Emerita dice ahora que no hay tanto zinc en el Besaya como reflejan los estudios

La compañía americana emitió ayer un comunicado para explicar que los resultados de la investigación «no concuerdan con los datos históricos» que obran en la Escuela de Ingeniería de Minas de la Universidad de Cantabria en Torrelavega, lo que obliga a «reformular» calendarios y planteamientos.

Los retrasos en la concesión de los permisos demoró hasta marzo de 2019 la primera prospección de Emerita. Un pinchazo de 500 metros de profundidad en una parcela de Queveda (Santillana del Mar). «Estoy convencido de que va a salir muy bien esto», dijo aquel día Miguel Ángel Revilla. Pero los primeros resultados no fueron para tirar cohetes. El laboratorio detectó un 9% de zinc frente al 11% de máxima que se esperaba encontrar en la zona. Del resto de sondeos nunca se supieron los datos.

«El yacimiento es más complejo de lo previsto», señaló Emerita en su comunicado, en la que también reconoció que solo uno de los sondeos aportó «un porcentaje nítidamente positivo de zinc», lo que revela que la complejidad del yacimiento es «superior» a la que en principio se previó a partir de los datos históricos.

La firma americana se considera «orgullosa» de haber realizado un esfuerzo de cerca de dos millones de euros en la exploración del yacimiento -estaban previstos 17 millones- y subrayó que, de todas las compañías convocadas por el Gobierno de Cantabria, la suya ha sido la única que abrió una oficina permanente en Torrelavega.

En Emerita creen que su compromiso con el proyecto está «fuera de toda duda», aunque «la realidad de la investigación ha demostrado que ésta debería ser más amplia en el tiempo, de ahí que se solicitase una prórroga no aceptada por la Consejería de Industria del Gobierno de Cantabria».

Emerita también agradeció a los ayuntamientos «su agilidad» a la hora de tramitar los permisos necesarios para la exploración, y también la colaboración de los vecinos que facilitaron la ocupación de sus fincas «con un espíritu constructivo, al percibir la trascendencia económica y social de la investigación».