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Regenta, junto a sus hermanos, el Hotel Bemon Playa, y es también propietario del restaurante Mamma Angelina, de una cafetería y del local musical Living, así que puede decirse que el nuevo presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC), Javier Bedia –Somo, ... 1964–, conoce de primera mano todos los palos del gremio. Elegido casi por aclamación en unas elecciones sin rivales, llega dispuesto a seguir la senda marcada por sus predecesores, y obligado a hacer frente a los retos de la falta de mano de obra y de una inflación que reduce los márgenes de los negocios.
–¿Qué le ha llevado a dar este paso al frente?
–Es una decisión en cierto modo acompañada de una reunión que tuvimos en Puente Viesgo una serie de empresarios, en la cual salió mi nombre. Considero que llevo bastantes años en la Asociación y formando parte de las diferentes juntas directivas, y creí que era el momento de dar el salto a la presidencia, con la idea de transmitir mis ideas e intentar continuar una trayectoria que veníamos manteniendo, realizando algunos cambios e intentando dar un plus a la Asociación.
–No le ha hecho falta pelear por el puesto. ¿Siente que goza de un apoyo mayoritario?
–En los años que he estado, siempre que se ha producido un cambio de presidente, si alguien de la directiva quería presentarse, o se apostaba por esa persona, se le arropaba. En mi caso, el apoyo de este grupo emprearial ha sido decisivo para dar un paso al frente.
–¿Qué cree que puede aportar?
–Lo primero es formar mi junta directiva a partir de este lunes, diseñar los diferentes órganos de gobierno y los grupos de trabajo. A partir de ahí, entre todos, hacer un marco, un plan estratégico a cuatro años viendo las carencias que tenemos en el sector.
–¿Cuál es la situación de la hostelería en Cantabria?
–Tiene sus luces y sus sombras. Estamos teniendo unos años turísticamente muy buenos: dentro de lo desastroso y negativo que fueron los dos años de pandemia, en Cantabria nos ofertamos al resto del Estado como un destino muy seguro, lo que nos vino extraordinariamente bien. Por el otro lado, la mayor sombra es el constante aumento de costes que tenemos, con lo que la rentabilidad de los negocios se está resintiendo.
–¿Da por superada la pandemia y sus efectos?
–No, todavía no hemos recuperado los índices de 2019 y, sobre todo, el reto que tenemos ahora es rentabilizar los negocios. Para nada tiene que ver la situación actual con la de prepandemia.
–¿Fue usted uno de los partidarios del enfrentamiento directo con el Gobierno?
–Participé en las diferentes movilizaciones que se hicieron, pero es que creo que con la hostelería se fue especialmente hostil, sin unos estudios muy veraces que demostraran que nosotros éramos la causa del problema de transmisión del covid. A las pruebas me remito: en ningún caso se llegó a un 5% de incidencia en contagios vinculados al sector de la hostelería, y sin embargo fue el que pagó el pato con medidas totalmente desproporcionadas.
–¿Qué opina de la limitación de horarios en Torrelavega?
–Es una espita peligrosa: se aplica de forma experimental en Torrelavega seis meses; vamos a ver si no acaba trascendiendo al resto de la Comunidad y podamos encontrarnos ante un verdadero problema. Habrá que conjugar descanso y ocio, por supuesto, pero quienes deben conciliarlo son las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Si yo, a la una de la mañana, estoy atendiendo a mis clientes en la calle y molestando a los vecinos, se me sanciona por incumplimiento de la ordenanza, pero si el de al lado está cumpliendo, no lo cierren también. No vaya a ser que al intentar hacer cumplir la ordenanza y no disponer de efectivos suficientes, se vaya a lo fácil, cerremos todo y ya está.
–Las 'terrazas del covid' también generan quejas.
–Si algo nos ha dejado claro el covid es que nuestros clientes no quieren volver a los interiores. Hay negocios que no tienen posibilidad de tener una terraza y se les habilitó una durante durante el covid para mantenerlos abiertos. Hay que ser extremadamente cuidadosos, no vaya a ser que, aunque una terraza pueda ser incómoda en algún momento para alguien en concreto, volvamos a matar moscas a cañonazos, y lo que hagamos es que el propietario del establecimiento acabe cerrando porque es inviable.
–¿Se han normalizado ya las relaciones con el Ejecutivo?
–Paco (Francisco Agudo, su predecesor) las ha restablecido; nosotros empezaremos a partir de esta semana a tener la presentación con las diferentes Administraciones. La idea es reconstruir aquellos puentes que estén rotos, e intentar superar esa desconfianza que pueda haber. Si el covid se ha superado, creo que esto también se tendrá que superar.
–¿Qué opina de la gestión de Ángel Cuevas?
