«Nos dieron casco y chaleco, pero no nos dijeron que era peligroso»

«Nunca había hecho una actividad así, y creo que la mayoría de los niños que me acompañaban en el campamento, tampoco. No sabíamos que había riesgos», declaró la joven, que ahora tiene 18 años, según recoge El Comercio. También indicó que los tres monitores acusados —además del dueño de la empresa que realizó la actividad, Canoe Aventure Trophy— les dieron a los participantes varias indicaciones de seguridad en caso de que volcara la canoa. «Nos dieron casco y chaleco e instrucciones de seguridad antes de montarnos, pero nadie nos dijo que era peligroso», expuso.

Además, la joven relató cómo sucedió el accidente: «En uno de los tramos con más corriente y donde había una roca, se nos volteó la canoa. Yo conseguí quitármela de encima y sacar la cabeza, pero cuando miré hacia atrás, no vi a Ana por ninguna parte. Después otros niños me ayudaron a salir del agua y me montaron en su canoa, pero no había ningún monitor cerca para avisarles de que Ana seguía en el agua».

En su declaración, la joven indicó que poco después, cuando llegaron a una de las paradas, esperaron a la llegada del resto de compañeros y a los monitores. «En ese momento les avisé de que Ana no estaba e inmediatamente salieron a buscarla. Yo estaba asustada porque otros niños también se habían caído», agregó.

«Aunque es verdad que la empresa nos dio instrucciones de seguridad y sí nos dijo que había algunos tramos más difíciles que otros, yo no pensé nunca que hubiese tanto riesgo. Si lo hubiese sabido, no me monto», declaró por su parte otro de los testigos, que participó en la misma actividad y descendió el río junto a su hija de ocho años.

Indicó que los monitores aconsejaron a los participantes a ir siempre por el lado derecho. «Nos dijeron que por la izquierda había corrientes más fuertes, entonces casi todas las canoas iban pegadas al lado derecho, pero algunas se desviaron hacia la izquierda. Una de ellas fue la de Ana y sé que las que se desviaron por ese lado, volcaron todas». En este sentido recordó que «el río tenía puntos muy calmados, pero había otros muy difíciles de transitar. Yo a mi hija no la hubiese dejado hacer sola esa actividad, porque hasta yo terminé agotado de navegar tres horas seguidas, mucho más un niño».

A estos dos testimonios se sumó el de un monitor del campamento, que ese día efectuó el descenso del Cares junto a los acampados como un participante más «para animar a los niños». «Nunca antes había hecho este descenso, no creímos que fuera peligroso porque se decía que el recorrido era apto para mayores de 12 años. No vi volcar la canoa de Ana, lo que sé es que la mía se volcó y me costó salir del agua. Ese día el agua estaba brava y cayeron muchos niños de la canoa».

La Fiscalía solicita cuatro años de prisión e inhabilitación para cualquier profesión relacionada con el turismo activo por ese mismo espacio de tiempo para cada uno de los cuatro acusados. En la primera sesión del juicio, que comenzó ayer lunes y que se prolongará hasta el viernes, Jesús M. D. C, propietario de Canoe Aventure Trophy, la empresa que realizó la actividad en la que falleció la niña, reconoció que «dos de los tres monitores» que dirigían el día del trágico suceso el rafting en canoa por el río Cares, en el que participaron veinte menores, «no poseían ninguna titulación o experiencia previa» en esta disciplina. Jesús M. D. C. está acusado por homicidio imprudente tras constatarse varias presuntas irregularidades por parte de su empresa.