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El parón vacacional de agosto no ha conseguido enderezar la inestabilidad política que sufre Cantabria. La región no vivía una situación similar desde las mociones de censura y la escisión de la derecha de la primera mitad de los años 90. Tras más de ... veinte años de paz institucional, la debacle interna de los partidos, de la que sólo se salva el PRC, ha terminado por infectar al Gobierno, pendiente de si se producirán o no los cambios en las consejerías socialistas jaleados por la nueva dirección de Pablo Zuloaga.
Septiembre suele estar marcado por la fiesta de la Bien Aparecida -el próximo día 15-, que últimamente siempre depara alguna sorpresa por el reinicio de la actividad parlamentaria y por los primeros movimientos presupuestarios. El año pasado, sin ir más lejos, el órdago de Podemos para apoyar las cuentas autonómicas, exigiendo el cese de Salvador Blanco al frente de Sodercán por presuntas irregularidades, acaparó todo el protagonismo.
Pero este nuevo curso que está a punto de comenzar llega con muchas más preguntas en el aire. ¿Qué decidirá Génova sobre la rebelión en el PP cántabro? ¿Qué consecuencias tendrá la marcha de Juan Ramón Carrancio de Ciudadanos? ¿Quién será el nuevo líder de Podemos tras la enésima guerra interna en sus filas? Y, sobre todo, ¿resistirán Eva Díaz Tezanos y su equipo en Peña Herbosa frente a la revolución que se persigue desde Bonifaz?
El desenlace de la crisis en el PSOE puede llegar a tener, incluso, cierta influencia en las relaciones entre las distintas organizaciones de la izquierda. Socialistas y Podemos no han sido capaces de llevar a la práctica una alianza real. Más bien todo lo contrario. Los enfrentamientos entre ambas fuerzas han sido constantes durante la legislatura, hasta el punto de que el PSOE buscó en Ciudadanos ese apoyo que no encontró en el partido de Pablo Iglesias -mucho más en sintonía con el PRC- cuando quiso sacar adelante el contrato de basuras con Guipúzcoa y el Presupuesto de este año. Ahora, la llegada de Zuloaga y de una nueva Ejecutiva puede trastocar el tablero de juego. De hecho, la formación morada ya ha solicitado al secretario general del PSOE una primera reunión para acercar posturas.
El futuro socialista y las relaciones de la izquierda son, pues, dos elementos conectados que pueden decantar la balanza a la hora de aprobar las cuentas del año que viene. La resolución de la primera incógnita no se demorará en exceso, al menos así defiende en la dirección regional, porque Zuloaga quiere hacer una crisis de Gobierno en toda regla y le ha pedido su bendición a Miguel Ángel Revilla, el único con capacidad de cesar a los consejeros.
El PSOE le ha pedido en bandeja de plata la cabeza del consejero de Educación, Ramón Ruiz, uno de los hombres de confianza de Tezanos, y quiere, a día de hoy, relevar a al menos otros ocho altos cargos, todos vinculados a Vicepresidencia y Educación. Pero hay por delante la necesidad de los regionalistas de garantizar la «estabilidad» de Gobierno, como le reclamado Revilla a Pedro Sánchez, ayer, en Madrid.
De las decisiones que se tomen dependerán también las futuras alianzas en la Cámara regional para aprobar la norma más importante del año: el Presupuesto de 2018, al que deberá ser el más inversor de la legislatura con vistas ya a las próximas elecciones regionales. El bipartito ha jugado a dos bandas los dos primeros años de legislatura. El primero aprobó las cuentas con Podemos, con quién rompió relaciones tras su petición fallida del cese de Salvador Blanco, y el segundo se decantó por Ciudadanos.
PP Pendientes de la denuncia de los 'dieguistas' en los tribunales y de las sanciones de Génova a los diputados rebeldes
PRC El único que se mantiene al margen de disputas internas, aunque el PSOE le reclama ahora a Revilla ceses en el Gobierno
PSOE Las primarias han dejado un partido dividido que ha trasladado su inestabilidad al Ejecutivo autonómico
Podemos Instalados en un conflicto interno constante que les ha vuelto a dejar sin secretario general tras la marcha de Julio Revuelta
Ciudadanos Temen que Carrancio, ya fuera del partido, se convierta en el voto decisivo que necesita el Gobierno en la Cámara
En este tercer curso, a priori, pintan bastos con una formación morada sostenida por una dirección en interinidad tras de la dimisión del ya ex secretario general Julio Revuelta, con los círculos enfrentados a lo que queda del Consejo y con la vista puesta en las terceras primarias en tres años. Pero sus problemas no se circunscriben a Cantabria. Las comisiones de garantías se han rebelado contra Pablo Iglesias por cambiar los estatutos y esto puede llegar a afectar a Cantabria.
El otro socio del bipartito, Ciudadanos, también se ha tambaleado este año. Uno de los dos diputados naranjas, Juan Ramón Carrancio, abandonó en mayo la formación, pero sigue integrado dentro del Grupo Mixto junto a su excompañero Rubén Gómez. Es decir, ya no está en el partido pero a efectos prácticos, en el Parlamento, nada ha cambiado.
Esta situación ha provocado un hecho sin precedentes. Ciudadanos ha pedido a la Cámara regional que Carrancio, quien además es secretario de la Mesa del Parlamento, pase a ser diputado no adscrito después de abandonar su marca y avalar la creación de un nuevo partido, OLA Cantabria.
Ahora serán los letrados de la Cámara quienes decidan su futuro con un informe jurídico que entregarán a los parlamentarios la próxima semana. Una decisión que no es baladí. En primer lugar, porque de seguir juntos los dos deberán repartirse las comisiones como Grupo Mixto y sus intervenciones. Gómez y Carrancio, que no tienen comunicación entre ellos, forzarán al Parlamento a que tome todas las decisiones. Y, la más importante, porque Ciudadanos se teme que Carrancio se convierta «en la llave del bipartito para aprobar todas sus propuestas en la Cámara». El Gobierno sólo necesita un voto para lograr la mayoría, por lo que este diputado es crucial para sacar adelante el Presupuesto o tumbar cualquier iniciativa planteada por la oposición.
Tampoco lo tiene mucho mejor el Partido Popular con un partido enfrentado en los tribunales y una rebelión dentro de su grupo parlamentario que ha impedido cambiar a su portavoz, Eduardo Van den Eynde, por la presidenta María José Sáenz de Buruaga. Nueve de los 13 parlamentario bloquearon el relevo y la dirección regional les abrió un expediente disciplinario en el Comité de Derechos y Garantías nacional por incumplir una orden.
La líder popular dijo recientemente que «no iba a perder ni un minuto más en los líos internos» y se iba a centrar en «trabajar por la recuperación de Cantabria». Pero lo cierto es que en la sede de Joaquín Costa todos miran con un ojo a los juzgados, donde se dirimen las acusaciones sobre irregularidades en el Congreso presentadas por los 'dieguistas', y con el otro a Madrid, pendientes de que Génova decida la sanción a los diputados rebeldes.
En un oasis, en cierta manera, vive el PRC, que trata de rebajar la crisis de Gobierno a un asunto exclusivamente del PSOE. Los regionalistas, de momento, han visto muy cómodos desde la barrera cómo el resto de partidos perdía el equilibrio. Pero ahora Revilla se ha visto implicado como presidente regional con poder para cesar o mantener a sus consejeros. Una situación que incomoda, y mucho, en el partido.
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