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Los protones se asoman a Cantabria. Quienes luchan contra el cáncer o tienen el diagnóstico en su entorno próximo pueden estar ya familiarizados con este término que, fuera del ámbito médico e investigador, puede sonar poco o nada aún. Es la radioterapia más avanzada ... y precisa que existe, un arma letal frente a los tumores más escondidos. Y la esperanza a la que se aferran quienes pueden pagar cuantías millonarias por acceder a este tratamiento fuera de España -única vía de acceso rápido-. El caso conocido más reciente ha sido el protagonizado por el hijo de la actriz Ana Obregón y de Alessandro Lequio, tratado en Nueva York con protones, una tecnología que no es nueva (se usa desde hace más de veinte años) pero que por su altísimo coste e ingente infraestructura ha estado muy restringida a nivel internacional y aún no ha desembarcado en nuestro país. Pero Cantabria tiene ahora la oportunidad de entrar por la puerta grande en la era de los protones, la radioterapia capaz de llegar a las células tumorales que se escapan al tratamiento convencional. Máxima precisión, sinónimo de mayor curación del cáncer.
La Consejería de Sanidad negocia desde hace varios meses la oferta de una empresa privada dispuesta a invertir unos 40 millones de euros para instalar en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla el primer centro de protonterapia de la sanidad pública de España. Un proyecto que desde el minuto uno tanto la Dirección del hospital como el propio servicio de Oncología Radioterápica, del que dependería la unidad, lo han acogido como «una oportunidad que no se puede dejar escapar». Una «lotería premiada» que situaría a Cantabria en el mapa internacional como referente de la radioterapia más avanzada de Europa -sólo dos hospitales privados (Quirón y la Clínica Universitaria de Navarra) han dado los primeros pasos para incorporar los protones a su cartera de servicios-.
30.000 euros es el precio medio en Europa por tratamiento, aunque varía según el tipo de tumor.
450-600 es la horquilla de pacientes que aspira a tratar el centro de protones de Cantabria al año.
Los expertos en la materia apuntan que el hospital público que dé el campanazo en España con el bombardeo de protones, será «el epicentro de esta tecnología durante la próxima década». Con los beneficios que ello reportaría. Primero, por supuesto, para los pacientes susceptibles de ser tratados con esta terapia innovadora y eficaz accesible en centros de Europa, como Munich (Alemania), Italia, Praga o Niza (Francia), o de Estados Unidos, lo que implica tiempo en los trámites de la derivación desde la sanidad pública, que la propia enfermedad no siempre da, y un coste económico para las familias desplazadas, que tienen que lidiar también con problemas logísticos, de idiomas o incluso laborales, como ocurre cuando los pacientes son niños que viajan al extranjero acompañados de sus padres en busca del milagro de los protones.
Pero quienes están empujando para que el proyecto salga adelante, sin que se vea afectado por interferencias políticas, apuntan también el «tremendo impacto» que tendría esta unidad para Valdecilla, que de inmediato se convertiría en centro de referencia nacional (CSUR), y en consecuencia para Cantabria, puesto que los casos derivados desde los hospitales de todo el país se traducen en ingresos para las arcas públicas. Y no acaban ahí las ventajas. Los protones abren «un campo inmenso» a la investigación, que están ansiosos de explorar los grupos del Idival y de la Universidad de Cantabria.
Este proyecto de colaboración público-privada permitiría incorporar al sistema una tecnología a la que sería casi imposible llegar sin el apoyo empresarial. Pero es ahí precisamente donde está el meollo y el freno por parte de la Consejería. Tiene que buscar cómo encaja esta iniciativa privada dentro del sistema público y de su propio discurso político, con el que hizo férrea oposición en la legislatura popular. Aunque aquí hay una diferencia clave con respecto al contrato de obras y servicios de Valdecilla que levantó ampollas en las filas socialistas, y es que es la empresa la que viene con la idea y el dinero encima de la mesa. La consejera, María Luisa Real, ha guardado con celo el curso de las negociaciones para no enturbiar el procedimiento, por miedo a que la compañía reciba contraofertas de otras comunidades en tanto se perfilan las condiciones de esa colaboración.
Descargan toda su letalidad allí donde se dispara el haz, con una precisión minuciosa, y sin afectar a los tejidos sanos que circundan la lesión. Es el poder de los protones. Para entender qué son y cómo funcionan hay que partir de la base de que toda irradiación es una energía capaz de provocar un cambio en la materia biológica. Pero sólo las denominadas ionizantes, que son las que utiliza la Oncología Radioterápica como tratamiento (fotones o rayos X, electrones y protones), tienen capacidad de destrucción, con una diana común: las células tumorales. Las no ionizantes son las electromagnéticas (por ejemplo, láser, microondas, infrarrojos...), que provocan un efecto pero no modifican la materia. La ventaja de los protones, sobre electrones y fotones, es que descargan sólo donde apuntan, aumentando la eficacia y reduciendo el nivel de toxicidad.
