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El 22 de febrero de 2022 estalló el 'caso Obras Públicas' con la entrada de los agentes de la Policía Nacional y la Agencia Tributaria en la Consejería y la detención de los encausados de una trama encabezada por Miguel Ángel Diez, un ... alto funcionario del departamento de Carreteras que, supuestamente, manipulaba la adjudicación de contratos públicos a cambio de mordidas. A falta de que la Justicia diga la última palabra, el episodio de corrupción más grave de las últimas décadas en la comunidad autónoma ha tenido ya consecuencias en múltiples derivadas. Además de las penales -si es que llegan- para el funcionario y las cuatro empresas investigadas, del quebranto económico para las arcas regionales y del daño reputacional para la imagen de Cantabria y el partido que estaba al frente de Obras Públicas en aquel momento -Revilla insiste en que, pese a que no figure el nombre de ningún político del PRC en el sumario, esta fue una de las causas de la derrota electoral- hay otro aspecto relevante: la paralización de los contratos sospechosos que se estaban tramitando y en los que participaban solas o acompañadas Rucecan, Cannor, API y La Encina -las cuatro empresas involucradas- cuando todo saltó por los aires.
1 Reparaciones puntuales de la capa de rodadura. Ascendía a 4,6 millones y entre los licitadores estaban Rucecan y Cannor.
2 Mantenimiento, conservación y limpieza de cunetas (7,4 millones. Concurrían API, La Encina y Rucecan.
3 Senda peatonal Reinosa-Corconte. Rucecan optaba a esta obra de un millón de euros.
4 Conservación y mantenimiento (5,8 millones). Concurrían Api, Cannor y Rucecan.
5 Reforma integral del puente sobre la ría de Cubas, valorada en 3,3 millones. Lo iba a realizar una filial de API.
6 Senda ciclable en el puente de la Barca. Costaba 3,4 millones y optaban API y Rucecan.
7 Vía peatonal entre Matamorosa y Villaescusa (0,6 millones). Lo quería Rucecan.
8 Seguridad en las carreteras de las zonas centro, occidental, oriental y sur. Estaba aún sin licitar (4,4 millones).
9 Limpieza de carreteras y eliminación de obstáculos. Costaba 2 millones y no dio tiempo a que se presentaran ofertas.
10 Senda entre Reinosa y Monegro. Había 7 licitadores, entre ellos Cannor y Rucecan.
11 Conservación y mantenimiento de guardarraíles. Es el único que se ha vuelto a licitar.
En concreto son once concursos públicos que suman un presupuesto de 32,5 millones de euros (más IVA), un dinero que ya estaba reservado en el Gobierno de Cantabria y que ahora está paralizado. Once contratos que se encontraban en distintos momentos procesales aquel 22 de febrero -unos acababan de licitarse y otros ya estaban a punto de ser formalizados- y que, casi un año después, todavía no se han resuelto, con consecuencias tanto en la prestación de los servicios públicos a los ciudadanos como en forma de freno a la actividad económica y la creación de empleo en el sector de la obra pública. Incluyen distintos proyectos sensibles. En la lista aparecen diversos contratos de mantenimiento de carreteras, las sendas peatonales entre Reinosa y Corconte y entre Matamorosa y Villaescusa y la vía ciclable entre la capital campurriana y Monegro, pero quizás el proyecto más relevante tanto por lo elevado del importe (3,3 millones más IVA) como por la necesidad acuciante de llevarlo a cabo cuanto antes es la reforma integral del puente sobre la ría de Cubas, que separa las localidades de Pedreña y Somo. Aunque los técnicos consideran que la infraestructura «no corre riesgo de colapso», su mal estado es evidente incluso a simple vista.
Hasta ahora, Secundino Vidal Celis, propietario junto a su hermano Elías Celis de la empresa Rucecan, ejercía también como administrador único de la empresa con sede en Torrelavega. Según consta en el Boletín Oficial del Registro Mercantil del pasado 2 de enero, Celis ha dado un paso atrás en la compañía:ha cesado en su puesto de administrador único en favor de Miguel Ruiz Vélez, que hasta ahora también ejercía como representante de la constructora. Este mismo movimiento se ha repetido en la empresa Maidenor, sociedad que, según los investigadores, también formaba parte de la trama de empresas que servían para pagar las mordidas. Preguntado por los motivos de este cambio, han rechazado dar explicaciones. Los hermanos Celis son dos de los investigados en el caso junto a José Saiz Gómez (administrador único de Cannor y Servicios y La Encina) y José Luis Blanco Mazagatos (apoderado de API Movilidad e Imesapi), además del funcionario. Todos ellos están en libertad a la espera del juicio, aún sin fecha.
