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gonzalo sellers / ana rosa garcía
Santander
Jueves, 7 de enero 2021, 01:00
Nunca antes una directora de Salud Pública había acaparado tanta presencia mediática en Cantabria como Paloma Navas. La gerontóloga gaditana ha centrado la gestión de la crisis del covid desde el primer minuto y ha ejercido, en muchas ocasiones, como la portavoz del Gobierno. Sobre ... todo cuando tocaba dar malas noticias un año en el que la pandemia ha matado a 400 personas en la región. Pero ahora, a las puertas de una tercera ola de contagios y en plena avalancha de críticas por los retrasos en la vacunación, el consejero de Sanidad ha decidido prescindir de ella. Según ha informado desde primera hora El Diario Montañés, Miguel Rodríguez ha cesado hoy a Navas y a buena parte de su equipo después de un año de mala relación y continuos encontronazos por diferencias de criterio.
La decisión es firme tras un Consejo de Gobierno convocado exclusivamente para ello, ya que tradicionalmente los consejeros y el presidente no se reúnen la primera semana de enero. De hecho, ni siquiera se ha realizado la habitual rueda de prensa posterior del vicepresidente, Pablo Zuloaga, para informar de las decisiones aprobadas.
Hoy se han reunido de forma telemática con un único punto del orden del día sobre la mesa: ceses y nombramientos en Sanidad. En ese mismo Consejo, Rodríguez ha anunciado que el epidemiólogo austriaco Reinhard Wallman, vinculado al Servicio Cántabro de Salud (SCS) desde hace trece años, será su sustituto y tendrá por delante el reto de un año decisivo para atajar la pandemia en Cantabria, con los contagios creciendo cada día tras las fiestas de Navidad.
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La demora en el calendario de vacunaciones, que han colocado a Cantabria a la cola de España, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la relación entre Rodríguez y Navas. Salud Pública solo se encarga de recepcionar las vacunas, no tiene competencias en administrarlas, de eso ya se encarga el SCS, pero después de tres meses de conversaciones con el Ministerio para diseñar la estrategia, no fue hasta el pasado 21 de diciembre –una semana antes de empezar– cuando Navas informó a Sanidad de todo el plan.
Hasta ese momento, el SCS trabajó a ciegas, sin saber ni dónde ni cuándo iban a llegar las dosis ni el personal que sería necesario para ponerlas. Tras el ridículo de los primeros días, cuando solo se pinchó el 5% de la remesa que había llegado y las dosis estuvieron cuatro días sin usarse en los refrigeradores, el Servicio Cántabro de Salud ha asumido íntegramente la gestión de la vacuna y se ha replanificado todo.
Pero el consejero de Sanidad no tiene previsto señalar en público a Navas como culpable de esta situación, pese a que su cese ha sido una decisión unilateral suya y trasladada hace solo dos días a Miguel Ángel Revilla. La realidad es que su destitución se venía rumiando desde hace semanas. Ella, doctorada por la prestigiosa universidad norteamericana Johns Hopkins, ha abogado siempre por una línea más dura con las restricciones para frenar los contagios. Su prioridad siempre ha sido la sanitaria a costa de sacrificar, en algunos momentos, las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Y ha impuesto su criterio sobre el del consejero en más de una ocasión, ya que tenía la fuerza de los informes técnicos que Rodríguez no podía obviar. Existía, incluso, la orden expresa de que «todo lo relacionado con la pandemia tenía que pasar por Salud Pública». El propio Revilla llegó a decir que ni siquiera el consejero mandaba en la decisión de las restricciones, sino el departamento que dirigía Navas.
Esta responsabilidad provocó los primeros desgastes con Sanidad, ya que era la encargada de adaptar los protocolos en la primera ola siguiendo las indicaciones del Ministerio de Sanidad, con un poder de decisión por encima del de los gerentes de hospitales y de Atención Primaria. Ocurrió lo mismo con la campaña de vacunación de gripe de este año, que empezó con un llamamiento masivo desde Atención Primaria hasta que empezaron a faltar vacunas y hubo que cancelar citas concertadas de pacientes. Las entregas, gestionadas por Salud Pública, no llegaban en tiempo y forma, pero el consejero lo disculpó siempre, por lo cual recibió críticas del personal de enfermería de los centros de salud, que eran los que lidiaban con el problema.
Nunca Rodríguez dejó entrever fuera de los despachos esas diferencias con Navas, quien llegó a ser asesora de la exministra de Sanidad María Luisa Carcedo. La última vez que la defendió fue en una entrevista publicada en El Diario el mes pasado, donde expresaba su «confianza plena» en los criterios técnicos para decidir las restricciones.
No obstante, es significativo que, desde hace un mes, Navas empezara a comparecer en la rueda de prensa semanal, para informar de evolución de la pandemia, sin la presencia del consejero. Le acompañaba Trinitario Pina, subdirector de Asistencia Sanitaria del SCS, que hace las funciones de gerente desde la baja de Celia Gómez.
Uno de los momentos de mayor fricción con Rodríguez llegó en noviembre, cuando el Gobierno tuvo que decidir entre cerrar municipios o anular la semana de vacaciones escolares para contener el crecimiento de los contagios. Tanto los sindicatos como el ala socialista del Ejecutivo veían con malos ojos los cambios en el calendario educativo, pero el PRC creía que era la opción menos mala. La consejera de Educación consultó a Navas y ella le dio su aprobación de palabra.
La medida provocó una situación caótica en todos los colegios de la región y acabó con los jueces dando marcha atrás a la medida, ya que «no tiene una justificación sanitaria suficiente». El rostro de desolación del consejero de Sanidad en la rueda de prensa posterior –le costaba hasta hablar– delataba las discusiones a puerta cerrada, no solo con la parte regionalista del Gobierno, sino también con la propia Navas.
Como gerontóloga especialista en el desarrollo de políticas y programas de medicina preventiva para la población de edad avanzada, a la directora de Salud Pública le pesó especialmente el choque con los directores de residencias durante la primera ola, en el mes de abril, cuando acusaron a Sanidad de «negación de asistencia» a algunos pacientes mayores.
«Estuvimos tan centrados en el pragmatismo de solucionar problemas que, en mi caso, tuve que delegar la comunicación directa. No solo deben saber que trabajamos para ellos sin descanso, también tienen que sentirse acompañados y en eso yo me he equivocado. Aunque es muy laborioso, estoy llamando personalmente a todos los directores. Son conversaciones motivadoras y enriquecedoras. Sabemos que estamos juntos en esto», se disculpó en aquel momento.
Ahora las críticas desde estos centros vuelven a arreciar por la falta de información sobre las vacunas. En Padre Menni, por ejemplo, se enteraron por este periódico de que serían los siguientes en administrar las dosis tras el CAD de Cueto.
No obstante, en su curriculum como directora de Salud Pública cabe destacar la puesta en marcha de la unidad de vigilancia epidemiológica del Hospital de Liencres. Durante la primera ola se hizo patente la necesidad de contar con un equipo de rastreadores que, además de localizar los casos positivos, cortara la cadena de contactos para evitar la propagación del virus. Y así se hizo.
A Navas la acompañará en su despedida parte de su equipo y otros miembros de la consejería, como la secretaria general, Sara Negueruela, quien en la pasada legislatura había ocupado el mismo cargo en la Consejería de Educación, Formación Profesional y Turismo.
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