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Hacía mucho que ser ministro de Exteriores no era tan difícil y que la figura de su titular no estaba tan expuesta. José Manuel Albares ... (Madrid, 1972) cogió la cartera que dejaba Arancha González Laya en plena operación de repatriación en Afganistán, cerró la nueva colaboración de España con Marruecos -con la sombra de 'Pegasus' en el ambiente-, ha tenido que templar los ánimos de Argelia y, sobre todo, cerrar con los socios europeos y de la OTAN la posición común ante Rusia por la guerra de Ucrania. Los acuerdos de Madrid y la imagen de país proyectada durante la cumbre de la Alianza han sido de los pocos tragos dulces sin matices de su primer año al frente del departamento. Este lunes estuvo en Santander, en los Cursos de Verano de la UIMP.
-La UIMP dedica toda una semana a meditar sobre cómo será 'El mundo tras la guerra de Ucrania'. ¿Es la gran pregunta sin respuesta o ya tenemos una ligera idea?
-Estamos empezando a vislumbrar el nuevo orden de seguridad euroatlántico. Lo que hemos hecho en la cumbre de la OTAN es sentarnos todos los miembros de la Alianza a reflexionar para tener un análisis común de lo que está ocurriendo y dar una respuesta común que va a durar tiempo. El concepto de Madrid va a durar una década. Este conflicto y las consecuencias van a durar mucho tiempo porque Rusia no tiene la voluntad de dialogar y retirar sus tropas de Ucrania. Hemos tomado medidas para hacer frente a las consecuencias de seguridad, pero también a las consecuencias económicas.
-¿Va a ser un mundo más hostil, más polarizado?
-Esta guerra no la ha querido ni la UE, ni la OTAN, ni España, ni Ucrania. Ha sido por la decisión de Putin de agredir a un país. Es un mundo en el que la guerra vuelve a Europa, en el que se intenta romper el concepto de la carta de Naciones Unidas de la igualdad soberana de los estados. Rusia quiere que haya estados que tengan soberanías limitadas, y lo que hace Europa y España en primera línea es defender que los valores que nos han dado décadas de prosperidad, que es el modelo de la UE de pluralismo, democracia, abolición de la guerra como forma de relacionarse, se preserve. Sobre esos valores se cimenta la prosperidad.
-Prevé un conflicto prolongado pero, ¿cómo se puede resolver este asunto? O mejor dicho, ¿cómo no se puede resolver de ninguna manera? ¿Hasta dónde se puede ceder?
-La salida es solo una: que la paz vuelva a Ucrania. Todas las medidas de España, Europa y la OTAN van encaminadas a que los soldados rusos vuelvan a sus fronteras. Pero Putin no está de acuerdo con esta solución y, desgraciadamente, hay que esperar que la guerra continúe. Rusia no transita por las vías del diálogo y la diplomacia, sino por la guerra y el conflicto.
-Estados Unidos, que sufre en menor medida las consecuencias de la guerra, se niega a negociar, mientras que en Europa hay países que ya hablan de la posible cesión del territorio en conflicto. ¿Hay riesgo de ruptura de la unidad de acción?
-Todos los europeos estamos unidos en contra de esta guerra. A todos nos gustaría que sea con el diálogo. Me gustaría que en este mismo minuto los rusos volvieran dentro de sus fronteras, pero al mismo tiempo Ucrania es un país soberano y democrático, que tiene derecho a tomar sus decisiones soberanas y a su integridad territorial. Es Ucrania quien tiene que decidir sobre su futuro, y no terceros.
-El Gobierno pide a los españoles que se preparen para lo peor a partir de otoño. El mensaje da miedo. ¿Puede concretar?
-Las consecuencias económicas y sociales, así como la crisis humanitaria con más de 7 millones de refugiados, son globales. No afectan solo a España. Y son consecuencia exclusivamente de la agresión rusa. Ni España ni otros países han hecho nada para encontrarse con esta situación. Hay una tensión al alza del precio de hidrocarburos, hay una imposibilidad de salida del grano que está aumentado los precios y provocando una crisis alimentaria. Los daños colaterales son a escala mundial.
-Las consecuencias económicas han superado las previsiones del Gobierno, que dijo que la inflación no llegaría a los dos dígitos. ¿Hubo un error de cálculo?
-La agresión rusa era impensable antes del 24 de febrero. Los españoles deben tener claro que nos enfrentamos a un desafío doble: por la gravedad del conflicto y lo imprevisible de él. Saldremos victoriosos, como salimos victoriosos del covid. El Gobierno de España ha demostrado que responde con rotundidad y rapidez a los problemas de los españoles. Ante cualquier nueva eventualidad, estaremos a proteger a los españoles.