También está en esta relación la remodelación del puente de la Barca (en Barreda, frente a Solvay), que incluye la construcción de una vía para bicicletas. Este último contrato era el único que estaba financiado con cargos a fondos europeos. Estaba, porque la Consejería decidió retirarlo y reasignar esa partida para no perder el dinero. En cualquier caso, deberá remitir la documentación no solo al juzgado que investiga la causa, también a la Fiscalía de la Unión Europea.
Antecedentes La Audiencia rechazó la petición del Gobierno de excluir en los contratos a las empresas investigadas
Obras pendientes Está la reforma integral del puente entre Pedreña y Somo, vías peatonales y contratos de conservación
Pocos avances Roberto Media anunció en septiembre que ponía en marcha el proceso para licitar por segunda vez
De no haberse destapado la presunta trama todas estas obras estarían hoy en ejecución. Sin embargo, llevan ya once meses de espera y con total seguridad se cumplirá el año y todavía no se habrán adjudicado. La única excepción puede ser el contrato de conservación, mantenimiento y nueva implantación de barreras de seguridad, que sí se licitó por segunda vez el pasado verano. A pesar de que el consejero de Fomento, Roberto Media, anunció el pasado septiembre que ya había comenzado el proceso para volver a redactar los pliegos, el trabajo interno está siendo más lento de lo esperado y en diez de los once expedientes todavía ni se ha abierto el plazo para que las empresas interesadas presenten sus ofertas. No hay noticias desde entonces y el Gobierno no ha querido dar nuevos datos al respecto. De hecho, salvo ese caso concreto de los guardarraíles, ni siquiera se han publicado los nuevos pliegos.
Fomento comenzó el proceso en septiembre y no antes porque estaba a la espera de un pronunciamiento judicial. Fue a principios del mes de marzo cuando el Ejecutivo paralizó los procesos de los once expedientes susceptibles de una tramitación irregular cuya documentación había pedido la Policía Nacional. A la vez, pidió a la jueza que apartase a las empresas implicadas. Ese primer asunto se resolvió el 26 de julio, cuando la Audiencia Provincial se sumó a la jueza en el rechazo a apartar a Rucecan, Cannor, API y La Encina. Lo que hizo entonces la Consejería fue acordar el desistimiento de los procedimientos de contratación y comenzarlos de cero, con unos nuevos pliegos redactados por un funcionario distinto. Hay que precisar que de los once contratos supuestamente manipulados, dos estaban aún sin licitar, uno se declaró nulo y se tenía que iniciar el procedimiento, en otro se proponía la adjudicación a Senor (que no está investigada) y en el caso de los otros siete, en tres se proponía la adjudicación a una de las empresas investigadas y en otros cuatro eran aspirantes a llevarse la obra.
Según señaló en septiembre el consejero Media, con los contratos relativos a la conservación y el mantenimiento de carreteras autonómicas se van a adoptar todas las medidas necesarias para «garantizar el buen funcionamiento de nuestras vías y que sigan teniendo unos niveles de excelencia», pero desde los representantes de los trabajos niegan que esto ya haya ocurrido. Los portavoces de UGT explican que algunos de estos trabajos sí se están resolviendo mediante contratos menores -a la espera de que llegue el contrato general-, pero también que la mayoría de acciones necesarias para que las carreteras estén en buen estado «se están dejando sin hacer».
En opinión del sindicato, el problema no es tanto que no esté en vigor el contrato general, sino el desmantelamiento que se ha hecho del servicio -la plantilla fija dependiente directamente de la Consejería es cada vez más pequeña- y su externalización para ponerlo en manos privadas. Apuntan que, en este momento, los trabajadores públicos se limitan, básicamente, a reparar algunos baches y a mantener las cunetas, cuando antes también tenían encomendadas las labores de aglomerado, señalización, obras de emergencia y desbroces, que desde hace años se encargan ya a compañías como API, una de las contratistas habituales del área de Carreteras.
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