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Un día durante la pandemia, con el informativo pasando en bucle datos e imágenes sobre los efectos del covid en hospitales, residencias y otros servicios asistenciales, la madre de Sara Sollima Ríos le preguntó a su hija si todo aquello no acabaría doblegando su vocación de enfermera, manifestada desde que era una cría. Sentadas las dos ante el televisor, la hija le respondió a la madre que, lejos de mermar su deseo, aquello le «daba aún más ganas» de dedicarse a la Enfermería, «de ayudar a los demás». Años después, Sara evoca esta pequeña anécdota en plena travesía para convertirse en una profesional sanitaria, un viaje que discurre enteramente por la Formación Profesional (FP). Desechado el Bachillerato –«decidí que no quería ir por ese camino»–, primero cursó un grado medio de Cuidados Auxiliares de Enfermería en el IES Cantabria (Santander), y sin moverse de este instituto público de La Albericia, empezó a estudiar uno superior de Anatomía Patológica. Ya está en segundo curso y, entre pruebas biológicas y citologías, ha reafirmado sus ganas de convertirse en enfermera, etapa universitaria que quiere iniciar el próximo año. «Ojalá», dice.
Sollima visita esta mañana el aula de Cuidados Auxiliares de Enfermería, donde comenzó su andadura. Es el ciclo formativo de grado más demandado en Cantabria, con 406 solicitudes para un total de 355 plazas este curso. Pertenece a la familia de Sanidad, también la más requerida por los estudiantes en toda España.
Le siguen en esta clasificación de preferencias e intereses los grados medios y superiores de Técnico de Administración y Finanzas (283 solicitudes para 294 plazas); Técnico en Sistemas microinformáticos y redes (271 peticiones y 290 puestos), o Técnico de Electromecánica de vehículos automóviles (261 y 180, respectivamente). A cerca de un mes para zanjar el proceso de matriculación en esta etapa de educación, que vive un momento de auge total, Cantabria está ya en torno a las 15.000 matrículas, una cifra de «récord», tal y como confirma la directora general de FP del Gobierno de Cantabria, Cristina Montes. Esta cifra incluye las tres modalidades de inscripción: presencial y con matrícula completa; presencial y modular (por ejemplo, quienes se encuentran trabajando y optan por cursar los ciclos formativos ) o la virtual.
El «crecimiento exponencial» de la FP no es un fenómeno exclusivo de Cantabria, sino que lo es a nivel nacional. El Ministerio de Educación ha actualizado recientemente los datos sobre la Formación Profesional en España y casi todas las cifras acaban convertidas en plusmarcas: «Este año, la FP vuelve a marcar récord en matriculación con 1.193.260 estudiantes, lo que supone 48.460 (4,2%) más que el anterior», apuntan desde el departamento que dirige Pilar Alegría, una de las autoridades que acompañó a la reina Letizia en la inauguración oficial del curso de FP que se celebró en el IES José Zapatero de Castro Urdiales el pasado 18 de septiembre. Y como la «apuesta» del Gobierno español por esta etapa posobligatoria responde al «mayor interés de los jóvenes por estos estudios», la Administración presume de una «inversión histórica» –842 millones desde 2020 destinados a las autonomías– para crear nuevas plazas. ¿Cuántas? Desde hace cuatro años se han puesto en circulación 376.187, según contabiliza el Ministerio. «Se está creciendo en torno a las 650 plazas por curso» en todas las modalidades, pero «mucho más» en la presencial, apoya Montes.
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De hecho, el «momento dulce» que vive la FP en Cantabria –así lo califica el consejero, Sergio Silva– lleva a la región a alcanzar porcentajes de matriculación similares a los europeos (48%), e, incluso, a lograr cifras de matrícula que están por encima de las de la Universidad de Cantabria (UC). Haciendo una comparativa a vuelapluma, la UC está este curso en torno a los 13.000 alumnos –entre grados, másteres, doctorados, títulos propios y el Programa Sénior– y la FP ronda esas 15.000 matrículas de récord.
¿Y qué razones explican esta respuesta tan abrumadora y sostenida en el tiempo? La visión de la FP como «herramienta clave para el desarrollo profesional» o el hecho de que procure cualificaciones «muy vinculadas al empleo y a las necesidades de las empresas» –y, por tanto, con un reflejo en el mercado laboral inmediato– son algunas de las razones que recoge el Observatorio de la FP en España, también la modernización de los planes de estudio o el cambio en la percepción social de estos estudios. Además, esta situación de efervescencia no puede disimular los problemas que arrastra la FP a nivel nacional: de la brecha de género en muchas familias profesionales, a las tasas de abandono escolar en esta etapa.
