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Actuaban a plena luz del día, en horario de apertura de las lavanderías y con una impunidad y osadía poco comunes. En los últimos quince días habían reventado las cajas de cambio de billetes de hasta diez establecimientos de la región para llevarse un bote ... que podía alcanzar los 700 euros en cada caso. Pero la colaboración ciudadana alertó este lunes a la Guardia Civil minutos después de que cometieran el último de estos robos en Ontaneda. Una patrulla los esperó en la N-623, a la altura de Vargas y los sorprendió con todo el botín.
«Hemos pasado un mes muy malo porque estábamos muy intranquilos. Empezábamos a pensar que aquí nadie era capaz de hacer nada y que nos iban a desvalijar hasta la última lavandería de Cantabria», comenta Elena Gutiérrez, propietaria de uno de esos negocios en El Astillero, donde los ladrones accedieron con total descaro para destrozar la caja del dinero y llevársela sin complejos.
«Por suerte la Guardia Civil los ha detenido pero ha sido por la colaboración ciudadana. Necesitamos que haya más efectivos en los pueblos porque de esta manera nos encontramos desatendidos», cuenta esta empresaria. A Justo López, otro de los afectados, le tocó sufrir hasta cuatro robos. El ensañamiento fue tal que llegó a temer que se tratase de una cuestión personal. «Empezaron por mi. Me han robado cuatro de las seis que tengo en Rubayo, Meruelo, Boo de Piélagos y Ontaneda. Creía que alguien tenía ganas de hacerme daño. He pasado miedo real», acredita este empresario.
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Los ladrones utilizaban siempre el mismo modus operandi. Accedían a plena luz del día a los negocios. Uno de ellos se quedaba en la puerta para vigilar y el otro se ocupaba de reventar la caja de los cambios de dinero. Utilizaba unas veces una sierra rotaflex, otras una palanca, etc. Cuando la había extraído, la guardaba en una bolsa de supermerdado –siempre era la misma bolsa–, y acto seguido ambos abandonaban el lugar en un vehículo.
Colaboración ciudadana
El pasado lunes repitieron este protocolo en la lavandería de Ontaneda, que está frente a la terraza de un bar. Todos los clientes de este establecimiento asistieron atónitos al robo y avisaron a la Benemérita. La propia limpiadora de la lavandería facilitó la matrícula del vehículo que utilizan para perpetrar los robos y los agentes los interceptaron cuando estos dos vecinos de Santoña regresaban a su localidad.
Se calcula que han robado al menos diez lavanderías en los últimos quince días en localidades como El Astillero, Meruelo, Boo de Piélagos, Rubayo y Sarón. «Lo peor no es sólo el robo del dinero, sino los daños materiales que se producen en las instalaciones. Una caja de cambios como la que se llevan puede costar del orden de 1.500 euros o 2.000», razona Gutiérrez. «Y luego es que ya había bastante intranquilidad porque era gente que actuaba sin complejos en pleno horario de apertura, y no les importaba que hubiera clientes o lo que fuera. Estábamos esperando que cualquier día hubiera una desgracia».
Los empresarios afectados temen que ahora los ladrones «puedan salir a la calle en dos días». «No podemos tolerar que entren en el calabozo por una puerta y vuelvan a salir a la calle por otra porque vamos a estar igual y van a volver a delinquir», argumenta López. «Necesitamos que la justicia funcione mejor y sobre todo que las investigaciones de la Guardia Civil sean más ágiles porque tenían desde hacía días la identidad de estos sujetos y no los han detenido hasta el lunes».
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