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«¡Mira, mira, está aquí y hay otra debajo! ¡Vamos tío, vamos para tierra! ¡Nos están atacando! ¡Nos han dado otro golpe!» Son frases de Pirri y Ángel, dos pescadores veteranos de Suances, que emprendieron el regreso a puerto a toda máquina el sábado tras ... protagonizar un tenso encuentro con dos orcas cerca de la costa. Parte de la escena quedó registrada en un vídeo que se ha hecho viral en las redes sociales. El incidente era motivo de tertulia este domingo entre sus compañeros, que ahora salen a faenar con más precaución. La orca es un cetáceo carnívoro, el más grande de la familia de los delfines. Puede llegar a tener ocho metros de longitud y casi seis toneladas de peso.
Pirri, un jubilado que pesca desde los 14 años, no quiere dar más explicaciones sobre lo sucedido: «Pasó lo que sale en el vídeo. Lo de las redes sociales es una comedia y no quiero participar en ella». Atiende por teléfono desde su casa, en el Valle de Buelna. «Es la primera vez que me pasa –añade–. Nos dieron un par de golpes en el casco y, como es lógico, nos asustamos». Cuando era profesional, Pirri vio en alta mar otros cetáceos, como cachalotes y ballenas, pero las orcas le «imponen». Sobre todo después de ver vídeos en los que «echan barcos abajo».
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El incidente ocurrió al amanecer, a dos millas y media de la desembocadura de la ría. Allí estaban faenando otros tres barcos de Suances, también pequeños. El objetivo: pescar calamares. Uno de ellos era el de José Antonio Valle, que llega al mediodía al Club Naútico para charlar con los amigos. «En el muelle todos somos muy valientes», afirma frente a los que estos días se dedican a «vacilar» con el asunto. «Yo vi aproximarse a una de ellas y, entre que era la primera vez que me pasaba y el día no estaba bueno para pescar, decidí que lo mejor era volver a casa».
Valle, de 57 años, dice que su amigo Pirri le llamó dos veces durante el encuentro con las orcas: «Me dijo que había dos y que se habían trabado con el aparejo. Al cabo de un rato, estaba más alarmado porque le habían golpeado el casco. Yo pesco desde que era un crío y nunca me había pasado algo así. Dicen que ellas van a jugar, pero son bichos más grandes que mi barco».
Tivo, otro veterano, se une a la tertulia. «Yo también pesco por afición –explica– y tampoco las había visto. Los que sí las ven son los profesionales, que se alejan más de la costa. Aquí lo más grande que hemos visto últimamente es un cachalote. Entró a morir en la ría poco antes del verano». A la charla se suma un profesional del sector, Jesús, al que todos llaman Chuli, patrón del Nuevo Menéndez. «Yo voy a salir a pescar calamares esta noche y lo voy a hacer con precaución –comenta–. Las orcas son muy bonitas, pero no las quiero ver cerca. He pescado bonitos y cuando los estaba izando al barco ellas se han comido todo menos la cabeza». A Chuli, también experimentado, no le ocurre lo mismo con otros cetáceos: «Las ballenas grises han pasado muchas veces por debajo del barco y con ellas no tengo problema».
Valle nos enseña después su pequeño barco, amarrado en el puerto, y en ese momento regresa de pescar Jesús –Kiki para los amigos–, otro de los protagonistas del encuentro con las orcas. Él es de los que se muestra más tranquilo: «No he cogido miedo. Dieron dos vueltas al barco, pero no hicieron nada y luego desaparecieron. Eran unos buenos bicharracos. Querían comer. Hay que quedarse quieto. Navegar, como hizo Pirri, es lo peor».
Su opinión es compartida por Diego de Vallejo, divulgador de la Red de Varamientos de Cantabria (Revarca), que comentó lo sucedido en otro vídeo en internet: «Es importante recordar que, aunque los nervios nos jueguen una mala pasada, lo que hay que hacer en estos casos no es acelerar, sino reducir la marcha. Salvando las diferencias, es como si nos encontramos con dos grandes mastines en el monte y gritamos y echamos a correr».
De Vallejo indica que son animales muy inteligentes y que los ejemplares juveniles son «hasta juguetones». «Es muy difícil –agrega– ganar en velocidad a las orcas con nuestras embarcaciones. Lo que sucedió en este caso es que poco después de competir, se cansaron y se alejaron». El divulgador de Revarca aprovecha la ocasión para recordar que «nunca se ha registrado la muerte de un ser humano por un ataque de orcas en el medio natural». Este último incidente también quedó en un susto.
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