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Aunque ese frío que se instala en los huesos y del que es difícil desprenderse no llegó hasta el miércoles, el temporal orquestado por las borrascas Gérad y Fein, comenzó tres días antes, el domingo, dejando caer algo de nieve en zonas altas de Cantabria, como Alto Campoo. Se activaron las primeras alertas por lluvias y por bajada de temperaturas.
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El lunes la primera borrasca que hizo acto de presencia en Cantabria fue Gérad, que llenó el mapa de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de símbolos que advertían de casi todos los fenómenos adversos posibles: intensas lluvias, vientos y oleaje. El agua de los ríos comenzó a rezumar por los márgenes y lo peor estaba por llegar. Acabaron cayendo más de cien litros por metro cuadrado en varios puntos de Cantabria, se desbordó el Asón y el Pas y hubo numerosas incidencias por toda la región.
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El primer temporal del invierno desembarcó en forma de diluvio y desbordó algunos ríos –como el Asón a su paso por Ampuero y el Pas en Renedo de Piélagos, Vioño y Oruña– e hizo regresar el fantasma de las últimas grandes inundaciones de hace menos de catorce meses. La historia volvía a repetirse: viviendas y garajes inundados y el agua por encima de las rodillas.
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En el litoral, el temporal se convirtió en olas gigantes que rompieron contra muros y que a punto estuvieron de engullir al hombre que ven en la fotografía. A pesar de los avisos de los servicios de emergencia de alejarse de malecones, playas, espigones y de otros lugares próximos a la línea de costa, este individuo quiso inmortalizar con la cámara de su teléfono móvil la poderosa fuerza del mar.
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Algunos de los barrios más damnificados por el temporal en Cantabria fueron los de San Lorenzo y La Pesquera, en Laredo. Varias calles de la villa se vieron inundadas por las intensas lluvias.
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La calle Vista Alegre de Cabezón de la Sal se convirtió (un año más) en una inmensa balsa de agua. El arroyo San Martín se desbordó y llegó a la entrada de algunas viviendas. Los agentes de seguridad tuvieron que desviar el tráfico y reducirlo a un solo carril, algo que sucede «unas tres veces al año», explicó Víctor Manuel Fernández, que posee un garaje en la zona y ya ha visto cómo el agua acababa con «todo lo que hay dentro». «Estamos hartos», decían los vecinos mientras trataban de sacar el agua de sus casas.
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Tras dos jornadas de intensas lluvias que provocaron inundaciones, desbordamientos y caídas de muros y carreteras, Cantabria trataba de volver a la calma mientras los avisos de nieve ponían en alerta a los servicios de emergencias. En la fotografía, el muro del convento de Maliaño, que sufrió graves daños por el temporal.
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Tal y como anunciaron las previsiones de la Aemet, el miércoles fue una jornada complicada por la nieve caída en Cantabria. De forma intermitente, la A-67 se mantuvo entre la alerta roja y la amarilla toda la mañana, lo que provocó el embolsamiento de más de 500 camiones. No paró de nevar durante toda la mañana y las máquinas quitanieves trabajaron a destajo para despejar todas las vías afectadas, pero resultó insuficiente en algunos momentos puntuales y hubo coches que tuvieron que ser rescatados por agentes de la Guardia Civil de Tráfico.
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La nevada también provocó la suspensión de las clases en siete centros educativos, lo que en la práctica dejó a 1.450 alumnos en casa. En zonas altas, como en Pesquera, los vecinos tuvieron que hacerse con palas para despejar las puertas de sus negocios.
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Para los ciudadanos de la capital cántabra la jornada del miércoles, aunque fue muy lluviosa, se tradujo en dos tremendas granizadas, una a primera hora, sobre las siete y media, y otra a media mañana.
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El zoo de Santillana del Mar sufrió el martes las inundaciones más graves desde que se inauguró, hace 46 años. El arroyo Ojo Negro se desbordó por las fuertes lluvias y cientos de animales, algunos en peligro de extinción, tuvieron que ser desalojados. De las casi siete hectáreas que tienen las instalaciones, pocas se salvaron de la inundación.
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El jueves en Reinosa se registraron espesores de 30 centímetros de nieve aunque reinó la calma durante toda la jornada. «Estamos tranquilos pero siempre alerta y pendientes de los ríos», contaba el alcalde, José Miguel Barrio, a este periódico. Siempre alerta, pero más que acostumbrados al oro blanco que cada invierno cubre las calles del municipio.
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Tras un comienzo de semana marcado por los aguaceros y las inundaciones y un miércoles de nevadas copiosas, el deshielo protagonizó la jornada del jueves, sobre todo en la Cantabria del Ebro, donde la Aemet mantuvo activo el aviso amarillo hasta el mediodía de este sábado.
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La larga lista de avisos amarillos y naranjas que abarrotaba la tabla de la Agencia Estatal de Meteorología durante la semana casi desapareció el viernes, cuando quedaban apenas tres alertas amarillas: por deshielo en la Cantabria del Ebro y por bajas temperaturas en el Centro y valle de Villaverde.
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