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«El jueves a las cinco de la tarde casi todo el mundo ha terminado y se marcha. Es casi trabajar la mitad de la semana y tener la otra mitad de vacaciones: una chulada para ellos». Así, en resumen, explica Jacinto Pelayo, CEO de ... Evenbytes, cómo es tener una jornada de cuatro días. Su empresa, radicada en Santa Cruz de Bezana y dedicada, entre otras actividades, al desarrollo de software y a la elaboración de proyectos de inteligencia artificial (IA), fue pionera en la implantación de este sistema de trabajo, que puso en marcha ya en 2023. «Trabajamos 36 horas -aunque los contratos son de 40-, mientras todo vaya bien, como es el caso de momento. Los empleados colocan esas 36 horas como quieren: hay gente que viene cuatro días y gente que viene cinco; pueden venir antes, después, teletrabajar... Hay que asegurar unas cuantas horas en común, y a partir de ahí el horario es flexible».
En Evenbytes trabajan por objetivos, con proyectos que deben finalizarse en plazo. «Una vez terminados, no necesariamente hay que encargar a la gente más tarea». Según Pelayo, esa forma de funcionar no merma la productividad de la firma. «A cambio de menos horas, hay que rendir cuando se trabaja, concentrados». Presume que la empresa, que en la actualidad cuenta con trece empleados, es una de las más solicitadas para las prácticas por recién licenciados de Matemáticas, Informática y Telecomunicaciones: «Recibimos cada año más de cincuenta peticiones de chicos que terminan».
La generalización de ese nuevo horario laboral, que ya se planteó de forma experimental hace un año, es un plan a medio plazo del Gobierno de España tras el objetivo que está negociando ahora de reducir el número de horas de trabajo semanales a 37,5, con la intención de facilitar la conciliación y mejorar la calidad de vida de los empleados.
«Un contexto como el actual, de avances tecnológicos, de digitalización de muchos procesos productivos, en el cual el tiempo para producir un producto o ejecutar un servicio se ha reducido de manera considerable, es el momento de abordar la reducción de la jornada de trabajo y la distribución de la misma», sostiene Valentín Fernández Gándara, secretario de Acción Sindical de UGT en Cantabria.
«Entendemos que una jornada laboral de cuatro días semanales es también clave para hacer frente al desempleo estructural que nuestro país arrastra desde hace muchos años, proporcionando un mayor número de empleos -repartiéndose el trabajo- y una mayor calidad de los mismos, incrementándose la productividad y la eficiencia», expone.
«Nuestra propuesta es la elaboración de planes de empresa que vinculen la reducción de la jornada laboral a la creación de puestos de trabajos adicionales, ligando a ellos las ayudas públicas. En ellos habrá de tenerse en cuenta también planes de formación y capacitación», razona Fernández Gándara.
La CEOE, por su parte, no muestra tanto entusiasmo por una idea que no apoya «mientras no exista consenso previo con la patronal y con el resto de los agentes sociales». Entre las «observaciones» que plantea a la medida están la necesidad de adecuarla a cada sector de actividad, de ligar la reducción de jornada a la productividad y de evitar que repercuta en la competitividad de la empresa. Se incide, además, en que son las pymes -más del 95% de las empresas de Cantabria-, las que pueden verse más afectadas, de forma negativa, al tener «menos capacidad, menos flexibilidad y menos recursos para adaptar los nuevos horarios a su actividad».
Jacinto Pelayo
Evenbytes
Juan de Miguel
Grupo SIEC
Eduardo Lamadrid
Asociación de Hostelería
Aparte de otras consideraciones, la patronal cántabra recuerda que en mayo de 2023 se firmó por los agentes sociales -CC OO, UGT, CEOE y Cepyme-, el V Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva, en el que se recomienda a los negociadores de convenios colectivos, entre otras cosas, una senda de alza salarial global del 10% entre 2023 y 2025. Este acuerdo da preeminencia a la figura de los convenios colectivos como la herramienta más eficaz de negociación y acuerdo: ahí fijan las condiciones laborales y donde aparecen las horas anuales, entre otros asuntos.
«Un año después, Gobierno y sindicatos quieren modificar los términos de este acuerdo introduciendo nuevas exigencias en el horario semanal, que influye en el cómputo anual. Esta forma de actuación, aunque legítima, genera desconfianza ya que pervierte el espíritu de lo acordado y acentúa la impredecibilidad de las normas que rigen para las empresas. Esto provoca inseguridad jurídica y empresarial», advierte Enrique Conde, presidente de CEOE-Cepyme en Cantabria.
