Un corazón vuelve a latir dentro de Greta
Trasplante ·
Tras pasar 262 días en la UCI conectada a una máquina que bombeaba su sangre, Greta recibió un órgano compatible: así es su vida ahora, un año despuésSecciones
Servicios
Destacamos
Trasplante ·
Tras pasar 262 días en la UCI conectada a una máquina que bombeaba su sangre, Greta recibió un órgano compatible: así es su vida ahora, un año despuésCuando suena el timbre, Greta no sabe que por las escaleras de su casa están subiendo un fotógrafo, un cámara y una periodista; no sabe que van a entrar, que se quitarán el abrigo porque en su casa hace un calor creado para protegerla de ... un catarro, y que al entrar al salón, tan lleno de juguetes y alfombras de goma, se descalzarán para no pisar nada, porque el espacio es de ellos, de ella y su hermano mayor, desde el suelo a las paredes donde se suceden fotos de sus caras creciendo. Greta no lo sabe, pero esas fotos son la prueba de un «milagro», no sabe que el fotógrafo intenta que el flash no le asuste mientras sus padres, Talía y Fernando, miran al objetivo con la paz del guerrero que nunca quiso ir a la guerra, y aun así venció. Greta no sabe comer porque los primeros meses de vida los pasó conectada a una máquina que la mantenía viva cuando su corazón no funcionaba y se alimentaba por sonda. Greta no sabe muchas cosas, como cualquier bebé, sin embargo, cuando te mira, te das cuenta de que sabe lo fundamental: que tiene un corazón latiendo dentro de su cuerpo diminuto.
«Qué rabia que justo cuando venís esté así», dice Talía Romero con la niña en brazos. Son más de las siete de la tarde y el bebé reclama calma después de haber pasado el día jugando o de visita a Atención Temprana, en El Alisal (Santander), donde acude varias veces por semana para ayudarle con su desarrollo. Greta es rubia, rolliza, cariñosa, curiosa, demandante, poderosa: «Es un milagro viviente», dice Fernando Gomis, su padre, que no le quita los ojos de encima mientras responde a las preguntas que pretenden contar la historia de un latido, el de su hija, que desde hace un año vive con un corazón trasplantado después de haber pasado 262 días en el Hospital La Paz de Madrid, donde han dejado no solo un equipo médico sino amigos y nombres que mencionan con amor, personas a las que siempre han visto con bata y les envían anchoas y sobaos y fotos por Whatsapp con cada avance que hace Greta.
Talía Romero
Madre de Greta
La historia de este «milagro», como dice Fernando, empieza cuando, a los tres meses de nacer (el 17 de junio de 2021), Greta tuvo una parada cardiorrespiratoria. Enseguida llegó el diagnóstico: «Miocardiopatía no compactada», lo que se tradujo en que la pequeña tenía que estar conectada a una máquina para seguir viviendo, una especie de «corazón extracorpóreo» que latía por ella en la UCI Pediátrica del hospital madrileño. La única posibilidad de sobrevivir estaba en recibir un trasplante de corazón, pero en su caso tenía la dificultad del tamaño compatible del órgano: si en adultos sirve casi cualquiera, en bebés, ha de ser uno que se acerque a su edad para que 'quepa'. Esa espera les llevó a vivir casi siete meses en la capital de España, donde pasaban diez o doce horas en la UCI junto a su hija cada día. Mientras tanto, su hijo Fer (entonces con 4 años, el otro gran héroe de esta historia) aguardaba en Santander. «Desde el primer momento nos dieron pocas esperanzas de que esto fuera a salir bien porque era muy difícil que apareciese un donante compatible. Además, que siendo tan pequeña sobreviviera a todo esto... Y mira», dice el padre, que tiene que subir la voz para hacerse oír sobre la fuerza de los pulmones de Greta, que protesta como un bebé en forma. «Durante la estancia en la UCI pediátrica vimos algún fallecimiento, el drama de una familia que pierde a un chiquillo: su decisión de donar se convertía en la oportunidad para otros seis o siete chiquillos que aparecían en el hospital en las siguientes 48 horas; a uno le trasplantan el hígado, a otro el corazón... Eso lo vimos mientras esperábamos un corazón para nuestra hija, sin saber en qué posición estás de la lista de espera ni cuándo te va a llegar el órgano porque es súper confidencial».
Así fue durante siete meses, hasta que el 25 de febrero de 2021, a las seis de la mañana, recibieron una llamada de teléfono: «Se había activado el protocolo de trasplantes y teníamos que ir corriendo al hospital porque la niña tenía que estar lista para entrar en el quirófano en cuanto llegara el órgano. Tiene que ser muy rápido porque las probabilidades de éxito de un trasplante dependen mucho de la rapidez con que se haga la cirugía y llegue el órgano». De la lentitud con que habían pasado los siete meses en la UCI, la vida de Greta cambio en doce horas: lo que tardó en salir del quirófano con un corazón nuevo latiendo en su interior. El pasado sábado, celebraron el aniversario de esa llamada: «Greta tiene dos cumpleaños».
Un año después, a la vista solo queda la sonda nasogástrica: «Cuando tienes un ingreso tan largo y con una patología tan grave, no puedes comer y te alimentan por vía intravenosa y por sonda, y si eso sucede cuando eres un bebé, a una edad tan crítica para el desarrollo, pierdes el instinto de comer. Es una de las cosas que más nos está costando, que vuelva a tolerar la comida por la boca o tomar biberones», dice Talía. «Lo intentamos todos los días. Fer ayuda mucho, come delante de ella».
Fernando Gomis
Padre de Greta
La recuperación está yendo «bien» y poco a poco ven avances en la pequeña, gracias también a la acogida en Valdecilla: «Nos daba miedo venir de Madrid después de tanto tiempo ingresados en La Paz, y además Valdecilla no lo conocíamos porque nunca habíamos tenido ninguna urgencia hospitalaria. Pero es genial, ¡ahora no queremos ir a Madrid!», dicen bromeando, porque para ciertas pruebas han tenido que volver a La Paz. En Santander, insisten, «todos los médicos se han volcado con Greta: cardiólogos, nefrólogos, los de Digestivo, endocrinos... es un caso muy complejo y desafiante para los médicos y tenemos un trato espectacular».
Los padres encuentran las palabras precisas para agradecer al personal médico su trabajo, pero hay un balbuceo cuando tratan de dar las gracias a la familia que hizo posible el milagro: «Nunca se lo hemos podido decir, darles las gracias», dice Talía. «¿Esa voz que se te ha puesto es que vas a llorar?», le interrumpe su hijo y algo se afloja en el ambiente hasta que habla el padre: «No es sólo a esa familia en particular, que fue la que salvó a Greta, sino a todas las que, en el peor momento de su vida, tienen el valor de donar los órganos a familias que están en una situación como la nuestra. A todos ellos, gracias».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.