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La epidemia de gripe acaba de irrumpir en Cantabria, de forma explosiva, como acostumbra, y con antelación. Los datos de contagios de la semana pasada, que sumaron 355, triplican el balance de la anterior, lo que confirma el estallido del virus, fiel a ... la visita de cada invierno aunque más madrugador. «Hasta hace diez días la situación estaba muy estable, pero ha sido después del puente festivo de diciembre cuando ha empezado un nivel alto de declaraciones de casos todos los días, lo que demuestra un cambio de tendencia», señala Luis Viloria, jefe de sección de Vigilancia Epidemiológica de la Dirección General de Salud Pública.
La llegada de la gripe, que ya ha causado al menos tres hospitalizaciones de carácter grave, no ha cogido por sorpresa. Se había anunciado que venía adelantada, en comparación con las últimas temporadas. Y ha entrado de lleno. Es más, el último informe de vigilancia epidemiológica del Instituto de Salud Carlos III, fechado el 14 de diciembre, recogía una incidencia «nula» en Cantabria. En apenas una semana se ha dado vuelta al escenario. Por eso Salud Pública insiste en su recomendación de la vacuna para blindarse ante el virus, especialmente a los mayores de 60 años y personas incluidas en los grupos de riesgo. La campaña aún se mantiene abierta, con dosis disponibles en los centros de salud, hasta el 22 de diciembre, aunque no se descarta una ampliación para dar tiempo a los más rezagados.
Quien se proteja ahora aún puede librarse de las semanas más duras de la gripe. La vacuna necesita quince días una vez administrada para garantizar la inmunidad. «Contábamos con que estaba a punto de llegar la gripe, dado que en Asturias hacía varias semanas que estaban en nivel de epidemia», señala Viloria. También el País Vasco había superado el umbral epidémico. La gripe se propaga en Cantabria, al tiempo que en Castilla y León, Cataluña, Madrid y Extremadura.
«Se considera epidemia cuando la tasa de contagios supera los 58 casos por cada 100.000 habitantes, y en la región, según los últimos datos, estamos en 61. Un nivel epidémico bajo, pero que a partir de ahora empezará a subir», apuntan desde Salud Pública. El azote gripal tiene por delante «entre 7 u 8 semanas» de evolución. «A partir de ahora subirá la incidencia de forma rápida, hasta alcanzar su pico máximo probablemente a principios de enero, y después empezará a descender de forma más lenta. Al menos, por la experiencia y los datos estadísticos que manejamos, así se comporta siempre», añade.
Hasta ahora, el virus que está circulando en la región «casi en exclusiva es el tipo B. En otras comunidades han aislado cepa de gripe A (H3N2), pero aquí aún no.
El 70% de la variante que está apareciendo en toda España, en esta fase de la enfermedad, es la B», que en los últimos años ha tenido menos presencia. De entrada, los más vulnerables a este tipo de infección son los niños, que no tienen anticuerpos frente al virus. Y suelen ser quienes comienzan la cadena de transmisión a los padres. De hecho, el gerente de Valdecilla, Julio Pascual, reconoce que «donde más se ha notado el aumento de la presión asistencial en las últimas fechas ha sido en el área de Pediatría», aunque sin llegar a necesitar un refuerzo del número de camas.
Viloria admite que «la gripe da guerra, sea de un tipo o sea de otro. Pero Salud Pública no ha detectado una incidencia más exagerada de lo normal». Desde octubre, que es cuando se inicia el control de la enfermedad, hasta la semana del 11 al 17 de diciembre, que se han disparado los contagios, han sufrido la gripe un total de 653 cántabros, sin contar aquellos que han superado los molestos efectos del virus (dolores musculares, de cabeza y garganta, fiebre, tos, mucosidad, cansancio...) guardando reposo y tomando antitérmicos sin acudir a la consulta del médico. «Será al analizar las urgencias y los casos de gravedad que se desencadenen con la epidemia cuando veamos si la gripe de este año es peor o mejor que otros años. El comentario de que viene complicada se escucha cada temporada, pero muchas veces es más una percepción subjetiva. Hay que ver cómo evoluciona», defiende Viloria.
El jefe de sección de Vigilancia Epidemiológica augura que «en las próximas semanas, los efectos de la gripe, que se suman a un momento malo de catarros y neumonías, propios de esta época del año, lo van a sufrir los servicios de urgencias». El viernes pasado ya se trasladó el aviso al Servicio Cántabro de Salud, para que estuviera prevenido ante la inminente llegada del 'enemigo'. «Informamos de que lo más gordo se espera para fin de año. Cuando el pico de la gripe coincide con fechas en las que los centros de salud funcionan a medio gas, suele ser un desastre en los servicios de urgencias. En determinadas horas se pueden convertir en un verdadero caos», advierte Viloria.
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