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A Costa Quebrada se puede viajar de mil maneras. Mediante fotografías que inmortalizan la riqueza de los grandes acantilados o incluso a través de la imaginación, recordando esos días recostados sobre la fina arena de muchas de sus playas. Pero Costa Quebrada no es solo eso. No hay nada comparable a vivirlo en primera persona. Contemplar sus vistas, apreciar las infinitas variedades de flora y fauna, pisar sus diferentes suelos o respirar el aire puro que ofrece todo el territorio. En definitiva, valorar todas las cualidades que la han hecho merecedora de formar parte de la Red Mundial de Geoparques de la Unesco.
Sus entresijos se pueden descubrir por tierra, mar y aire. Depende de los gustos de cada uno. Eso sí, para visitar Costa Quebrada desde las alturas primero tendrá que alquilar una avioneta o tener la suerte de coger un avión y que su vuelo pase por este territorio. De lo contrario, no será posible porque todavía no hay actividades programadas para conocer Costa Quebrada desde el aire. Por mar le será más fácil. Si tiene un amigo con barco, puede convencerle para navegar por el litoral cántabro. Pero si no, también puede apuntarse a dos de las actividades marinas que ofrecen desde la Asociación que lleva su nombre.
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La primera de las opciones es un paseo por la costa santanderina con uno de los barcos de 'Bahía de Santander-Ecoturismo y educación ambiental'. Disfrute y aprendizaje en cantidades iguales. El responsable y guía de la ruta, Carlos Sainz, es el encargado de contarle los secretos más profundos que esconde la Costa Quebrada de Santander. Un itinerario de casi dos horas en el que se interpreta el patrimonio natural –fauna, flora y geología– y cultural a la vez que se contemplan las vistas del litoral santanderino de una forma privilegiada. El trayecto comienza en el Puerto Deportivo de Raos y recorre la Bahía, la Península de la Magdalena, el Abra del Sardinero, el Faro de Cabo Mayor y la Isla de Mouro. Vivir esta experiencia tiene un precio de doce euros y la reserva se tiene que hacer desde la página web de la empresa (bahiasantander.es).
La segunda alternativa es para los más valientes. ¿Qué mejor que descubrir Costa Quebrada a través de sus fondos marinos? Para ello, el centro de buceo Calypso, ubicado en Miengo y bajo la responsabilidad de Juanma Portugués, ofrece inmersiones recreativas en el entorno de Cuchía. Suelen realizar dos o tres salidas diarias, dependiendo del estado de la mar. La actividad empieza en el puertito de Miengo (La Pozona). Una vez comienza la inmersión impresiona el paisaje subacuático, con sus gateras, cavernas y fondos de arena limpia a la par que rocosos. Bajo el mar de Costa Quebrada también se puede contemplar una vida variada, destacando la pescadería de nuestra zona (doradas, lubinas, pulpos, sargos, dentones, sepias, nécoras, centollos, langostas, bogavantes o cabrachos), sin olvidarnos de los más pequeños (nudibranquios, pequeñas gambas, santiaguiños o gobios) e incluso alguna sorpresa como alitanes o rayas mosaico. A eso hay que sumarle la gran diversidad de vida vegetal.
Aunque, sin duda, la forma más variada y completa de descubrir Costa Quebrada es a pie. Las rutas para adentrarse en este tesoro natural son innumerables y para todos los gustos. El Diario Montañés muestra, de la mano de conocedores de este enclave, seis itinerarios distintos de este gran paseo 'costaquebrado'.
Ruta 1
Este recorrido a lo largo de la costa cántabra, propuesto por el fotógrafo Santiago Yániz, comienza en la Virgen del Mar, pasando por agrestes acantilados y tranquilas praderas, siempre cerca del mar. La senda costera, sin señalización, invita a seguir el camino más marcado entre hierba y rocas, mientras ofrece vistas hacia playas escondidas como La Casuca y San Juan de la Canal. A medida que se avanza, el terreno se vuelve más abrupto, con pasos rocosos que requieren atención, pero recompensan con panorámicas hacia el este y un entorno natural de gran belleza.