Por parte del Gobierno de Cantabria, su postura resulta un tanto ambigua, aunque subraya la necesidad de que todo parta de un acuerdo previo. «Al Gobierno le parece bien todo lo que sea flexibilizar y que los trabajadores ganen derechos, pero siempre que no se pierda productividad. Tiene que nacer del consenso y del acuerdo entre la patronal y los sindicatos», opina el consejero de Industria, Empleo, Innovación y Comercio, Eduardo Arasti.
Pero, ¿qué dicen las empresas de todo esto? Lo cierto es que no resulta fácil encontrar muchos más ejemplos de negocios que apliquen en su organización la semana laboral de cuatro días, así que Evenbytes parece más bien una excepción. La opinión generalizada es que la reducción de días de trabajo para los empleados repercute en la actividad, la producción y los costes, y ni siquiera convence una semana de cuatro días tal y como la plantea ahora el PP (sin reducción de horas de trabajo semanales: que sigan siendo 40, aunque repartidas en cuatro jornadas y no en cinco). Señalan, además, coincidiendo con la CEOE, en que no todos los sectores y actividades tienen la misma capacidad de adaptarse al nuevo horario.
Andrés Gómez Bueno
Grupo GOF
Gonzalo Cayón
Federación del Comercio
Estela Añíbarro
Agua de Solares
Juan de Miguel, presidente de SIEC, grupo empresarial multisectorial (construcción, hostelería, servicios deportivos, logística sanitaria...), es tajante respecto a la viabilidad de la semana de cuatro días: «A nosotros nos preocupa porque en nuestro sector, la construcción, tenemos que trabajar de lunes a viernes: es imposible concentrar toda la actividad en cuatro días. En otros sectores puede que sea más sencillo, pero en el nuestro no veo la necesidad».
Tampoco se ve muy claro desde el sector hostelero, como se desprende de la opinión del presidente de su asociación, Eduardo Lamadrid. «El problema es que en hostelería la productividad está vinculada al tiempo de trabajo físico y a la atención al cliente. Las empresas, en caso de que salga adelante esa modificación, solo pueden optar por dar más días de descanso en los establecimientos o aumentar las horas extra de los trabajadores para cubrir esa reducción de horas: las dos opciones tienen implicaciones significativas en costes laborales. Otro problema que puede haber es que sabemos que la hostelería no funciona como una fábrica de tornillos: hay meses con mayor carga de trabajo, y la disminución de las jornadas afectaría también a esos picos de actividad».
Tampoco Andrés Gómez Bueno, director general del Grupo GOF (con una actividad variada que incluye el comercio de materias primas para nutrición animal, logística, operaciones portuarias y aplicaciones informáticas), cree sencillo aplicar ese nuevo modelo. «Cuatro días nos parece muy complicado de asumir, sobre todo para las pymes. Otro caso puede ser el de las empresas con más recursos, que pueden ser capaces de dar soporte y cobertura y resolver incidencias. En el nuestro, que tenemos que atender y cargar camiones y trenes, o dispones de un volumen grande de trabajadores, que permita tener gente por turnos, o no hay manera. En la operación portuaria hay que estar a demanda de barcos, trenes o camiones. No es lo mismo trabajar en un proyecto informático que cargar o descargar un barco».
Gonzalo Cayón, de Coercán, la Federación del Comercio de Cantabria, es otro de los que solo contempla dificultades con la semana de cuatro días. «El sector comercial está encuadrado en el sector servicios, y gran parte de quienes atienden en los comercios son autónomos sin trabajadores por cuenta ajena, por tanto no tienen ese problema. Los que cuentan con empleados tratan de cubrir con ellos la mayor parte del tiempo que el comercio permanece abierto al público. Para el 95% del comercio, reducir días de atención al público es inviable, porque no puedes decir que cierras el viernes por la tarde o los sábados. De hecho, los clientes quieren un horario de apertura mayor, no menor, y piensan que se trata de un servicio público que debería estar abierto 18 horas, de lunes a domingo. Quizás haya sectores en los que resulte más sencillo; en el del comercio es francamente difícil».
«En nuestro caso sería muy complicado -reconoce Estela Añíbarro, directora financiera de Agua de Solares-, y posiblemente supondría incrementar costes: si haces cuatro días, y quitas uno... no puedes estar tres días sin producir. La otra opción es contratar más personal en producción, pero con el resto de departamentos estaríamos en las mismas: hay que contratar más gente, es de cajón, y los costes laborales se disparan. Nadie puede permitirse el lujo de dejar de trabajar un día más, al menos una empresa manufacturera no puede. La máxima es que la empresa se mantenga a flote, y al final todo repercute en el precio del producto. Y competir con otros sitios que no están sujetos a esas limitaciones es cada vez más complicado».
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