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Aunque el accidente del Aviaco se saldó con el fallecimiento de las 42 personas que iban a bordo del avión, la lista podía haber sido más amplia si no se hubieran producido algunas cancelaciones de billetes horas antes del vuelo. Uno de los que esquivó ... el trágico accidente fue Julio Gómez (Santander, 1959) que gracias a una llamada de su hermano ahora sigue con vida.
El actual presidente de la Federación Cántabra de Boxeo –bombero jubilado– había terminado su participación en una liga de boxeo que se celebraba en Londres, y que le sirvió de preparación para los Juegos Olímpicos, cuando cogió un billete de vuelta a Cantabria para viajar en el Aviaco. Sin embargo, horas antes de tomar ese vuelo, su hermano, que quería reencontrarse con él, le llamó para indicarle que cogiera mejor un avión hasta Bilbao, donde le recogería en su coche para traerle a Santander.
«Cuando veníamos a la altura de Praves, de camino a mi casa, vimos como una rueda nos adelantó. Era la del coche en el que viajábamos, pero no nos pasó nada. Ese día me salvé del accidente de avión y del de coche», cuenta. En ese momento, ninguno de los dos tenía noticias del accidente del Aviaco hasta que llegaron a casa, donde aguardaba toda su familia. «Aquello era un drama. Todos me abrazaron, llorando. Mis padres sabían que mi hermano iba a buscarme, pero no las tenían todas consigo. Les entró la duda. Los principales periódicos madrileños les empezaron a llamar porque, aunque cancelé el billete, aparecía entre la lista de muertos».
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En ese momento Julio estaba desconcertado. No sabía lo que había pasado. «Incluso en El Diario aparecía como uno de los fallecidos porque la lectura de los pasajeros de ese avión fue inmediata».
A pesar de que se libró del accidente, «el disgusto fue muy grande». «Es que fue una llamada de mi hermano la que me salvó. Y luego ver la tristeza de las familias de los fallecidos... Lo pasé muy mal pensando en todas esas personas, algunas de ellas famosas, que habían cogido ese avión. Qué fatalidad».
Julio cree que lo que le pasó a él no fue un golpe de suerte, «porque esa te la tienes que ganar y te la trabajas día a día». «Fue el destino, que ese día no quería que yo muriese. Me pude matar en el avión y después en el coche», apunta, al tiempo que recuerda que al golfista Severiano Ballesteros le ocurrió algo similar a él, «ya que su hermano Baldomero fue a buscarle al aeropuerto y no llegó a coger el avión».
Lo que el destino le guardaba a este boxeador eran ocho medallas de oro, entre olimpiadas, campeonatos del mundo y de España. «Hoy en día es imposible llegar a los 214 combates en los que competí», apunta el presidente de la Federación Cántabra de Boxeo.
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