Distancia: 14 kilómetros.
Tiempo: 4 horas.
Importante: Tener prevista una forma de regresar al punto de partida si no quiere recorrer los 14 kilómetros de vuelta. No hay transporte público.
Cuando el camino discurre hacia el oeste, las rocas de la era Mesozoica toman protagonismo. La playa de Covachos y su famoso Peñón, envuelto en leyendas, ofrecen un espectáculo mágico. El camino sigue bordeando los acantilados y atraviesa formaciones rocosas icónicas como los urros en la Costa Quebrada, un lugar de gran importancia geológica. Varias playas, como La Arnía y Las Cerrías, aparecen en el trayecto, y el sendero ofrece impresionantes vistas hacia los Picos de Europa y el mar Cantábrico.
El recorrido también pasa por la playa nudista de Somocuevas, donde poder darse un baño refrescante antes de continuar el camino. Es ahí cuando la senda se vuelve más tranquila, alejándose de las rocas y acercándose a las playas de Liencres –Canallave y Valdearenas– con sus grandes dunas y horizontes, hasta llegar al punto donde el río Pas se une con el océano, cerrando un paseo realmente inolvidable.
Esta ruta no solo destaca por su belleza natural, sino también por su diversidad geológica y cultural. A lo largo del trayecto, se puede observar cómo las formaciones rocosas y los acantilados cambian, revelando una historia de millones de años escrita en piedra.
Ruta 2
El fotógrafo Santiago Yániz también propone esta ruta costera de 3,5 kilómetros que comienza en la playa de Santa Justa, en Ubiarco (Santillana del Mar). A pocos metros de aparcar el coche, se puede acceder a un mirador que ofrece una vista impresionante de la ermita encajada bajo las rocas, con el mar golpeando a menudo a sus pies. La playa es pequeña y en marea alta apenas queda arena visible. Para llegar a la ermita, se debe cruzar un pequeño puente que atraviesa un arroyo que desemboca en la playa.
Distancia: 3,5 kilómetros.
Tiempo: 1 hora y 10 minutos.
Importante: No hay ningún camino que pase por Punta Ballota pero merece la pena asomarse al impresionante extremo del acantilado.
Una vez cruzado el puente, el camino se vuelve empinado y conduce a una escalinata que da acceso al templo. La ermita, construida en el siglo XVI, tiene solo dos paredes de mampostería, mientras que las otras dos son formadas por la roca natural del acantilado. La tradición cuenta que una talla de Santa Justa apareció en las rocas, y el lugar se convirtió en un sitio de peregrinación tras la colocación de reliquias de Santa Justa y Santa Rufina.
En lo alto de una colina se puede ver la torre en ruinas de San Telmo, que fue una atalaya costera del siglo XV, utilizada como faro antes de que se normalizaran las señales marítimas modernas. El sendero que lleva a la ermita continúa hacia la colina, ofreciendo vistas panorámicas sobre los acantilados y los Picos de Europa, especialmente impresionantes al atardecer.
Desde la torre de San Telmo, una senda conduce a la playa de El Sable, una ensenada pequeña con una plataforma rocosa. Aunque no hay caminos que pasen por Punta Ballota debido a su abrupta caída vertical, es un lugar maravilloso para visitar. Para llegar hasta allí, es mejor seguir una ruta agrícola que eventualmente llega a un sendero que bordea el acantilado y ofrece vistas espectaculares de la costa de Cantabria.
