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A esos papeles tirados por la calle, envases de botellas en la montaña o envoltorios por el suelo, ahora se ha sumado un nuevo residuo, las mascarillas. Casi seguro que, a estas alturas del verano, se han topado con alguna por el suelo. Ya durante ... el confinamiento y cuando se permitieron los primeros paseos «empezaron a circular fotos de mascarillas y guantes tirados» en diferentes puntos. En aquel momento estaban, sobre todo, vinculadas a las «salidas del supermercado», explica María Grijuela, coordinadora del programa de voluntariado ambiental costero, Centinela. Unos más, otros menos pero hay una frase que se repite entre los profesionales: «Todos los días vemos alguna tirada». Comentaba un trabajador del servicio de limpieza de Santander que recoge «de media una o dos al día». No obstante, resaltan que, por el momento, «no es nada extraordinario», al menos en la capital.
El problema de dejar residuos tirados en cualquier sitio no es nuevo. Abandonar basura en la naturaleza es un «mal hábito» al que este verano del covid hay que añadir las mascarillas porque ahora se usan. El riesgo es doble: ambiental y sanitario. Es lo que en SEO/BirdLife denominan 'basuraleza'. «Es un acto voluntario y cada vez más evidente», señala Felipe González, delegado de la organización en Cantabria. Este elemento de protección son un «residuo que ha llegado para quedarse», valora. Y, lo peor es que «las hay por todas partes y tienen un difícil degradación». Las quirúrgicas, por ejemplo, tienen «bastante papel», pero también componentes metálicos, como ese hierro que se coloca en la nariz y que, en caso de no reciclarlas, pasarán a formar parte de «los micro plásticos y terminarán contaminando las aguas», resume Gónzález. De esa descomposición surgen sustancias nocivas.
También se ven en la playa. En este punto señala Pedro Díez, coordinador de Cruz Roja en Santander, que aunque sí se han topado con alguna tirada por la costa, «verlas en la arena no es lo más habitual». Aún así, aprovecharán su campaña de sensibilización contra la 'basuraleza' ('Déjame la mar de limpia') para hacer un especial hincapié en este asunto y con la que hoy estarán en Somo. Precisamente, de inspeccionar la costa cántabra se encargan los voluntarios del programa europeo Centinela. El objetivo es, a través de una encuesta, recabar datos y analizar la situación del litoral. Pues bien, este año, dado el número de mascarillas con el que se han ido encontrando estos días, han pedido «cambiar el cuestionario» e incluir un espacio para este elemento porque «está siendo llamativo sobre todo ahora que ya usamos las playas», señala María Grijuela, una de las coordinadoras. Ella confía en que, en muchas ocasiones, verlas se deba a que «se nos caen, se vuelan, te la quitas y de tanto manipularla la pierdes» y que no se trata de un «acto voluntario». Más bien la falta de costumbre que te lleva a despreocuparte de ella.
María Grijuela- Programa Centinela
Raquel Menezo - Responsable de Enfermería
Felipe González - SEO Birdlife
En cualquier caso el mensaje es claro: «A todos nos gusta la costa, pero está poco cuidada». Y no es momento de incluir las mascarillas a la lista de residuos contra los que se pelean los voluntarios.
Ya he usado la mascarilla y quiero tirarla: ¿Dónde la reciclo? Las farmacias cuentan, desde hace varias semanas, con contenedores específicos para tirarlas. Con esta iniciativa, 'Una mascarilla tiene muchas vidas', las usadas se envían a una gestora de residuos para la recuperación y reciclaje de sus materiales. No obstante, de momento, la sensación es que la gente anda despistada y no se dejan ver demasiado por las farmacias. «Vienen poco y a veces tiran otras cosas en el contenedor», cuenta Pura García Pardo, de la farmacia ubicada en la Plaza de la Esperanza, en Santander. Aún así «hay gente que entra sólo a tirar las mascarillas». O que, al menos, pregunta cómo hacerlo. También hay quien se acerca al establecimiento, compran una nueva y, al momento, deposita la vieja en el contenedor. Y así debe ser.
Por si todavía hay dudas de cuál es mejor. Sí, valen las de tela. De hecho «tienen un beneficio porque suelen tener tejidos de algodón y no dan tantos problemas a la piel», explica Raquel Menezo, responsable de Enfermería y de Covid en el Centro de Salud de Cazoña. Las de este tipo son «más amables con la piel». En todo caso, lo importante es «mirar la etiqueta y comprobar que cumplan los criterios de mascarilla de protección frente al covid», subraya la profesional. Eso sí, da igual qué mascarilla lleve cada uno si no se «utiliza correctamente».
Es importante «no tocarlas mucho, reciclar las quirúrgicas y lavar a unos 60 grados las de tela». Sin olvidar que esta es una de las claves para combatir al bicho pero quedan otros puntos igual de relevantes. «Hay que seguir con el lavado continuo de manos, en casa con agua y jabón». En definitiva, cumplir con la normativa.
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