¿Y qué ocurre con la diferencia entre demanda y oferta en el sistema público? Cabe recordar que la FP tiene notas de corte y criterios de admisión –pesan el expediente académico y, ya este curso, el hecho de haber titulado en los últimos tres años– y otros requisitos que 'ordenan' las solicitudes. Pero Montes subraya, ante todo, que la dimensión que alcance cada grado siempre estará sujeta a las prácticas –obligatorias– que puedan ofertarse en cada uno de ellos, siempre en empresas del entorno.
Por ejemplo, la familia de Sanidad –a la que además del grado de Cuidados Auxiliares, están adscritos los de Higiene bucodental o Farmacia y parafarmacia, los dos entre los 15 con más solicitudes– tiene listas de espera, y el quid no es tanto acomodar la oferta a la demanda de forma lineal, sino ajustar las plazas a las prácticas que se puedan ofertar –en Valdecilla, por ejemplo– para que el alumnado «pueda titular». Además, Montes defiende la creación de ofertas educativas «sostenibles», que puedan derivar en una «inserción laboral» y en «un relevo generacional» ajustados a la realidad. Se trata de «ser reactivos a lo que necesitan las empresas» o las administraciones. «La existencia de las listas de espera no es porque el sector público no responda, sino porque en FP el sistema no funciona así. Hay que favorecer, siempre, que los alumnos tengan inserción laboral y que encuentren trabajo en Cantabria».
«Recomiendo el itinerario de FP, sobre todo, a las personas que ya saben lo que quieren hacer. Adquieres una buena base de conocimiento», dice Sara Sollima mientras observa a los alumnos de su exgrado de Cuidados Auxiliares en pleno ejercicio con el muñeco Gabi, nombre que ha decidido toda la clase. Al cargo de esta aula del IES Cantabria están, esta mañana de septiembre, los profesores Emma Pena y Antonio Lozano. En el instituto, este grado se oferta en horario de mañana y tarde, en matrícula completa o parcial, «y este año tenemos también la oferta a distancia», que «se ha llenado y tiene lista de espera», explican. Además de la variedad de itinerarios y de la duración y estructura del grado –un año en el aula, tres meses de prácticas puras–, ¿qué creen que explica su tirón? «Hay mucha demanda de trabajo, hay mucha necesidad de cuidados» en un contexto de envejecimiento poblacional en Cantabria, reflexiona Lozano. «Además de trabajar en un hospital o en ayuda a domicilio, trabajan mucho en residencias. Hay demanda en ese sentido», interviene Pena, que tampoco olvida las salidas en balnearios y clínicas dentales.
«Vienen muy motivados, les gusta mucho la Sanidad y muchos cursan después otro grado superior o uno medio. De aquí van a salir muy preparados, con conocimientos amplios para el cuidado de las personas», coinciden Pena y Lozano. Y esos conocimientos, incide la tutora del ciclo formativo, también tienen que ver con la educación emocional. «Tienen que tener fortaleza física..., pero también mental. Eso lo trabajamos mucho en clase. Les machacamos con la idea de la empatía, de ponerse en el lugar del otro. Insistimos mucho en el secreto profesional y también en el trabajo en equipo. Rotan todos con todos para que la situación sea lo más real posible».
En Cantabria, trece de las 23 familias profesionales existentes tienen una inserción laboral superior al 90%, según el Informe 2022-23 dedicado a analizar este asunto. De hecho, hay cuatro familias con todos sus titulados trabajando o estudiando (es decir, ninguno declara estar buscando un empleo a los seis meses de concluir el ciclo), que son: Edificación y Obra Civil; Energía y Agua; Madera, Mueble y Corcho, y la Marítimo-Pesquera. Todos están al 100%.
A la luz de este informe, el resto de familias presenta una inserción que va del 99% de Hostelería y Turismo al 84% de Artes Gráficas. La excepción es Textil, Confección y Piel, cuya inserción es del 60%, si bien el total del porcentaje es inserción laboral 'pura', ya que los titulados no siguen con sus estudios en esta familia tras el curso 2022-23.
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