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La Consejería de Sanidad de Cantabria, como las del resto de territorios, empezó la semana con un plan de vacunación. El lunes, con las dosis de Pfizer, Moderna y AstraZeneca, tenía una previsión de pinchazos, pero a medida que pasaban las horas y el Ministerio iba comunicando cambios en los criterios ... para inmunizar a los grupos diana, todo se fue cayendo. El martes se procedió con total normalidad, pero el miércoles, Gobierno central y comunidades autónomas decidieron que el medicamento diseñado en Oxford quedaba vetado para menores de 60 años ante la aparición de 220 casos de trombos entre personas inyectadas con esta fórmula en Reino Unido y la Unión Europea.
En Cantabria ya habían sido vacunados con AstraZeneca más de 23.000 censados de diferentes colectivos esenciales -desde profesores hasta profesionales de los servicios de emergencias o sanitarios del ámbito privado-, pero en ese momento se paró en seco la administración de dosis a integrantes de estos grupos de entre 45 y 60 años. Unos cientos de cántabros a los que el lunes Sanidad contaba con vacunar y no fue posible. Ese no es el único contratiempo que se ha encontrado el Servicio Cántabro de Salud (SCS). También se han caído de las previsiones iniciales muchos de los que sí que pueden vacunarse aún con AstraZeneca. De los que están en el rango entre 60 y 65 años. Sí pueden, pero una parte importante no ha querido. Según confirma el Gobierno regional, algo más del 38% de los citados el viernes para pincharles con esa fórmula en el 'vacunódromo' del Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander, Sierrallana y el hospital de Laredo, principalmente, declinaron la invitación y se quedaron finalmente en casa. Cuando a final de la jornada los profesionales sanitarios hicieron balance se dieron cuenta de que habían dejado sin usar más dosis de las esperadas y que no habían podido borrar de la lista muchos de los nombres que figuraban: había 1.738 citas y finalmente sólo se vacunaron 1.080 personas. Es decir, cuatro de cada diez se quedaron en casa, decidieron no acudir, un porcentaje muy superior al de otras jornadas, en las que los casos de no comparecencia habían sido residuales.
Los continuos cambios de criterio se han hecho notar y han mermado la confianza de los ciudadanos en AstraZeneca. No sólo en Cantabria. Otros gobiernos autonómicos también han notado el mismo efecto. Por ejemplo el de la Comunidad de Madrid, donde el viernes el rechazo a AstraZeneca se disparó hasta el 60% de los citados. En La Rioja, el porcentaje es algo inferior, alrededor del 20%, mientras que en otros territorios ha habido menos incidencias al respecto y los datos son más anecdóticos. Entre los que han proporcionado información, los dos archipiélagos, Galicia o Aragón hablan de mínimas consecuencias.
En términos generales, en la jornada del viernes, lo ocurrido con AstraZeneca -con Pfizer y Moderna se continúa la campaña con normalidad- ha supuesto una caída de la inmunización diaria nacional del 7%. No es un descenso en picado, pero sí significativo en un momento en el que parecía que la estrategia de vacunación empezaba a coger ritmo gracias a unos envíos de suministros más generosos.
La otra incógnita es qué pasará con la segunda dosis para quienes ya han recibido una de AstraZeneca. Cantabria hará lo que se acuerde a nivel nacional a tenor de las recomendaciones de la Agencia Europea del Medicamento. La opción de recibirla de una marca diferente parece ya descartada. Así, hay dos escenarios: quedarse sólo con un único pinchazo (inmuniza al 70%) o actuar como si nada hubiera pasado y administrar la segunda dosis de nuevo de AstraZeneca.
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