Borrar
El público que asistió al concierto de Diego 'el Cigala', ya sentado y sin mascarilla, mantiene dos metros de distancia con los desconocidos. Al fondo, la zona VIP.

Ver fotos

El público que asistió al concierto de Diego 'el Cigala', ya sentado y sin mascarilla, mantiene dos metros de distancia con los desconocidos. Al fondo, la zona VIP. Luis Palomeque

Así son los conciertos que deja el covid

Los recitales acústicos del festival 'Viva la vida', en Torrelavega, recuperan la música en vivo, pero con distancias, medidas de seguridad y más sobriedad que antes del covid-19

Pedro Fomperosa

Santander

Lunes, 13 de julio 2020, 07:07

Los que llegan juntos acercan las sillas y los que acuden solos se quedan en su sitio. A dos metros de distancia de cualquier vecino, los conciertos de la pandemia se viven desde el asiento, sin levantarse. Ahora no hay roces con desconocidos. La música en directo del 2020 es distinta. Es más silenciosa, más íntima y da más protagonismo para el escenario. Ha desaparecido el murmullo, el ruido. Si hablas con tu compañía, te oye perfectamente. No hay que gritar al oído.

En la entrada espera el personal de la organización con un termómetro y un lector de códigos. El examen de la temperatura te echa para casa si superas los 37 grados, pero a alguno le ponen mala cara incluso cuando marca 34 grados. El lector de códigos ya era común, aunque puede que lo de picar una entrada de papel haya sellado su sentencia de muerte. Todos los boletos son códigos digitales. Además, el recorrido hasta la entrada es pura precaución: no se toca nadie, todos andan despacio, hay poco ruido, las caras visten mascarillas y se respeta la distancia respecto a los desconocidos. La seguridad es lo primero.

Dentro del Festival 'Viva la vida' de Torrelavega, en los jardines de la Feria de Muestras, las furgonetas, que funcionan como bares, marcan la distancia del cliente con la barra. Una línea blanca en el césped separa dos metros al sediento del cañero. A algunos al menos les queda la cerveza, que no se derramará por chocar con un extraño. En estos nuevos conciertos no se pierde ni una gota.

En la grada hay varias zonas. Las butacas están separadas por un camino ancho que une la entrada con los baños. Al fondo, en la zona más lejana al escenario, están las nuevas mesas grupales rodeadas de taburetes. Todas vendidas: «Han sido un éxito», comentan desde la organización. Los VIP, en lo alto, también están sentados. Es la solución para asegurar la distancia. Los bares cuentan con varias mesas, pero se vacían cuando empieza el concierto. Todavía es de día.

Los artistas vuelven a su territorio: los escenarios. Han dejado el chandal o el pijama de los directos de Instagram y se han vestido de gala para volver al lugar que más les gusta. Es el caso de Diego 'el Cigala', que 10 minutos antes del concierto estaba besando a unos fans que le habían llevado unos regalos al camerino. Las medidas de seguridad cuesta mantenerlas cuando te derrochan cariño.

Al rato, más tarde de lo establecido, un piano rompe el silencio del escenario. El escaso murmullo que había, muere. Aparece 'el Cigala' sin el chándal, ya en traje. Es el único protagonista en Torrelavega. Unas 500 personas guardan silencio y observan cada gesto con lupa. Como no hay distracciones, toda la atención se centra en el carisma del artista. Con todos sentados, comienza el recital. Además, gracias a la distancia, ya no hay mascarillas.

El silencio es tal que se escuchan los churros entrando en el aceite dentro de una de las furgonetas. El público sólo rompe su sosiego cuando el artista les apela y estos chocan sus manos. Los aplausos han salido de las ventanas y han vuelto a su lugar: los espectáculos. No es hasta el final cuando el público se levanta de su asiento. Una pequeña ovación, sin alardes, le agradece al cantaor el recital. Entre tanta calma hay vida.

Durante una hora y media se olvida la distancia, la frialdad, y vuelve el arte, la vida. 'Viva la vida' parece un buen nombre para el festival. Las luces se encienden, ya es de noche. La mitad delantera de las butacas empieza a circular. Algunos olvidan que para estas aglomeraciones hay que cubrirse la nariz y la boca. Además, los acomodadores reclaman más agilidad: «Hasta que no salgan los de delante no puedo dejar salir a los demás». La seguridad sigue siendo lo primero.

El público del Besaya ya piensa en próximas citas: Amaral, M-Clan o Maikel Delacalle visitarán La Lechera. Para algunos conciertos apenas quedan entradas. Otros días ya se han vivido llenos. Y si la lluvia lo respeta, 32 artistas más sonarán en Torrelavega antes de que acabe el verano. Todos con la misma seguridad, pero, quizás, con algo más de ruido.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Así son los conciertos que deja el covid