y respetar más durante todo el año», razona.
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