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Lo cuentan los coordinadores covid de los centros educativos de Cantabria al doblar estas páginas: la sexta ola es la que más casos e incidencias está reportando en el ámbito educativo, la más ardua de gestionar. «Es un no parar», dicen tratando de resumir la ... situación. Los protocolos funcionan y la educación presencial no peligra en la comunidad autónoma en ningún caso -Cantabria ha logrado mantenerla desde septiembre de 2020 sin recurrir a modelos híbridos, como han hecho otras autonomías-, pero la propagación del virus a lo ancho y largo del territorio ha dejado pupitres y claustros más vacíos de lo habitual, y ha derivado en otro sobresfuerzo de gestión e inversión por parte de los equipos directivos y de la administración cántabra. Las aulas, una vez más, son un espejo bastante fiable para mirar la evolución del covid.
La Consejería de Educación y Formación Profesional, por lo pronto, ha sustituido ya a 808 docentes desde que el 5 de enero se produjera el primer llamamiento para tener a punto las plantillas de maestros y profesores en el arranque del segundo trimestre. Es una cifra muy alta y, mayoritariamente, todos estos reemplazos tienen que ver con el coronavirus. Además, desde que hace un par de semanas se retomaran las clases, se han puesto en cuarentena 136 aulas, casi todas en Infantil y Primaria, las etapas donde más medidas de aislamiento se están tomando este curso. Sin ir más lejos, la pasada semana escolar finalizó con 64 de esos grupos en esta situación, es decir, el 2,35% del total, y con apenas medidas vigentes en las etapas superiores (Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Formación Profesional).
La sexta ola comenzó a levantar el vuelo en noviembre. En diciembre se mostró en todo su esplendor y los centros educativos comenzaron a acusar el golpe. El último día lectivo antes de comenzar las vacaciones de Navidad, Educación notificó 168 aulas de Infantil y Primaria en cuarentena, más del 6% del total, el mayor porcentaje registrado desde que Cantabria retomó la enseñanza presencial en el contexto de pandemia. El curso pasado, por ejemplo, la incidencia no rebasó el 2%. Y en el actual, el primer trimestre hacía pensar que la huella del covid tendría una profundidad similar. Pero llegó Ómicron y llegaron las fiestas.
A lo largo de las Navidades, la sexta ola no hizo si no afianzarse y ganar terreno. ¿Era preciso cambiar el paso en cuestiones educativas? La Consejería cántabra pidió concreción al Ministerio de Educación y FP de Pilar Alegría. De este modo, para organizar la vuelta a clase fijada el 10 de enero, las comunidades autónomas y los Ministerios de Sanidad y Educación se reunieron una semana antes de que se retomase la actividad lectiva. En ese foro, la consejera de Educación y FP, Marina Lombó, defendió una presencialidad total con medidas, así como empezar el segundo trimestre en tiempo y forma. «La educación es un servicio esencial, la educación no presencial produce un impacto negativo en todo el alumnado, más acusado además en los más vulnerables», sostuvo entonces la consejera.
El planteamiento con el que acudió Cantabria fue, finalmente, el mayoritario en esa reunión interterritorial. Las autonomías decidieron volver a clase como estaba previsto. Sin embargo, el segundo tramo del curso está fuertemente atravesado por los contagios, que a nivel social se han disparado y que en el ámbito educativo han dejando en casa a muchos alumnos y docentes. Esas 808 sustituciones efectuadas por Educación representan el 10% de las plantillas docentes de la red pública de la comunidad, un porcentaje muy significativo.
Es el volumen de bajas «más alto» gestionado hasta la fecha, reveló Educación a mediados de enero, y, por lo tanto, es un «desafío» para el Servicio de Recursos Humano de la Consejería. Los reemplazos conllevan trabajo extra de organización y también consumen fondos. Con todo, Lombó aseguró hace unos días que su departamento cuenta con «los procedimientos necesarios para realizar las sustituciones y con bolsas de empleo suficientemente numerosas poder cubrir las necesidades de centros y alumnado». Además, la Consejería mantendrá hasta final de curso los desdobles y refuerzos ya implantados desde el inicio de la pandemia.
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La situación que atraviesa la comunidad autónoma, y que repercute en sus centros educativos, es complicada, más que en anteriores olas pandémicas. En cualquier caso, ningún colegio, escuela o instituto ha tenido que cerrar sus puertas a causa del covid desde septiembre de 2021, ni siquiera en esta sexta ola. De hecho, el pasado año, el primero con educación presencial en el contexto pandémico, solo siete centros educativos tuvieron que clausurarse total o parcialmente, y eso que el temor a comienzos de curso era grande. Los cierres afectaron a centros de Torrelavega, Medio Cudeyo o Castro Urdiales.
Infantil y Primaria aglutinan buena parte de esas sustituciones docentes. Educación, siendo el covid la causa en la mayoría de los casos, ha reemplazado ya a 595 maestros: 176 en la etapa de Infantil y otros 379 en la de Primaria y especialidades. En Secundaria, FP, Conservatorios y Escuelas Oficiales de Idiomas, los relevos ascienden a 213.
Quedarse en cuadro era una de las grandes preocupaciones de los equipos directivos desde el 10 de enero, quizá la mayor. Temían acumular simultáneamente muchas bajas docentes y comprometer, de este modo, los ritmos de la docencia, las guardias, el funcionamiento básico del centro. La preocupación era palpable, sobre todo, en los institutos, ya que en los colegios se ha habilitado desde el inicio de la pandemia un sistema de sustituciones exprés: en un máximo de 24 horas, el tutor es reemplazado. Es un modelo que está funcionando bien, según han referido los colegios.
En los institutos, en cambio, los llamamientos son semanales. ¿Suficiente en caso de urgencia? Para situaciones más comprometidas, la Consejería tiene un canal para resolver esas sustituciones con más inmediatez. Sin embargo, los sindicatos reclaman a Lombó que replique el sistema exprés de reemplazos en Secundaria porque es más efectivo y procura tranquilidad.
También lo acaba de pedir Ciudadanos. «La variante ómicron está afectando la operatividad de los centros educativos, lo que hace que sea casi obligado que se faciliten sustituciones inmediatas para evitar que el alumnado pierda clases», decía el sábado Diego Marañón. El diputado ha registrado en el Parlamento varias preguntas sobre sustituciones en los niveles en ESO, Bachillerato y Formación Profesional. También preguntará a la Consejería si piensa sufragar test para el profesorado o medidores de CO2.
Este segundo trimestre escolar avanza de momento entre contagios, bajas y cuarentenas, pero con ningún colegio o instituto cerrado, total o parcialmente, hasta la fecha, lo que apuntala, más allá de los problemas que trae la sexta ola, la efectividad de los protocolos y el trabajo de la comunidad educativa de la comunidad autónoma.
Al mismo tiempo, el protocolo marco que fija las medidas para una convivencia segura en los centros se ha reajustado. La mascarilla (a partir de los 6 años), la ventilación cruzada, la higiene y las distancias de seguridad siguen siendo la base de la prevención del covid en las aulas cántabras, pero a la vez se han modificado aspectos relativos, entre otras cosas, a las cuarentenas.
Estas medidas se decretarán en las aulas de Infantil y Primaria cuando se produzcan positivos por covid durante siete días entre un porcentaje igual o superior al veinte por ciento del alumnado. Es uno de los principales cambios contenidos en las 'Guía ante la aparición de casos de Covid-19 en centros educativos'.
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