Ruta 3
La senda costera recorre la Costa Quebrada entre Liencres y Santander y en total suma más de 20 kilómetros. Por eso, es recomendable dividir la ruta en dos a la altura de la Virgen del Mar. Un primer recorrido desde ahí a Liencres y una segunda parte que comienza en el Faro de Cabo Mayor, que hoy en día sirve como un mirador ideal para contemplar el paisaje costero. Desde aquí, el sendero desciende hasta el monumento en honor a los boy scouts fallecidos en Cabo Mayor arrastrados por una ola en 1978, y continúa subiendo con la ayuda de pasarelas de madera –en mal estado–. Un punto destacado del trayecto es el Puente del Diablo, un arco natural que colapsó en 2010 o, más adelante, el Panteón del Ingles, encargado en el siglo XIX por el telegrafista José Jackson Veyán en memoria de un amigo inglés que murió montando a caballo.
Distancia: 13 kilómetros.
Tiempo: 3 horas.
Importante: Las pasarelas que llegaron a construirse en 2014 están hoy conquistadas por las zarzas y la basura. De hecho hay zonas donde las tablas directamente ya no existen.
Más adelante, el camino sigue a lo largo de la costa, atravesando zonas llenas de grietas y pasarelas que permiten cruzar estos espacios. A la belleza del paisaje se suman las vistas a la playa del Bocal, en Monte, un pequeño arenal salvaje donde cada año se forma la famosa ola que da nombre a 'La Vaca Gigante'. La ruta avanza por un terreno donde se encuentran parcelas ganaderas y, prácticamente un kilómetro después, llegamos a la ensenada de La Maruca, ubicada junto al estuario formado por la ría de San Pedro, caracterizada por un entorno natural rocoso.
Finalmente, la ruta lleva a la ermita de la Virgen del Mar, ubicada en una isla accesible por un puente, ofreciendo una vista espectacular del mar y un lugar perfecto para descansar. La isla y su ermita, con una historia de reconstrucciones debido a los embates del mar, proporcionan un punto y final perfecto para esta travesía, marcando el cierre del viaje con vistas a un horizonte de calizas y mar.
Ruta 4
Con total seguridad, esta ruta también pueden hacerla los más pequeños ya que está planteada por la agrupación 'Cantabria con Niños'. El recorrido comienza en la rotonda cerca del consultorio de Cuchía, tomando la calle San Juan hacia la costa. Después de avanzar unos metros y varios giros, se sigue un camino sencillo que no tiene pérdida. Una curiosidad del trayecto es la numeración peculiar de las casas, donde los números aumentan varias decenas cada pocos metros, llegándose a contar más de 1.400 portales. Esto se debe a que están organizados según la distancia en metros desde el inicio de la calle, no por la cantidad de viviendas.
Distancia: 4 kilómetros.
Tiempo: 1 hora y media.
Importante: Durante el recorrido, hay que pasar por terrenos con vallas que protegen a los animales, y aunque algunas pueden estar electrificadas, el camino es seguro.
A medida que se avanza, se disfrutan vistas impresionantes, especialmente al acercarse a la playa de Usgo, que aparece después de caminar unos 900 metros y se sigue un sendero bien marcado bordeando los acantilados. Durante el recorrido, hay que pasar por terrenos con vallas que protegen a los animales, y aunque algunas pueden estar electrificadas, el camino es seguro.
Los siguientes tres kilómetros permiten disfrutar de la Costa Quebrada con sus formaciones geológicas únicas como urros, flysch y tómbolos. El sendero es mayormente llano, acompañado de barreras que separan a los caminantes de los acantilados, lo que facilita disfrutar del entorno sin riesgos.
Finalmente, se llega a la Punta del Cuerno, un cabo que sobresale en el mar con vistas a la Isla de los Conejos. Aquí es ideal hacer una parada para disfrutar del paisaje natural hacia las islas de Miengo y seguir la ruta hasta el tramo final, donde es posible ver las playas de Suances y los Picos de Europa. La caminata concluye en el aparcamiento, pasando por la playa de los Caballos, una cala preciosa al pie de los acantilados que merece la pena ver.
