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Hay gestos y miradas que hablan más claro y más fuerte que la mejor de las crónicas políticas. Todo lo que ha rodeado al PP cántabro en los últimos cinco días, la desautorización de Génova a María José Sáenz de Buruaga, la resurrección del sector ... crítico, la rabia y el desánimo de la dirección regional, todo se resume en el gesto y la mirada de la presidenta cántabra durante los treinta segundos que Pablo Casado tardó ayer en apartar a los fotógrafos, arrastrarla al escenario y conseguir, así, la imagen que él buscaba y que Buruaga quería evitar a toda costa. La de ella, derrotada por Génova, junto a la triunfadora Ruth Beitia, candidata a la Presidencia de Cantabria tras dos años de enfrentamientos y desagradable oposición a su victoria en el Congreso. Los treinta segundos más largos de la vida política de Buruaga.
Pero ayer fue el día de Beitia. Diez años después de su entrada en la política de la mano de Ignacio Diego, la medallista olímpica se ha convertido en la segunda (o primera, según quien hable) dirigente más importante del PP en Cantabria. Frente a las más de 300 personas que duplicaron las previsiones de asistencia al acto en el Hotel Santemar, Pablo Casado la ungió como la mejor opción para frenar a Miguel Ángel Revilla y el PRC. El presidente del PP utilizó, casi literalmente, las mismas palabras que Ignacio Diego cuando en 2008 enumeró las virtudes de la deportista para ficharla: «Espíritu de sacrificio y superación, autoexigente, con carácter ganador y sencilla».
Beitia será la primera mujer de la historia en encabezar las listas autonómicas del PP en Cantabria. Y lo hará el mismo año que este muro se derriba también en Santander. Porque ayer también fue el día de Gema Igual. Tras varios meses esquivando las preguntas sobre su candidatura, ayer confirmó lo que ya había adelantado Génova las horas previas. Será, también, la primera mujer del PP en luchar por la Alcaldía de la capital en las urnas.
Pablo casado | presidente del pp
La imagen de ambas sonriendo, flanqueando a Pablo Casado mientras levantaban el dedo pulgar en señal de victoria, representaba exactamente eso, el triunfo de Génova sobre ese bloque del PP regional que apostó oficialmente por Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso nacional. «Las cosas no han sido fáciles aquí en Cantabria en comparación con otras comunidades, pero sois un ejemplo de restañar problemas, todos juntos en una trainera remando hacia delante en lugar de abandonar y dar vueltas sobre nosotros mismos», dijo Casado, cuya intervención provocó algunas discusiones entre los asistentes, muchos de ellos todavía con la herida abierta por la imposición de Beitia desde Madrid.
Sí, ayer fue el día de Beitia y el de Igual. Sí, ayer también fue el día que Casado coló a Cantabria en los telediarios mientras su pacto con Vox y Ciudadanos en Andalucía seguía caliente. Pero ayer también fue un día en el que la división en el PP quedó más patente que nunca. Ni los abrazos ni las sonrisas forzadas ni los paseos en grupo por El Sardinero pudieron esconder la batalla interna que se libra, que se lleva librando dos años, en el partido que ha dominado las elecciones en Cantabria en el último cuarto de siglo.
Casado, que conoce perfectamente la inestabilidad en la sede de Joaquín Costa, no quiso escatimar elogios ayer a Buruaga. Su obsesión por vender una imagen de integración, no sólo aquí, sino en todos los territorios, ha marcado las directrices de Génova desde que se adueñó del despacho de Mariano Rajoy. Y ayer no iba a ser distinto. Por eso, destacó la «generosidad» de Buruaga y le agradeció haber estado «siempre a las duras y a las maduras», en los gobiernos «más complicados» y con las responsabilidades «más difíciles». Mucho más lacónica fue la única referencia de Beitia a ella, que se limitó a darle las «gracias» por permitirla estar allí mientras leía una de las tarjetas que usó para no perderse en su discurso. Pero ni las palabras más amables pueden cambiar la «rabia y el 'shock'» que sobreviven en la presidenta y su cúpula por los sucesos de los últimos días. «Esto está roto, hay mucha frialdad, han destrozado el proyecto», reconocía uno de sus miembros mientras a su lado Casado, Maroto y Beitia regalaban selfis a su paso.
