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En media Cantabria olía ayer a quemado. El viento sur, que ha elevado las temperaturas hasta transformar el invierno en primavera, ha animado a quienes por estas fechas insisten en prender fuego al monte. «Este año se han adelantado, pero ha sido porque este ... viento ha llegado de repente y ya podemos decir que estamos en plena temporada de incendios», cuentan los vecinos en Arredondo, donde ayer contemplaban el fuego consumiendo los pastos de las zonas altas.
En total, 210 efectivos de treinta cuadrillas forestales, 115 agentes del Medio Natural y trece autobombas conforman el ejército con el que se ha comenzado a combatir al fuego en las montañas cántabras. En lo que ha transcurrido de enero se han registrado setenta incendios, de los que cerca de treinta han prendido entre el fin de semana y ayer, lunes.
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Y lo más triste es que al asomarse a cualquiera de estos puntos se vive un lamentable 'déjà vu';porque la imagen es la misma de todos los años. Pastos y bosques calcinados, vecinos que denuncian los hechos, otros que callan y algunos que todavía justifican el método «que se ha usado toda la vida» para «limpiar y revitalizar» el monte;aunque la constatación científica ha probado que aunque el verdor regrese al pasto a los dos meses, el daño en el sustrato es enorme y queda para siempre. Y en medio de todo, se encuentran cientos de profesionales de estas cuadrillas que se juegan a diario la vida para sofocar las llamas no siempre con toda la ayuda que necesitan.
Los sindicatos y los responsables de algunas de estas agrupaciones se han quejado estos días por «la falta de material, de trajes de protección individual (EPI)», y por la «ausencia de personal como consecuencia de que no se reponen las bajas de larga duración», denuncia Chaory Campuzano, del sindicato UGTy trabajadora de la cuadrilla de Cabuérniga.
En Cantabria hay 36 cuadrillas repartidas en trece comarcas forestales y todas tienen el mismo problema:faltan cascos, guantes, botas... «Así no podemos salir porque es muy peligroso. Hay gente que está trabajando gracias a la generosidad de los compañeros, que se prestan material entre sí, pero no tiene sentido que estemos de esta manera, en estas condiciones precarias», denuncia la responsable del sindicato.
Arredondo fue ayer uno de los lugares desde donde subían anchas columnas de humo que se divisaban desde varios puntos de la región, incluso desde Santander. Dos cuadrillas se ocuparon allí de velar porque el fuego no alcanzara «lugares especialmente sensibles»:viviendas, cuadras o tendidos eléctricos, por ejemplo. Dos cuadrillas o lo que quedaba de ellas, porque las bajas y la falta de material obligaron a alguno de los efectivos a quedarse en casa. «Uno de los compañeros no puede venir porque le falta material de trabajo», protestó Miguel Herráez, responsable de la agrupación de Ramales de la Victoria, que ayer se desplazó a la zona.
«Luego hay problemas porque si hay una baja de larga duración, estamos en las mismas, porque no se sustituye. Y al final, si las cuadrillas son de cinco personas y te faltan dos, estás vendido porque subes al monte con la mitad de efectivos», denunció. Suerte que en el caso de ayer el fuego consumió sobre todo espacios de pasto sin arbolado, en zonas muy rocosas y de difícil acceso, y donde no había peligro para las personas. «Pero precisamente por eso estamos pasando bastantes dificultades», añadía Herráez.
Todos estos problemas se plantearon en la tarde de ayer en la Mesa del Fuego. Una cita que volvió a reunir a todos los agentes implicados:cuadrillas, Gobierno autonómico, ganaderos, ecologistas... «Lo que esperamos es que se tomen soluciones ya porque la falta de equipos para los profesionales es algo que arrastramos desde hace muchos meses y necesitamos que nos atiendan ya porque el año pasado tampoco nos dieron lo que necesitábamos», insistió Campuzano.
A las cinco de la tarde de ayer Herráez y su equipo ascendían hacia el alto de Los Machucos. Allá a lo lejos comenzaron a ver humo:«Lo mejor es subir hasta donde podamos y ver qué podemos hacer. Sobre todo para prever lo que puede pasar», explicaba. En el caso de que la situación se complicase, siempre quedaría el recurso de pedir ayuda del Maya Dama, el helicóptero de apoyo en temporada de incendios. Un recurso más para combatir esta sinrazón, porque todos, absolutamente todos los fuegos, son intencionados.
«Es algo que no se entiende porque está más que explicado que se causa un daño irreparable al suelo y entraña muchos peligros cuando se descontrola», justifica Leoncio Carrascal, alcalde de Arredondo. «Tramitamos todas las quemas controladas que se solicitan... No sé qué más se puede hacer para evitarlo», lamenta el regidor.
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