Ruta 5
El Pozo Tremeo forma parte del territorio de Costa Quebrada y a su vez está declarado Área Natural de Especial Interés (ANEI). Visitarlo es fácil y rápido, pero nada comparable a vivir la experiencia completa y sumergirse por los frondosos bosques de Polanco en una ruta de poco más de seis kilómetros. Así lo hicieron los miembros del grupo de senderismo 'Cantabria Paraíso', que son quienes explican el recorrido.
Distancia: 6 kilómetros.
Tiempo: 1 hora y 20 minutos.
Importante: El camino está protagonizado por varios eucaliptos que hacen que el terreno esté siempre embarrado, por lo que se recomienda llevar calzado adecuado.
Para empezar a descubrir el tesoro que aguarda esta zona se puede dejar el coche en Rumoroso y caminar por el barrio Rosales. El pozo solo está señalizado al principio, pero el camino no tiene pérdida. Hay que seguir todo recto hasta llegar a una senda sin asfaltar. Unos pocos pasos después se encuentra el Pozo Tremeo, que cuenta con once metros de profundidad y es el único lago natural que existe en la zona costera de Cantabria. Desde siempre, este pozo ha sido protagonista de varias leyendas. Una de ellas dice que al tocar su agua se cumplen todos los deseos y otra cuenta que en las profundidades del pozo reposan los cuerpos de dos jóvenes enamorados que se ahogaron tras caer al agua desde un roble que a día de hoy sigue inclinado y desplomado sobre la laguna.
Después de pasar unos cuantos minutos apreciando el mágico y misterioso entorno del Pozo Tremeo es momento de continuar por las pistas que llevan hasta el monte Cucona. Aquí lo único que encontramos en el camino son algunos setales y altos eucaliptos, que hacen que el terreno esté embarrado y húmedo, por lo que se recomienda llevar un calzado adecuado.
Dos kilómetros después la ruta pasa por Cueto Redondo, hasta llegar al barrio Seña, donde el terreno vuelve a estar asfaltado. Habrá que atravesarlo para regresar al punto de inicio: Rumoroso.
A priori, esta ruta al lado de la Cuenca de El Pendo puede parecer sencilla. Una distancia de 750 metros de ida que se recorren en escasos 25 minutos. En menos de una hora da tiempo a ir y volver. ¿Qué puede fallar? La realidad es que, a pesar de estas características, el camino está muy salvaje y no es del todo sencillo, como ha comprobado Rubén San Cristóbal, miembro de la asociación Cantabruri, que ha recorrido esta ruta infinitas veces.
Distancia: 1,5 kilómetros.
Tiempo: 50 minutos.
Importante: El sendero presenta escalones, pendientes y algunos desniveles bastante inclinados. Además, algunas zonas están algo embarradas y resbaladizas.
El recorrido se inicia en el aparcamiento de la Cueva de El Pendo. Aquí lo primero que se pone en valor es la propia cavidad, aunque no es obligatorio visitarla. A menos que se quiera, claro. A partir de ahí, el camino se dirige hacia la ruta homologada y señalada por el Ayuntamiento de Camargo, en la que se pueden apreciar diferentes tipos de geología dentro de un profundo bosque autóctono. A lo largo del camino también se puede disfrutar del bonito paisaje que deja a la vista acebos, abedules, cagigas o hayas. Eso sí, también hay que estar atentos por si se cruza en el camino algún zorro, jabalí, marta, tejón o picapino, todos característicos de la fauna de esta zona. En cuanto al tipo de geología destaca el karst de la época Mesozoica, que aflora solo en Vizcaya y en Peñajorao. Digna de admirar. 750 metros después llegamos al final de la ruta, al entorno de Peñajorao, un espacio natural protegido que está declarado área natural de especial interés (ANEI). Allí se ha habilitado un área de descanso con varias mesas de madera para poder comer y diferentes paneles informativos con el fin de poner en valor Peñajorao y la cueva de El Pendo.
El sendero presenta escalones, pendientes y algunos desniveles bastante inclinados. Además, hay que tener en cuenta que algunas zonas están algo embarradas y resbaladizas.
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