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A falta de cerrar las últimas matrículas para el curso lectivo que arranca el próximo martes, desde Educación ya contemplan una nueva bajada del alumnado inscrito para las etapas de Infantil. Y no es la primera vez. De hecho, según datos del Sindicato de Trabajadores ... de la Enseñanza (STEC), este descenso es un goteo que comenzó en el curso 2013-2014 y que no ha parado desde entonces. A pesar de que, por el momento, los alumnos que 'faltan' en Infantil y Primaria se equilibran con el crecimiento que experimenta Secundaria, lo cierto es que la pérdida de futuros estudiantes se empieza a notar en las etapas iniciales: las aulas de 2 años. Según los datos facilitados por la Consejería de Educación, este curso abrirán cinco nuevas aulas, pero se cierran nueve, de forma que Cantabria enfrenta el nuevo año lectivo con cuatro aulas menos.
¿La razón? La pirámide invertida, es decir, más población mayor que joven y baja natalidad, un problema demográfico que empieza a hacer mella en el sistema educativo de la región. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2019 hubo 3.547 nacimientos en Cantabria, esto es, casi mil nacimientos menos de los 4.565 que hubo en 2014, año que se toma como punto de inflexión. Los alumnos nacidos ese año empiezan este curso 2º de Primaria. A partir de ahí, las matrículas en las etapas iniciales han ido cayendo, año tras año, hasta un 20%, según STEC.
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Con las nuevas aulas de 1 año proyectadas, a la espera de los Fondos Europeos para su puesta en funcionamiento, fuentes de la Consejería explican que «aunque de un curso a otro se producen pequeñas fluctuaciones, principalmente por el trasvase de población de unas zonas de las ciudades a otras o de unos municipios a otros, es claro el contexto de bajada de la natalidad». De esta manera, el movimiento de sillas y pupitres que precede cada inicio de curso supone en esta ocasión que nueve centros educativos de la región pierdan un aula de 2 años, aunque ninguno se quede sin prestar este servicio ya que todas mantienen al menos un aula abierta.
El cierre del espacio se debe a que la cantidad de alumnos inscritos ya no es suficiente para llenar las dos o tres clases disponibles, lo que obliga a los equipos directivos a reducir esta oferta. Así, los centros que han cerrado una de sus aulas son el Ramón y Cajal, en Guarnizo (pasa de dos aulas a una); Miguel Hernández, de Castro Urdiales (de dos a una); Santa Catalina, también en Castro Urdiales (de tres a dos); Flavio San Román, en Bárcena de Cicero (de dos a una); Ramón Laza, de Cabezón de la Sal (de tres a dos); La Robleda, en Cartes (de tres a dos); Gerardo Diego, en Santa María de Cayón (de cuatro a tres); Pancho Cossío, de Torrelavega (de dos a una), y Buenaventura González, de Santa Cruz de Bezana (de cuatro a tres).
Por su parte, los colegios que ganan un nuevo aula son el Villasuso, en Cieza; el San Andrés de Luena; el Doctor Madrazo, en Vega de Pas; y Nuestra Señora del Roble, en San Pedro del Romeral, todos en zonas rurales. La capital Santander también gana un aula de 2 años más para dar servicio a la demanda que crece en el colegio María Sanz de Sautuola, en La Albericia, que pasa de tener una única clase a tener dos este nuevo curso.
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