Pero Valdecilla tiene una baza sobre el resto de eventuales candidatos: el interés claro y contundente del inversor (que ha pedido expresamente no dar a conocer su nombre mientras no haya un acuerdo firme) para que sea el hospital cántabro el que lidere la implantación de los protones en España. Por múltiples motivos, como explica uno de sus responsables: «Pensamos que el primer centro de protones de carácter público tiene un encaje claro en Valdecilla. La gente confunde la tecnología con algo que compras y se pone en marcha, pero no es ni mucho menos tan sencillo. Se trata de tecnología de alta complejidad que requiere excelencia y especialización. Y Valdecilla, que apuesta claramente por la innovación, reúne todos los requisitos con un nivel de calidad y seriedad sobresaliente». Sin olvidar, subraya, que dispone de un centro de formación que es referente en Europa: el Hospital Virtual, que «indudablemente tendrá un papel fundamental en el futuro. No cabe duda de que la alta especialización va a traer talento a la región». A todo eso se añade, sobre todo, el gran poder de atracción del servicio de Oncología Radioterápica, que dirige Pedro Prada. «Es importante asociarnos con un grupo de radioterapia de primera y éste lo es. La terapia de los protones pretende ser compatible con los tratamientos que ya hay, será una extensión del servicio».
Y Valdecilla puede presumir de tener el abanico más completo y puntero de posibilidades terapéuticas en este campo de todo el país. No sólo se ha dotado de dos aceleradores de radioterapia externa de última generación, adquiridos dentro del plan de renovación tecnológica impulsado desde la Consejería de Sanidad, sino que es referente nacional en braquiterapia, ha introducido en el último año la radiocirugía y hace apenas un par de semanas ha puesto en marcha el acelerador de electrones portátil que permite aplicar las sesiones de radioterapia durante la cirugía, lo que se traduce en dosis más altas y eficaces directamente sobre la zona tumoral en cánceres complejos, a los que de otra forma es difícil que llegue la irradiación. A esto se sumará la próxima semana otro hito: la oncotermia, otra técnica innovadora y sin precedentes que utiliza el calor para potenciar el efecto del tratamiento. Es indudable, y la empresa así lo reconoce, que el imán que ha hecho que los ojos se hayan puesto en Cantabria para desarrollar la protonterapia también tiene un nombre propio. «En Medicina siempre tienes líderes de opinión reconocidos nacional e internacionalmente, es lo bonito de la ciencia y la medicina, que es justa porque se basa en realidades. Y Pedro Prada ha conseguido que su servicio sea de excelencia, como hay pocos. Ese ha sido el factor número uno para apostar por Valdecilla», destaca un portavoz de la compañía, satisfecho del «nivel de profesionalidad y el interés con el que ha respondido el hospital. Como empresa buscas oportunidades de negocio, pero es esencial que el centro y la Consejería estén convencidos de las bondades del proyecto para los pacientes». La sintonía «existe», señalan ambas partes. La consejera aún no ha dado el 'sí', aunque alaba la propuesta, «una gran innovación tecnológica para Valdecilla».
Real, que tiene al alcance de la mano poner el mejor broche posible a una legislatura bastante convulsa, se muestra cauta: «Estamos hablando de ello. Ha habido varias reuniones y hemos avanzado bastante. Es cierto que la empresa está accediendo a nuestras peticiones. No puedo decir más. Estamos interesados en que salga adelante, sin duda ser el primer hospital público de España en incorporar los protones sería bueno para Valdecilla y para Cantabria».
Con la empresa dispuesta a desarrollar este prometedor proyecto, la última palabra la tiene el Gobierno regional, a sabiendas de que hasta que los protones lleguen a los primeros pacientes aún pasarían dos años a partir de que se selle el acuerdo. La protonterapia sería una realidad la próxima legislatura. Y con ella se generarían alrededor de 28 puestos de trabajo (entre médicos, físicos y técnicos), que es el personal que requiere un equipo de estas características para funcionar en dos turnos y maximizar el número de pacientes tratados (entre 450 y 600 anuales).
La terapia de protones no es un invento nuevo, ni mucho menos. La primera unidad se instaló a finales de los años 50 en Estados Unidos. Pero la traba que ha impedido su expansión es que era una tecnología «muy cara e inabarcable por sus dimensiones». Hace una década, un centro como el que se plantea abrir en Valdecilla podía costar más de 200 millones de euros. En los últimos cinco años ha habido una eclosión por la conjugación de dos factores: las validaciones clínicas y los avances tecnológicos, que permiten disponer de equipos más compactos, lo que supone menos coste de fabricación y de consumo de energía.
La unidad de protonterapia requiere de la construcción de un búnker dentro de una infraestructura del tamaño de una pista de tenis. Encontrar el emplazamiento adecuado para levantar esta instalación no será problema para Valdecilla, que dispone de la ubicación idónea. En el corazón del hospital, entre la línea de los antiguos pabellones y las tres torres. La ubicación se aprecia en la fotografía de esta página (el patio interior con franjas grises y blancas), paralela a los sótanos del centro y próxima al servicio de Oncología Radioterápica. «Se necesita una obra importante, este tipo de construcciones son muy complejas y, como cualquier equipo de radiología, requiere de exigencias elevadas en materia de seguridad y el equipamiento se construye bajo pedido», subraya la empresa.
«En España vamos muy tarde en la implantación de la protonterapia, hay países que la tienen hace veinte años, aunque ha sido en los cinco últimos cuando se ha desarrollado a mayor escala», añade. Hasta ahora, sólo la Clínica Universitaria de Navarra y el centro de Quirónsalud, ambos en Madrid, han apostado por los protones. Sus respectivos proyectos están en curso. En el primer caso, con la construcción de las instalaciones en marcha, la previsión es que empiece a tratar pacientes en el primer trimestre de 2020. Más avanzado se encuentra el centro construido por el Grupo Quirón, también de ámbito privado, que podría estrenarse a finales de este año. Dependiendo del tipo de tumor, se estima que la duración de la terapia con protones será de 15 a 20 días, aunque la sesión en sí es cuestión de minutos.
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