Secciones
Servicios
Destacamos
La preocupación llegó pasadas las diez de la noche de este pasado domingo. El 112 recibió un aviso de 'prealerta': cuatro espeleólogos se encontraban atrapados en la cueva de Vallina por la crecida del caudal de un río subterráneo; y el equipo de rescatadores ... de la Cruz Roja montó el puesto de mando en el centro de Arredondo, como dicta el protocolo cada vez que la vida de alguien corre peligro en las entrañas de la montaña. Pero apenas cuatro horas después, los cuatro expertos que permanecían atrapados y que llevan años adentrándose en este complejo para cartografiarlo, consiguieron salir por sus propios medios, como habían hecho antes los otros tres que completaban el grupo y que dieron la señal de alarma. «No ha sido un rescate, ha sido un retraso por un contratiempo», defiende uno de ellos, que prefiere el anonimato; pero hubo unos minutos, al principio de la noche, en que nadie sabía exactamente si estaban bien. Lo cierto es que la Fundación de Espeleosocorro Cántabro (Esocán) había emitido el martes un aviso de «niveles de agua extremos» y desaconsejaba adentrarse en sistemas con curso hídrico activo.
El periplo de siete expertos espeleólogos comenzó el jueves, cuando se adentraron en la cavidad. Llegados Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia, Castellón y Cantabria, llevan cuatro años explorando la cavidad para cartografiarla. Tienen premiso específico de la Dirección General de Patrimonio, un documento que habilita a entrar y salir sin necesidad de dar aviso al 112, cuestión por otro lado ineludible para otros grupos que realizan este deporte. Si hay alguien que conoce Vallina, son ellos; pero este pasado fin de semana pasaron por alto un detalle, la nieve.
Noticia relacionada
Elena Tresgallo
«Cuando se entra el pasado jueves hay mucha lluvia, pero no más que otras veces que hemos accedido», confiesa la misma persona. La situación se complica la última hora del sábado, cuando estaba prevista la salida y, también, cuando el deshielo se une a las lluvias torrenciales y todo ese agua se filtra al interior de la roca. «Entonces hay un río que comienza a crecer y el agua bajaba con mucha fuerza, demasiada para remontarlo hacia la salida». No tienen fuerzas para hacerlo y en el equipo hay un hombre de 70 años que está muy cansado. Todo el equipo estaba agotado después de tres día durmiendo en las profundidades.
Tres de los siete espeleólogos deciden quedarse junto al río, vigilando que pase la crecida. Los otros cuatro vuelven sobre sus pasos, agotados, y optan por descansar en un vivac, un campamento que han montado en un lugar seco. «Tenemos varios campamentos montados por la cueva porque solo para llegar al lugar donde estamos cartografiando tenemos que andar dos días».
A las cinco de la madrugada del domingo la corriente de agua da un respiro y los tres que están aguardando junto a ella salen al exterior para dar el aviso. En el 112 aguardan unas horas a la espera de que los cuatro atrapados puedan salir, pero las horas pasan y no hay novedad. Dos especialistas que conocen al grupo y que están en el exterior se adentran y atraviesan el río en dirección a ellos para comprobar que se encuentran en buen estado y que tienen todo lo que necesitan. Completan en una hora un recorrido en el que normalmente invierten tres. «Los encontramos y están bien, descansando y con todo lo necesario para estar allí más tiempo», cuenta este testigo.
Hicieron lo correcto, lo que dicta el manual de buenas prácticas de este deporte; pero es lógico que la preocupación creciera afuera, donde pasadas las diez de la noche del domingo el 112 montó el puesto de mando para poner en marcha el rescate.
«No se les puede achacar ninguna imprudencia porque han hecho lo que tenían que hacer. Esperar a que mejorase la situación y aprovechar una ventana de calma para salir», acredita Lucía Agudo, presidenta de la Federación Cántabra de Espeleología. Pero lo cierto es que al menos Esocán sí había advertido de «niveles de agua extremos». El problema fue la nieve. «Nunca en estos años habíamos entrado con nieve y esto es lo que pasa», cuentan los protagonistas. «También es cierto que cuando estás explorando estos espacios no los conoces, y menos en según qué circunstancias climáticas». Por suerte, el nivel del agua del río descendió poco después, y también su fuerza de circulación. A la una de la madrugada, ya del lunes, los espeleólogos lograron remontarlo y abandonar Vallina por sus propios medios.
En la zona hay otras cavidades que han jugado malas pasadas a otros deportistas. A principios del pasado mes de agosto, tres espeleólogos valencianos (dos hombres y una mujer de mediana edad), fueron rescatados de madrugada tras perderse en la travesía Tonio-Cañuela, ubicada también en Arredondo. Ante el retraso en la hora estimada de salida de la cavidad, el Gobierno de Cantabria activó el dispositivo de búsqueda en cuevas a medianoche. Los encontraron perdidos y con síntomas de cansancio y frío, pero no fue necesario su traslado al hospital.
Peor suerte corrió unos días antes (finales de julio) un espeleólogo francés que falleció en una cueva en el entorno del Portillo de La Sía, en el valle de Soba, tras quedar sepultado por un desprendimiento de rocas. Fueron testigos sus dos compañeros, que no pudieron hacer nada para ayudarle.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.