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Cantabria acabó 2022 con un crecimiento del 4%. En circunstancias normales, cualquier consejero de Hacienda firmaría con los ojos cerrados poner fin a un ejercicio con una subida de ese calibre. Lo que ocurre es que el último año se vendió como el segundo del ... despegue de la economía tras el descalabro que supuso el covid. El primero en el que se notaría con intensidad los efectos de la ingente cantidad de dinero que supone la llegada de los fondos europeos. Y el dato, el del año en el que también explotó en Europa una guerra inesperada que ha revolucionado los precios de las materias primas y la energía, está lejos de cumplir las expectativas. La prueba es que esa escalada del 4% está un punto y medio por debajo de la media nacional, que se ha situado en 5,5%. Y también por debajo -muy por debajo- de las propias estimaciones que realizó el Gobierno cántabro cuando aprobó su Presupuesto para el año analizado.
En octubre de 2021, cuando la entonces consejera María Sánchez presentó las cuentas para el ejercicio siguiente, vaticinó que la riqueza regional subiría un 8,6%, impulsada por la vuelta a la total normalidad de todos los sectores y la implementación del Plan de Recuperación y Resiliencia. Una previsión que, evidentemente, porque aún no se vislumbraba el conflicto, obvió las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania. También es verdad que ya en aquel momento esa estimación parecía demasiado optimista frente a la que puso sobre la mesa el centro de estudios del BBVA, del 5,4%, mucho más cercana al dato que publicó ayer el Instituto Cántabro de Estadística (Icane) y que tendrá que ser ratificado en unos meses en el informe de contabilidad regional del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con los números de 2022 aún sin confirmar, lo que es seguro es que Cantabria no ha alcanzado todavía los niveles de riqueza prepandemia. Está cerca, porque se encuentra al 99,6% de llegar al PIB del último trimestre de 2019 -la pandemia se declaró en febrero de 2020-, pero aún no los ha alcanzado. El dato contradice al presidente del Gobierno, Miguel Ángel Revilla, que el pasado 22 de marzo, durante un encuentro con la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) que tuvo lugar en el Hotel Bahía de Santander, afirmó que se había superado ya ese umbral. Hay que disculparle porque el regionalista hizo referencia a un estudio -con estimaciones, no con datos reales como las que ahora se han presentado- de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) que situaba a la comunidad autónoma una décima por encima de la riqueza previa al coronavirus. De hecho, estuvo más cerca de superar ese listón en el segundo trimestre, cuando alcanzó el 99,8% del Producto Interior Bruto. En el tercer trimestre, el repunte de los precios de la electricidad supuso la paralización de una parte de la industria regional y, después, se reflejó en la contabilidad. En el cuarto trimestre volvió a repuntar y ahora está a esas cuatro décimas de lograrlo, en el 99,6%. Por ahora solo pueden presumir de haberlo conseguido cinco territorios: Castilla-La Mancha, Navarra, Murcia, Aragón y Galicia.
Si bien Cantabria ha perdido peso económico respecto al resto del país en 2022, esa estadística que toma como punto de partida la irrupción del virus es más benévola. En el periodo 2020-2022, la región sí muestra un comportamiento mejor que la media de España. El director general de Economía, Manuel Díaz, apunta que «en este ciclo económico marcado por la pandemia de coronavirus y la guerra, la economía de Cantabria se ha comportado mejor que la media nacional». «Aunque es cierto que en 2022 el crecimiento de la región fue algo menor, nuestra senda de recuperación ha sido más pronunciada: la economía de Cantabria cayó menos en 2020 y creció más en 2021, y aunque ahora en este 2022 se ha quedado por debajo de la media, la economía ha seguido creciendo», recuerda. «Por eso Cantabria ha recuperado prácticamente el PIB previo a la pandemia, mientras que el conjunto de autonomías están a nueve décimas», insiste.
En cualquier caso, Díaz señala que «tampoco podemos perder de vista que estamos hablando de un crecimiento muy importante, del 4%», al tiempo que también valora el buen comportamiento del mercado de trabajo, con la creación de más de 2.000 puestos de trabajo netos en el último año. «Quienes pronosticaban que esto iba a ser una ruina y que la economía se iba a derrumbar, han errado claramente», concluye.
De los datos de riqueza del último trimestre de 2022, lo más llamativo es que el Producto Interior Bruto cántabro del sector primario ha caído un 3%. Este porcentaje es el que aporta el propio Icane, aunque en Economía ya avanzan con la realidad del día a día que puede haber un error, por eso lo someterán a revisión.
Y otra variable más, el déficit. Aquí, comparativamente, sí que parece que el dato objetivo es bueno. Cantabria gastó 80 millones de euros más de lo que ingresó, con un desvío del 0,53%, pero dentro del margen permitido y el cuarto mejor dato de España (1,14% de media).
Si el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de Cantabria es la cruz de la moneda en el balance de los principales datos económicos del ejercicio anterior, el Gobierno regional también tiene algún motivo de celebración. No solo en la evolución del empleo, también en la deuda pública. Las cifras aún son desorbitadas porque el pasivo total de la comunidad autónoma a 31 de diciembre era de 3.378 millones de euros, pero se aprecia cierto cambio de tendencia después de más de década y media de crecimiento continuado. Aunque de manera tímida, por primera vez desde 2007 el montante cae respecto al año anterior. Así, en los últimos doce meses ha disminuido en 48 millones de euros. En cualquier caso, sigue siendo el segundo número más alto de la historia al cierre de ejercicio tras el de 2021.
El descenso es mucho más importante en términos relativos. Lo que acostumbran a hacer los economistas y expertos en contabilidad es analizar la deuda en relación a la riqueza del territorio. De esta manera, a igual cantidad de deuda en millones de euros, si una economía crece, el esfuerzo que tendrá que hacer para pagarla será menor. Eso es lo que ha ocurrido el último año: que además de reducirse en 48 millones de euros el pasivo, también el PIB ha crecido un 4%. El resultado es que la deuda se ha reducido hasta el 22,2%, frente al 24,7% de 2021. Hay que remontarse hasta 2015 para encontrar un porcentaje inferior. Los mayores incrementos se produjeron a partir de 2009, durante la anterior crisis.
Ese 22,2% de Cantabria está por debajo del 23,9% de la media de las comunidades autónomas. Hay diez con porcentajes mejores (Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Castilla y León, Galicia, La Rioja, Madrid, Navarra y País Vasco) y solo seis con porcentajes peores (Baleares, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, Murcia y Valencia).
En cualquier caso, los 3.378 millones de euros que deben los cántabros es prácticamente el mismo dinero –3.507 millones en el último Presupuesto– que maneja el Gobierno de Cantabria a lo largo de todo un año. La suma de las Cuentas de todas las consejerías para pagar sueldos de profesores, maestros y bomberos, el gasto corriente de los hospitales o las ayudas a la ganadería. Si se repartiera entre cada uno de los vecinos –incluidos niños y jubilados– tocaría a alrededor de 5.824 euros por cabeza.
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