Para los más íntimos de Buruaga fue especialmente doloroso ver algunas caras en el acto de ayer. Los bautizados como 'dieguistas', los que ganaron junto al expresidente los votos de los militantes pero perdieron el de los compromisarios en el Congreso regional, los que se resignaron a aceptar la derrota, los que acusaron a Buruaga y a su entorno de trampear las primarias, desobedecieron las órdenes de la Ejecutiva en el Parlamento y llevaron al partido a los tribunales, volvieron a pisar la sede del PP cántabro. Juntos y revueltos, allí estuvieron todos los diputados 'rebeldes' –excepto Eduardo Van den Eynde–, los senadores críticos –Javier Fernández, Esther Merino y Blanca Martínez–, los alcaldes y líderes locales que a regañadientes se reinsertaron en el PP de Buruaga, y exdirigentes, como Miguel Ángel Serna, que han trabajando en la oposición interna a Buruaga durante los últimos dos años.
También acudieron otros históricos que han navegado entre dos aguas durante este tiempo, como el exdelegado del Gobierno, Samuel Ruiz, así como los dos miembros de la Ejecutiva nacional cuyos nombres aparecían en la lista de posibles candidatos electorales que manejó Génova en un primer momento: Diego Movellán y Juan Corro.
Ruth beitia | candidata autonómica
Pero tanta noticia había entre los que fueron como entre los que prefirieron no ver en persona un choque de trenes disimulado mientras las cámaras estuvieron encendidas. Por allí no apareció Ignacio Diego, cerebro de la operación que ha llevado a su protegida a destrozar todas las previsiones de futuro de la mujer que le derrotó en el Congreso. Tampoco hizo acto de presencia el exministro Íñigo de la Serna, centrado ya en sus negocios privados tras dejar la política. Llamó también la atención la ausencia de expresidentes del partido que sí se dejan ver en numerosos actos institucionales, como Gonzalo Piñeiro o José Joaquín Martínez Sieso, así como un buen número de miembros de la Ejecutiva de Buruaga.
Beitia, haciendo suyo el mensaje de Génova, pidió a los que estaban en la sala y a los que no habían ido «remar en la misma dirección para conseguir un gran resultado en las elecciones». «Cuento con todos, aquí no sobra nadie», aseguró. Unas palabras que, seguro, le recordarán las próximas semanas, cuando la batalla por las listas electorales se recrudezca. Porque una cosa es que la saltadora ocupe el primer puesto y otra muy distinta que Buruaga y su entorno la vayan a regalar el control electoral del partido.
No en vano, Casado volvió a refrendar a la presidenta «con todas las facultades», y ella se agarrará a esas palabras para ejercer su dominio en las listas –colocando a sus personas de confianza tanto a nivel autonómico como municipal– mientras conserva todo el poder orgánico.
gema igual | Candidata a santander
Aunque Gema Igual considere Santander como una «isla» y tenga plena autonomía para renovar su equipo municipal –un cambio que se prevé masivo–, Buruaga la tiene entre sus aliados. No sólo se sienta en su Ejecutiva sino que respaldó el 'sorayismo' y mantiene un contacto muy cercano con De la Serna, referente también para Buruaga. La propia Igual le regaló ayer alabanzas durante la presentación de su candidatura: «Si algo sabe mi partido es salir de los baches. Lo ha demostrado. Lo fácil es irse cuando los momentos son malos y Buruaga ha sido un ejemplo de valores y tiene la P con mayúsculas de Presidenta». Unas palabras que arrancaron más aplausos y vítores que cualquier momento de la intervención de Pablo Casado. Un detalle que no pasó desapercibido para Javier Maroto, vicesecretario de Organización, quien llamó la atención a algún dirigente por la falta de efusividad. Un aperitivo de lo que puede vivir Beitia durante la campaña.
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