-Putin estuvo en la última cumbre de la OTAN como invitado y ahora es el enemigo número uno de la Alianza. Está claro quién es el principal responsable de la guerra, pero ¿ha faltado estrategia y previsión por parte de Europa?
-La OTAN y Europa, lo que quieren siempre, es tener relaciones de amistad. Poder negociar ante las diferencias. Eso no ha variado. Lo que ha cambiado es la actitud de Rusia. Lo que hace la Alianza es adaptarse a las distintas amenazas y a eso respondió la cumbre de Madrid.
-El Gobierno derrocha euforia sobre la proyección de España tras la cumbre de Madrid y por la relevancia de los acuerdos alcanzados.
-Estamos muy satisfechos. Como país, es un éxito colectivo por su proyección internacional, como hacía décadas que no ocurría. A nivel de España en su política exterior, los objetivos han quedado cumplidos: una respuesta a los desafíos del frente sur, la mirada a las amenazas de ese flanco... La mejor herramienta que tenemos en Europa y en la OTAN es la unidad, que ha quedado subrayada.
-¿Por qué la OTAN es mejor instrumento para garantizar la paz en Europa que la propia UE?
-Lo que garantiza la seguridad es la acción combinada de ambas. La disuasión militar de la OTAN, unido al músculo de las sanciones económicas de la UE, es lo que garantiza esa protección. Y demuestra que la voz de Europa se tiene que oír también con fuerza en el mundo. Un refuerzo de la defensa y la política exterior de Europa no va en detrimento de la OTAN, al contrario.
-¿Hay que avanzar también hacia un ejército europeo o no toca?
-Estamos muy lejos de poder tener un ejército europeo. No es algo sobre lo que se está trabajando.
-De la cumbre sale el compromiso de aumentar el presupuesto militar hasta el 2% del PIB en 2029. ¿En detrimento de qué?
-No hay que ver el gasto militar como algo opuesto al gasto social. En un momento en el que las amenazas para nuestra seguridad se han incrementado tanto, es obligación del país dar respuesta. Y no olvidemos que el gasto de Defensa tiene una parte de inversión en una industria de altísimo valor tecnológico y generadora de muchos puestos de trabajo de calidad. También hay una oportunidad de creación de empleo.
-¿Los dos socios del Gobierno se pueden permitir votar separados en un asunto tan trascendental?
-No concibo que ninguna fuerza política pueda estar en contra de garantizar la seguridad de los españoles en un momento en el que las amenazas se han incrementado a su máximo en décadas.
-¿Y si ocurre? ¿El Gobierno de coalición corre peligro?
-Las fuerzas de izquierdas y progresistas llevamos entre las señas de identidad la protección de los más vulnerables. La guerra golpea mucho más al más débil. Mujeres, niños o quienes no pueden abandonar el país. No veo cuál es la dificultad para que fuerzas progresistas apoyen este tipo de gasto. Países con gobiernos socialdemócratas, o los Verdes alemanes, que vienen del pacifismo, están a la vanguardia de estos cambios. Ven la necesidad de aumentar el gasto para proteger a sus ciudadanos. Suecia y Finlandia, que tenían un esquema de neutralidad, comprenden que eso ya no les protege. No hay ninguna antinomia entre ser de izquierdas y garantizar la protección y seguridad de los ciudadanos. Muy al revés, es nuestra razón de ser.
-¿Qué debemos esperar que ocurra en los próximos meses en Ceuta y Melilla, teniendo en cuenta la hambruna que parece que se avecina en África?
-La crisis alimentaria es una crisis global. Tiene que ser el gran tema en la Asamblea de Naciones Unidas de septiembre. Ningún estado, ni el más poderoso del mundo, puede hacer frente por sí solo a la crisis migratoria y alimentaria. La crisis impacta más en países con estructuras alimentarias más débiles y evidentemente será un factor más de empuje de la inmigración irregular si no lo atajamos.
-¿Preocupa más la llegada de migrantes económicos en la frontera sur o una proliferación del yihadismo? ¿Mantiene que no es descartable una intervención de la OTAN en el Sahel?
-El comunicado de nuestra embajada en Malí ha dejado claro que España, ni durante la Cumbre, ni en ningún otro momento, ha pedido ningún tipo de actuación de la OTAN.
-Para finalizar, ¿cómo interpreta el Gobierno las últimas encuestas que se han dado a conocer en los últimos días, con un vuelco a la derecha?
-La única encuesta de la que me fío es la del día en que se vota.
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