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CONSUELO DE LA PEÑA
Viernes, 29 de marzo 2019, 07:03
En España, pero mucho menos en Cantabria, es del todo inusual el salto de empresarios de renombre a la arena política. Aún se recuerda la sorpresa que causó hace una década en el panorama nacional el fichaje por el PP del que fuera presidente de ... Endesa Manuel Pizarro como número dos por Madrid. Lorenzo Vidal de la Peña (Santander, 1962) ha roto esta tendencia. No sólo es la tercera generación de una distinguida estirpe empresarial santanderina, sino el presidente de los empresarios cántabros, y ya ha puesto un pie en la política.
Vidal de la Peña no sorprende a nadie con su entrada como número dos en la lista autonómica del PP. Al menos no a nadie que haya seguido sus movimientos en los últimos cuatro años al frente de la CEOE de Cantabria y sus comentarios displicentes con el Gobierno regional, comentando los vaivenes de la política cántabra. El último episodio lo protagonizó la semana pasada en un foro informativo, cuando arrojó a la cara del presidente Miguel Ángel Revilla el hiriente comentario «menos romería y más trabajar», que removió de las sillas a más de un consejero.
El empresario, que nunca temió mojarse, se lanza ahora a la piscina política. Y es que si alguien tiene capacidad para estar en el ojo del huracán ése es Vidal de la Peña, sobre todo desde que se puso al frente de la patronal empresarial en 2015, donde demostró su talante a la hora de recomponer los platos rotos. Dicen que es un líder nato, que entusiasma y convence, que suma y no divide. No en vano consiguió cerrar las heridas abiertas tras una lamentable historia de guerras internas en la CEOE y dotó a la organización de unidad.
Lo mismo hizo en su propio sector, que se miraba de reojo y ahora trabaja unido en Asecove, la Asociación Empresarial de Concesionarios Oficiales de vehículos en Cantabria. Que tiene alma de líder lo demuestra también su elección en 2017 como presidente de la Asociación de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios (Ganvam) o su más reciente nombramiento como vicepresidente de la patronal nacional Confemetal.
El salto de Lorenzo Vidal de la Peña a la organización empresarial le confirió un especial protagonismo social, que permitió al director del grupo automovilístico Vidal de la Peña estar siempre en la palestra, una situación en la que, lejos de incomodarle, se ha sentido como pez en el agua.
Extrovertido y charlatán, siempre cercano con los medios de comunicación, en estos cuatro años al frente de la patronal se ha ido configurando su propia imagen, siempre crítica con el Ejecutivo cántabro, hasta el punto de imbricar la empresa con la política. «No puede ser que el Año Jubilar Lebaniego sea la única acción que tiene el bipartito para 2017», clamó sin sonrojo para incomodo del Gobierno. Mes a mes fue subiendo el diapasón sin temor a mojarse, hasta el punto de que quiso intervenir ante el Pleno del Parlamento para exponer a todos los diputados cuál es la situación de la región desde el punto de vista de la empresa, y proponer la elaboración de un plan estratégico para Cantabria, una iniciativa que fue frenada en seco por los partidos que integran el Gobierno.
Esta maniobra supuso un punto de inflexión y escoró al empresario hacia la política hasta convertirse en un grano en el cogote del Ejecutivo. Tan sólo meses después se alió con el entonces ministro de Fomento, el cántabro Íñigo de la Serna, para diseñar un plan estratégico al margen del Gobierno, echando así más leña al fuego que había prendido para achicharrar al Ejecutivo. Para entonces, enero de 2018, nadie dudaba ya del salto a la política del empresario, que, gallego, ni afirmaba ni desmentía: «Sólo sé lo que hago hoy».
Entre órdagos al Gobierno cántabro Vidal de la Peña no dudó en sugerir un adelanto electoral entre duras críticas al bipartito y presentó 'Cantabria 2030', su plan estratégico regional para modernizar la economía autonómica. Para entonces, el presidente Revilla le había instado ya en más de una ocasión a presentarse a las elecciones. '¿Y si me presento, qué?', titulaba un artículo de opinión publicado el pasado domingo en este periódico, todo un aviso a navegantes.
Pero Vidal de la Peña es también un hombre disfrutón. Le gusta recorrer el monte los fines de semana, en moto y a pie; el cine, el desayuno sin prisas, el deporte, la lectura, el buen vino... y su mujer Cristina, con la que tiene dos hijos: Lara, de 25 años, y Lorenzo, de 22. Curioso y desprovisto de prejuicios, fue un chico rebelde de familia acomodada que tenía amigos en el Tenis y en la Gándara, que convenció a su padre para estudiar en un instituto público, el Villajunco, tras haber pasado por El Jardín de África y La Salle. El mayor de cuatro hermanos varones, Lorenzo fue educado en un estricto internado londinense, al que también envió a sus hijos, siguiendo así la tradición familiar porque su abuelo José también mandó al padre de Lorenzo a trabajar en una fábrica inglesa.
Estudió Empresariales entre Santander y Oviedo, formación que completó con un máster del IESE. Volvió a Santander para trabajar, pero no quiso hacerlo con su padre. «Empecé vendiendo coches usados, después nuevos. Con veinticuatro años creía que lo sabía casi todo y monté concesionarios por mi cuenta», evocaba en este periódico el propio Lorenzo.
Pero el delicado corazón de su padre le obligó a comprometerse con la empresa familiar. En 2009 se convirtió en único propietario del Grupo Vidal de la Peña, un apellido con el que todos los cántabros están familiarizados. Su familia fue pionera en establecerse en una entonces desierta avenida de Parayas. Y él fue el primer sello oficial que abrió un taller donde reparaba todas las marcas y el primero que vendió coches eléctricos en España.
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