Los conductores dan su visto bueno a un radar de tramo en Saltacaballo

Eso dijo ayer el jefe provincial de Tráfico, José Miguel Tolosa, que en una entrevista concedida a Onda Cero explicó que el nuevo radar de tramo de Saltacaballo, que abarcará seis kilómetros (desde la bajada al viaducto de Ontón hasta la salida del término municipal de Castro Urdiales) y entrará en funcionamiento posiblemente este verano, incrementará de 80 a 100 km/h los límites de velocidad.

«Si lo ponen a cien, mejor que a ochenta», dice Vicente Diego, que es transportista y vicepresidente de la Asociación de Empresarios del Transporte de Cantabria (Asemtrasán). A su juicio, «80 km/h es una velocidad muy baja». Elevarla a 100 sería favorecer la circulación en la zona «y no ralentizar la marcha de los vehículos pesados», cuya velocidad máxima permitida en autovías y autopistas se eleva diez kilómetros por encima de esos 80 a los que tienen que cruzar Saltacaballo.

«Dicho esto, yo también le recordaría al señor Pere Navarro (director general de Tráfico) que ese tramo, el que va de Castro Urdiales al límite de la provincia, tiene un asfalto en unas condiciones penosas que se torna muy peligroso en los días lluviosos y que ha causado no pocos accidentes en la zona», añade Vicente Diego. «Así que vamos a poner todos de nuestra parte. Unos no corremos y otros mantenemos las carreteras en el mejor estado posible», subraya el transportista, partidario de establecer «limitaciones de velocidad que varíen en función del estado de la carretera, dependiendo del tráfico y de las condiciones climatológicas», como ocurre en otros países europeos, «porque no es lo mismo pasar un radar de tramo a 80 km/h cuando la carretera está en mal estado que cuando está bien».

Lo mismo opina Camilo Collado, chófer de la empresa N. R. Ruiz Autocares, que calcula que un autobús puede perder actualmente «entre dos y tres minutos» pasando por los dos radares fijos, un tiempo que aún pudiendo recuperar con la instalación del radar de tramo a 100 es, según él, «prácticamente inapreciable». Al conductor de un turismo, que, en condiciones normales, circula por la autovía a 120 km/h «le afecta más».

«Si incrementaran la velocidad a 90 ó 100 km/h se acabarían las caravanas que se forman, sobre todo los viernes y en sentido a Cantabria, en este punto. Algunas son impresionantes», dice Aitor González, que es chófer de la empresa de autocares Alsa. Como su colega, él también cree que a los conductores de autobús el cambio no les supone una ganancia muy rica en tiempo, «si acaso un par de minutos, tres», aunque sí ayudaría a mantener la carretera más despejada, «más ágil».

En la misma línea se pronuncia Ramón Acereda, que vive en Ampuero, trabaja en Vizcaya y atraviesa ese punto cada día a bordo de su vehículo particular.

«A mí me parece una buena idea, porque eso obligaría a circular por ahí a una velocidad máxima constante y evitaría los accidentes que se producen cuando algún coche frena bruscamente al llegar a un radar y el de atrás se lo 'come' porque va distraído o porque la carretera resbala».

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