–A Ángel le tocó lo más difícil que le puede tocar a un presidente, que es tener que luchar contra la opinión pública y contra las Administraciones. En algo que, por otra parte, no se acaba de entender: se habló tanto de los equipos que asesoraban a los diferentes gobiernos y, a día de hoy, seguimos desconociendo quiénes eran esos expertos y esos científicos. Las decisiones que se tomaron fueron como matar moscas a cañonazos en lo que al sector hostelero se refiere.
–Iba a preguntarle por la labor de Francisco Agudo en su breve mandato...
–Él ha restablecido los puentes con las diferentes Administraciones. Es la prueba de que se trata de una persona válida y capaz.
–¿Le sorprendió su decisión de dejar el puesto antes de que concluyera su mandato?
–Desconozco los motivos personales que le han podido llevar a adelantar el anuncio de las elecciones. Era una transición y sabíamos que se trataba de una situación temporal.
–¿En qué consistirá su plan estratégico?
–El gran reto al que nos enfrentamos es que no disponemos de mano de obra para nuestros negocios y debemos ser capaces de atraer a la gente otra vez a nuestro sector. No sé por qué se nos ha criminalizado: seguimos con esa mala publicidad de que nuestros empleados están 16 horas trabajando con contratos de media jornada y cobrando 800 euros. Yo me sigo haciendo la misma pregunta: si eso fuera cierto, ¿cómo se explica que los trabajadores no se vayan a otro establecimiento donde les traten mejor? No sé qué hacen trabajando donde les están explotando; podría entenderlo si sobrara personal. Es una incongruencia total.
–¿Con qué criterio forma su junta directiva?
–Sobre todo, tener una representatividad de todos los sectores y de toda la Comunidad Autónoma.
–Hay representantes del ocio nocturno, el gran vapuleado de la pandemia.
–El que más. La verdad es que todos hemos sufrido, pero el ocio nocturno especialmente. Creo que en Cantabria tenemos un ocio nocturno digno de encomio, muy profesional. Es de admirar cómo se han reconvertido, y lo que antes era estar por la noche, ahora es el tardeo.
–¿Qué camino tiene que seguir en el futuro la hostelería?
–El futuro es intentar seguir siendo muy profesionales. Tenemos que intentar dar un grandísimo servicio, que se presta siempre que se puede, y debemos volver a atraer a más personas a la actividad, haciéndola atractiva, formando gente y contando con mano de obra especializada.
–¿Basta con multiplicar el número de bares, restaurantes y alojamientos?
–Si es que el problema es que estamos empezando a restar, que cada vez están cerrando más establecimientos de hostelería en la región. El covid está siendo una criba que todavía no ha terminado, y difícilmente se va a superar a corto plazo.
–¿Le parece que el modelo turístico de Cantabria tiene que ser de 'cuanta más gente, mejor'?
–No. En Cantabria puede haber zonas que, en determinadas épocas, estén saturadas. Pero yo acabo de estar en Madrid en Fitur y está saturado, y vas cualquier fin de semana y también lo está. Por lo que se tiene que apostar es por la calidad, pero con los costes que estamos asumiendo, que no puedes repercutirlos en tus servicios, porque acabarías echando a la gente, tampoco podemos intentar convertir Cantabria en un club de élite y cerrado.
–Lo digo cuando estamos a las puertas del Año Jubilar. ¿Qué espera de él?
–Todo es sumar, y yo, que soy peregrino, creo que el Año Jubilar es un turismo muy bonito. Tiene que ser un referente más para colocar a Cantabria como un punto estratégico. A las puertas de mi establecimiento discurre parte del Camino del Norte, y hay cantidad de peregrinos que pasan desde marzo hasta octubre. Y un peregrino desayuna, come, cena y pernocta. Y si a la gente que hace el Camino le gusta lo que ve, va a animarles a volver.
–Desestacionalizar el turismo es la eterna asignatura pendiente...
–Es muy complicado. En mi municipio lo hemos desestacionalizado en gran parte, porque dimos con una tecla que se llama surf. Cuando abrimos el hotel, en 2006, empezábamos a tener gente el 15 de julio, hasta el tercer fin de semana de agosto y, después, si tenías algún grupo en mayo-junio o septiembre-octubre, y así acababa la temporada. Las fiestas de mi pueblo son el 8 de septiembre: cerrábamos la cafetería y comíamos todos en familia. Hoy eso es impensable: lo normal es que ahora el 8 de septiembre esté lleno y la cafetería a rebosar. Los fines de semana del mes de febrero hemos tenido una ocupación del 80%: si me lo cuentan hace quince años me lo tomo a risa. El año pasado, mi temporada acabó después del puente de diciembre.
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