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Puede que la imagen más amenazadora del día estuviera en el color del cielo. A eso de las nueve y media de la mañana de este martes, si uno miraba al fondo a la altura del Chiqui se encontraba con un panorama de tres ... colores. Gris panza de burra en lo alto, azul oscuro (casi negro) en la divisoria con el mar y el turquesa revuelto del agua. Tan densos los tres que el horizonte parecía un muro. Una pared. Y eso no presagiaba nada bueno. Sirvan los datos para demostrarlo. Para esa hora el Cantábrico ya había dejado olas de hasta quince metros antes de que saliera el sol y, a lo largo del día, deparó rachas de viento de casi cien kilómetros por hora y trombas de agua por toda la región –Cantabria fue la comunidad en la que más llovió, con 55,6 litros por metro cuadrado en Santander hasta las siete de la tarde–. La consecuencia, un reguero de incidencias por todo el mapa con el sello de la borrasca Ernest –que así le pusieron los expertos a este último temporal–.
En la capital (donde los bomberos tuvieron una noche movida), la imagen más llamativa estaba por la mañana en Los Peligros. No es que el mar golpeara con más fuerza que otras veces, pero en una playa que ha ido perdiendo arena mientras se decide qué se hace con los espigones, los efectos se ven más. El mordisco llegó al borde mismo de las escaleras de acceso al paseo de Reina Victoria y allí, en el saliente de terreno junto a La Horadada, el arenal queda ahora partido en dos con la marea alta. Ya no se puede recorrer la playa entera, de hecho, con la pleamar.
No fue el único arenal afectado en Cantabria. El temporal, según informa Héctor Ruiz, dejó sin acceso a la playa pequeña de Langre. Las intensas lluvias han creado «un río», tal y como explicaban desde la Junta Vecinal, a los pies de las escaleras del arenal que se ha llevado por delante la estructura al desprenderse el acantilado que las sostenía. Sin salir de Ribamontán al Mar, en el barrio de La Fábrica, en Galizano, llevan tres días con el ojo puesto en el río Herrero, que fluye cerca de tres viviendas y ha anegado los accesos. Se trata de un problema que se genera cada vez que llueve intensamente y para el que los vecinos llevan años reclamando una solución.
Laredo también sintió la huella de Ernest. Aunque por la mañana se informaba de la posible inundación del cuartel de la Guardia Civil, los propios guardias descartaron el hecho. Les pilló cerca, eso sí. Ellos mismos –informa Abel Verano– consiguieron cortar la carretera N-634 que pasa por delante del cuartel, en el barrio Pelegrín, sobre la que corría un auténtico río. Fue a las cinco y media de la mañana, con la lluvia, el granizo y la marea subiendo, cuando se produjo el desbordamiento de un regato. La carretera se cortó en el tramo de Laredo y también a la altura del campo de fútbol, donde había un palmo de agua. Eso provocó inundaciones en los garajes. «Aunque estamos ya acostumbrados, hacía años que no se inundaba tanto». Eso, con el agua a la altura del tubo de escape de su coche.
Problemas en viviendas de Colindres y Meruelo, en garajes de Bezana, Alfoz de Lloredo o Guriezo, balsas de agua en Camargo (en la calle Julio de Pablo, de Maliaño, con problemas para los coches), un árbol caído en San Pantaleón de Aras (Voto), una pared de arena en la playa de Loredo, un pequeño argayo en Peñacastillo... Hasta un vídeo circulando por las redes del agua corriendo por el piso hasta la playa de Los Molinucos. Un rosario de incidencias (mobiliario urbano, luces de Navidad o cableado eléctrico). Tanto, que desde el inicio de esta sucesión de temporales, el 112 ha recibido 208 llamadas y ha gestionado un total de 115 incidencias (hasta primera hora de la mañana de este martes, porque luego recibió otras 153 más). Todo, por la combinación de nieve, lluvia, viento y olas. Lo primero provocó que permanecieran cerrados los puertos de Lunada y Estacas de Trueba (más allá de restricciones para transitar por La Sía, San Glorio y por otro puñado de carreteras de la red secundaria). En Alto Campoo, la nieve dejó una capa de 18 centimetros. La lluvia –con granizo, a ratos– puso, por su parte, a Santander, Soba, Ramales, Santillana del Mar y Bárcena de Cicero entre los diez puntos en los que más llovió de todo el país.
Santander: 55,6 litros/m2
Soba: 54,2 l/m2
Ramales: 51,4 l/m2
Treto: 48,4 l/m2
Santillana del Mar: 46,4 l/m2
Santander: 97 km/h
Alto Campoo: 87 km/h
Castro Urdiales: 86 km/h
Tresviso: 80 km/h
Aeropuerto Seve Ballesteros: 78 km/h
En cuanto a las rachas de viento, Santander, Alto Campoo, Castro Urdiales o Tresviso las tuvieron por encima de los ochenta kilómetros por hora (en la capital rondaron los cien). No hizo, eso sí, tanto frío (aunque con semejante panorama la sensación térmica fuera de 'quédate mejor en casa'). En la estación invernal, la temperatura bajó hasta los 3,2 grados bajo cero, pero la máxima en la comunidad –otra vez Santander– estuvo cerca de los once.
Los que sí disfrutaron fueron, por un lado, los amantes de hacer fotos y, por otro, los que practican el surf. Los primeros aparecían por la costa en cuanto dejaba de llover. Los segundos, en El Sardinero dejaron la estampa de un batallón en el agua. No es exagerado decir que, a eso de las once, echando un vistazo desde García Lago hacia La Magdalena, se podía contar más de cien. A esa hora, la boya Augusto González de Linares indicaba una altura máxima de siete metros (llegó a quince a las 00.00).
Para el miércoles, en principio, no hay alertas. Pero –no se hagan ilusiones– en la predicción no faltan lluvias, fuertes vientos y nieve por encima de los 800 metros.
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