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La cuarta ola de la pandemia puede darse definitivamente por vencida tras una semana en la que se mantuvo el descenso en el número de contagios, con cifras equiparables a las de verano del pasado año, y también una reducción en los pacientes ingresados ... en los hospitales cántabros.
La suma de positivos diagnosticados la pasada semana fue de 231: no se había registrado una cifra tan baja desde mediados de agosto de 2020. En cuanto al número de enfermos graves, son 47 los que permanecen hospitalizados, 16 de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Es indudable que la cuarta ola no ha tenido las mismas consecuencias que las anteriores, partiendo de que su pico, con 748 casos semanales, es mucho menor que el de cualquiera de las otras. En cuanto a las hospitalizaciones, ha habido un máximo de 120, el pasado 3 de mayo, y 30 en la UCI.
«Esta cuarta ola va remitiendo -admitía ayer el presidente regional, Miguel Ángel Revilla-, y lo bueno es que parece que la pandemia está teniendo un comportamiento similar en toda España, no hay comunidades donde no esté bajando. La tendencia es inequívocamente a la baja, sobre todo en lo que se refiere a la presión hospitalaria, que es la que obligaba a tomar medidas duras».
Revilla reconoció, no obstante, que hay cierta expectación por comprobar los efectos que pueda tener en la evolución de la crisis sanitaria el fin del estado de alarma y la posterior relajación generalizada de restricciones, que deberían comenzar a notarse durante esta semana. «Creo que el virus anda por ahí danzando, y que la gente joven está contagiándose, pero también es cierto que el ritmo de vacunación está siendo alto. El problema del covid es la hospitalización de enfermos, la ocupación de camas y de UCI, porque si con este virus la gente no acabara ingresada sería como la gripe. Y este problema está en vías de acabarse en la medida de que vamos vacunando a más gente. Es verdad que los jóvenes pueden estar infectándose como los mayores, pero tienen mayor resistencia a la enfermedad. Esta semana que viene veremos si el fin del estado de alarma y al aumento de la movilidad tienen alguna incidencia, que posiblemente se reduzca a un pequeño rebrote».
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A este respecto, el jefe del Ejecutivo regional mostró su satisfacción por la buena evolución de los datos sanitarios en el vecino País Vasco, de tanta influencia en la zona oriental de la región. «Es una gran noticia: después de haber tenido de los peores datos de todo el país, ahora está remitiendo. Siempre estamos muy pendientes de ello».
El presidente defendió el semáforo covid mediante el que la Consejería de Sanidad gestiona ahora la pandemia. «Ante un sistema nuevo, hay mucho teórico que puede pensar que resulta injusto, pero creo que hay un protocolo acordado por las comunidades autónomas con el Ministerio de Sanidad y que ha funcionado: España ha tenido un comportamiento parecido al de Europa, y ahora estamos mejor. En Cantabria se ha acordado emplear este sistema para no castigar a todos los municipios, algunos con unos datos muy buenos. Creo que se trata de una buena medida, que quizás habría que haber empezado a utilizar antes -yo lo pedí hace mes y medio-, y que se mostró muy eficaz en otras comunidades, como Asturias. Me parece una decisión muy acertada».
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En su opinión, este cambio de rumbo, que ha dejado sin efecto gran número de limitaciones, no ha sido precipitado. «Yo estoy de acuerdo porque la gente ya no aguanta más, está muy desesperada, y los negocios necesitan actividad económica. Por otra parte, el Gobierno central sabe que el ritmo de la vacunación va a ir en aumento y que es eficaz contra la enfermedad».
Revilla se mostró partidario incluso del fin del uso de las mascarillas, anticipado por Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. «Yo estoy deseando jubilarla. Una vez que la gente tiene las dos vacunas, como es mi caso y el de los que tienen mi edad... Es algo muy incómodo, y a algunos les supone un problema para respirar. A mí a veces me indican con los dedos que ya tienen las dos dosis y les saludo dando la mano. Se irá prescindiendo de ella en la medida que se pueda, cuando en verano se haya vacunado al 70% de la población, y sobre todo los que ya estén inmunizados».
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