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Lucas nació el pasado viernes en el Hospital Valdecilla y desde ese momento, su madre, Sara Martínez, vecina de Ruente, no lo ha vuelto a ver. No le ha sido posible ni siquiera tocarle una sola vez. Los médicos se le enseñaron durante treinta segundos a un metro y medio de distancia. Ha pasado una semana desde que lo que iba a ser una cesárea programada en la Clínica Mompía se convirtió en una película de ciencia ficción. El positivo en coronavirus de la madre, conocido esa misma mañana como resultado de la prueba que se le practicó el día anterior, justo después de ser informada de que el nuevo protocolo ordenaba hacer el test a cualquier persona que se sometía a una cirugía, dio al traste con todos los planes. «Me imaginaba dar a luz en compañía de mi marido y recuperarme junto a él y el bebé», explica Sara. Nada más lejos de la realidad. Tras recibir el alta médica el pasado lunes, madre e hijo se encuentran en la misma casa pero en una planta distinta cada uno. Aislada, Sara se realiza sus curas de la cicatriz de la cesárea para evitar contagios. Las lágrimas brotan de sus ojos cuando recibe algún vídeo de su bebé y se estremece cuando le oye llorar. «Es una impotencia tremenda».
Habiendo cumplido la semana 38 de gestación y conociendo las situaciones que estaba provocando el coronavirus en los hospitales, Sara contactó con su ginecólogo y se programó su cesárea. Estaba previsto que se le practicase en la Clínica Mompía, evitando así «tener que acudir cuando pudiera haber más gente contagiada». El miércoles pasado recibió la llamada del médico para indicarle que al día siguiente debía realizarse el test. «Los resultados, supuestamente, me los daban en unas horas, pero no contestaban ni me decían nada, y ya el viernes fui un poco preocupada al hospital», relata Sara, que reconoce que unos días antes había perdido el gusto y el olfato, «pero la médica de cabecera tampoco le dio importancia porque en ese momento no se consideraba un síntoma».
Llegó a Mompía acompañada de su marido. Al entrar les dijeron que se pusieran unas mascarillas y les condujeron hasta una habitación donde más tarde les informaron del positivo y de que, por este motivo, una ambulancia vendría a recoger a Sara para llevarla al Hospital Valdecilla. A su llegada al centro sanitario, permaneció en una sala vigilada mientras su marido tuvo que esperar en el coche, pues al haber estado con ella, había riesgo de que también fuera portador de la enfermedad. «Le dijeron que no podía esperar en Urgencias ni en ninguna parte», explica la mujer. A Sara le hicieron varias pruebas y «estaba todo perfecto»: era asintomática. Cuando la trasladaron hasta el quirófano le llamó la atención el aspecto de los sanitarios, «que estaban vestidos un poco tipo astronauta para evitar el contagio».
Al finalizar la cesárea pudo conocer a su hijo. «Me enseñaron a mi hijo 30 segundos, a un metro y medio, y sólo lo he vuelto a ver en vídeo». A Lucas, el recién nacido, le hicieron dos test para asegurarse de que estuviera sano. Dieron negativo. «En ese sentido estaba tranquila porque dicen que en los partos naturales sí se puede contagiar porque se mezclan fluidos, pero en las cesáreas, no», dice la madre. Recibió el alta médica el pasado lunes. Ya en casa, ocupa una habitación de la planta baja, que da a un pequeño jardín, y atiende todas las felicitaciones que recibe vía telefónica. «Realmente, no tengo otra cosa que hacer», bromea.
Al principio, lo llevaba «un poco mejor», pero ahora «me emociono cuando mi marido, que finalmente dio negativo en la prueba del Covid-19, me envía vídeos del niño, porque es muy duro». Y lo peor, es que tendrá que continuar en esa situación por el momento. Según le indicaron los sanitarios, deberá repetir la prueba pasadas dos semanas, es decir, el próximo jueves. De ello, Sara fue informada ayer. Hasta entonces, había dos problemas. El primero, que le habían comunicado que al coincidir con la Semana Santa no le podrían hacer la prueba hasta el día 14; y el segundo, que no había test en su centro de salud, donde debían realizar la prueba.
«Ahora mismo no hay test en el centro de salud y tampoco se sabe si los va a haber», lamenta. Ante esa situación, lo que hizo antes de recibir la esperanzadora llamada de ayer de Valdecilla, fue reservar un test en una clínica privada, aunque finalmente no lo va a necesitar. «Me tuve que buscar la vida porque no podía estar así hasta que recibieran los test». Mientras espera, sueña con que pasen los días a toda prisa y con sacar a pasear a Lucas «por Ruente y por todos lados». Pero si algo tiene claro es que lo importante es que ambos están perfectamente. «El niño come y duerme mucho y muy bien, y yo, recuperándome por mi lado, pero muy bien también, sin ningún síntoma». Es seguro que cuando crezca, Lucas escuchara muchas veces todos los avatares que rodearon su nacimiento.
Sara Martínez ha sido la segunda mujer que ha dado a luz en Valdecilla tras haber dado positivo en la prueba de coronavirus. «Quiero dejar claro que estoy muy agradecida a todos los profesionales sanitarios».
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