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Hace siete años, Pedro Sánchez, José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Santos Cerdán se subieron a un Peugeot 407 para recorrer simbólicamente España. Su objetivo era visitar a las agrupaciones socialistas afines y hacerse con el poder nacional del PSOE tras aquella noche de ... los cuchillos largos que supuso la muerte política de Susana Díaz y el control del partido por una gestora. En una de esas rutas, Lastra participó en Bezana en un encuentro con veinte alcaldes socialistas, mientras que el entonces solo diputado por Valencia José Luis Ábalos aterrizó en Reocín un mes después. Ya en esos momentos empezaron a tejerse las alianzas de las distintas familias del PSOE cántabro con el núcleo más cercano de Pedro Sánchez, todavía unido y sin que nada hiciera presagiar los enfrentamientos entre ellos que llegarían después. Pedro Casares se alineó con Adriana Lastra, mientras que Pablo Zuloaga se acercó a la órbita de Ábalos y Santos Cerdán, donde ha permanecido hasta el último día.
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Gonzalo Sellers
Aunque la trama de las mascarillas no llega a Cantabria, según los detalles de la investigación publicados hasta ahora, la caída en desgracia de Ábalos -por segunda vez- supone un duro golpe para la influencia que pueda tener Zuloaga en Madrid, donde Pedro Casares cuenta con muchos más recursos gracias a su escaño en el Congreso, su puesto en la Ejecutiva Federal y su relación de amistad desde hace años con Sánchez.
Ayer mismo, el secretario general del PSOE cántabro envió un mensaje interno a los dirigentes del partido en el que reconocía que están siendo «días duros», aunque cree que Ferraz «ha actuado con contundencia con el escándalo de las mascarillas», sin mencionar en ningún momento a José Luis Ábalos o a Koldo García. En ese mismo mensaje instaba después a los dirigentes socialistas a «seguir señalando al PP cántabro mientras todo empeora».
Hace solo tres meses, en diciembre, Pablo Zuloaga colgó en sus redes sociales una fotografía junto a Ábalos en la que escribió: «Qué bueno es encontrarse con amigos y referentes». Ese encuentro fue en los platós de La Sexta, donde el exministro es un habitual de las tertulias. Y fue, precisamente, gracias a él que Pablo Zuloaga consiguió una silla en el programa de debate político 'Más vale sábado', presentado por Boris Izaguirre y que fue cancelado por baja audiencia a las pocas semanas.
Los mayores réditos de la relación con Ábalos llegaron con la colocación en determinados puestos de afines a Zuloaga. El primero fue Francisco Fernández Mañanes, con quien el líder de los socialistas cántabros tenía una deuda pendiente después de que sus apoyos fueran claves en el Congreso en el que desalojó a Eva Díaz Tezanos del PSOE en 2017. Fue su consejero de Educación después de abrir una crisis de gobierno para expulsar a Ramón Ruiz, pero Zuloaga no contó con Mañanes cuando tocó volver a formar Gobierno tras las elecciones de 2019. Sí se acordó de él al año siguiente para colocarlo al frente de la Zona Franca del Puerto con un salario de 101.000 euros. Aunque es el Estado el encargado de designar ese puesto, el movimiento no nació de la entonces delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, sino que fue el propio Zuloaga el que se puso en contacto con el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE nacional para proponérselo.
A pesar de ello, el primer socialista cántabro en salir públicamente a criticar a Ábalos ha sido precisamente Mañanes, quien esta misma semana decía en sus redes sociales: «En vez de pasearse por las televisiones, debería acudir de inmediato a la Fiscalía y poner en conocimiento los hechos delictivos que dice conocer, lo cual no justificaría lo que él haya podido hacer».
La inesperada salida de Ainoa Quiñones de la Delegación de Gobierno en Cantabria para colocar a Eugenia Gómez de Diego y restar, así, presencia mediática al entorno de Pedro Casares también fue un movimiento de Zuloaga respaldado por Ábalos, así como la entrada de Zoraida Hijosa al Gobierno como directora de Memoria Histórica, aunque en este caso también responda a las cuotas que el PSOE deja a las autonomías para determinados cargos en La Moncloa.
Esa cercanía de Zuloaga y su entorno con Ábalos no es ningún secreto en el partido. De hecho, Noelia Cobo, su secretaria de Organización y diputada en el Congreso, se ha jactado públicamente de tener, incluso, una relación de amistad tanto con el exministro como con Santos Cerdán, 'fontanero jefe' de Sánchez, padrino político de Koldo García e íntimo de Ábalos.
Fue Íñigo de la Serna, exalcalde de Santander, el que entregó la cartera del Ministerio de Fomento a Ábalos en el intercambio de poderes tras las elecciones de 2018. Desde entonces y hasta 2021, momento en el que deja el Gobierno, el dirigente socialista mantuvo una relación estrecha con Cantabria. Fue él quien firmó con José María Mazón el famoso 'papeluco' que obligaba al Gobierno central a realizar ciertas inversiones en Cantabria a cambio de que el PRC apoyara la investidura de Pedro Sánchez como presidente.
Ábalos visitó la región frecuentemente y con él en Fomento se vieron importantes avances en infraestructuras, como la apertura de las Naves de Gamazo, el inicio de las obras de la A-67 en Torrelavega, la firma del convenio de la integración ferroviaria de Santander, la licitación de la mejora del Desfiladero de La Hermida, el estudio informativo del tren a Bilbao o el primer tramo del AVE entre Reinosa y Madrid.
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