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Era domingo, y apenas pasaban coches por la S-20 ni por el centro de Santander, donde el frío y el temor al covid aún mantenían las persianas de los locales y las casas a medio gas. Aquel 27 de diciembre de 2020 se ... fijó en el calendario como el día en que la balanza se empezaría a inclinar hacia el lado opuesto. Y así ha sido. Un año después del primer pinchazo en el brazo a la cántabra María Dolores Luzuriaga, en el CAD de Cueto, Cantabria hunde los pies con fuerza para que la sexta ola y su récord de contagios no la lleve por delante. ¿Qué ha cambiado en estos doce meses desde que, justo hoy hace un año, se iniciara la campaña de vacunación en aquella residencia de Santander? «Apenas hemos tenido incidencia y muy pocos casos, pero el miedo continúa», dice su director, Nicolás Peña: «Pensábamos que la vacunación iba a ser la panacea, pero mantenemos el control de las visitas familiares y no hemos recuperado todas las actividades. No es la vida previa y el problema es que no sabemos cuándo la podremos tener».
La percepción del miedo es lo único que ha cambiado en estos doce meses en los que Cantabria, según los últimos datos disponibles del Servicio Cántabro de Salud, ha inoculado ya 1.110.378 vacunas. «La palabra muerte, que antes era lo que más temíamos por la cantidad de fallecimientos que tuvimos en los centros sociosanitarios, igual ahora ya no pesa tanto, pero el miedo a los contagios sigue estando ahí», dice el responsable de la residencia donde empezó todo, tal día como hoy, hace un año.
499.245personas inmunizadas (al menos con las dos dosis recibidas) hay ya en Cantabria
Los medios de comunicación estaban allí para contarlo, las cámaras recogían el instante en el que los primeros viales llegaban escoltados por la policía nacional, y en casa, quienes lo veían y lo leían, se remangaban contando los días para que su franja de edad les pusiera a tiro de la aguja. «Hace un año, vivíamos un panorama esperanzador porque se empezaban a tomar medidas de vacunación y entonces era el único arma, pero ahora que se cumple el año, miras para atrás y yo ya llevo tres, y a ver las que me quedan», dice Álvaro Anduiza, médico del CAD de Cueto. Él fue de los primeros en recibir la dosis, y a la espera de una cuarta «o lo que tenga que venir», advierte que seguirá adelante «con esperanza».
La prueba de que la realidad hoy es muy distinta a la de hace un año está en la propia María Dolores Luzuriaga, usuaria de 73 años del CAD de Cueto y la primera de Cantabria en recibir un pinchazo. Su experiencia y su voz fueron toda una declaración de intenciones cuando entonces el temor a los efectos secundarios provocaba recelos: «Todo va a salir bien», dijo entonces esta antigua trabajadora de Valdecilla que ha sido, a cada paso nuevo dado con la vacunación, la 'portavoz' involuntaria de las conquistas que se iban haciendo con los sueros, tanto en las dosis de refuerzo como con la tercera, el pasado mes de septiembre: «Recibo la tercera dosis con la misma ilusión, pero con más seguridad», dijo entonces. Estas fiestas no las pasa en el CAD, y el aniversario de su pinchazo lo pasará con un familiar en Burgos.
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Aquel 27 de diciembre, un total de 35 usuarios y sanitarios de la residencia de Cueto recibieron las primeras dosis. Habían llegado esa misma mañana desde Guadalajara, y entre los residentes que hicieron cola y esperaron su turno estaba Fermín Gil, de 90 años: «Recuerdo que lo viví con mucho entusiasmo y alegría, pero todavía hay mucho virus por ahí. Estamos pasando la sexta ola y yo veo mucha imprudencia fuera de la residencia», dice, porque a su edad, mantiene sus salidas a la calle, y le entristece que dentro, las actividades habituales aún no hayan podido volver: «Solo se han recuperado la terapia con perros y algunas charlas, pero echo en falta todo lo demás, esta era una residencia muy dinámica». Lo mejor es escucharle hablar de paciencia a su edad: «Esta ola es una marejada y un poco de hartazgo sí siento, pero ya son 90 años los que tengo y los he llevado con entusiasmo a pesar de que siempre hay baches y de que este es muy grande; estoy aquí con mi señora, estamos bien atendidos y cuidados , pero deseando ya que pase», dice.
46.993vacunas administradas en una semana fue la cifra más alta que alcanzó Cantabria en julio
«Igual es una sensación mía», admite Nicolás Peña, «pero pensábamos que la vacunación iba a ser la panacea, y sin embargo mantenemos el control de las visitas familiares. Un año después no es la vida previa, y el problema es que no sabemos cuándo la podremos tener», afirma el responsable del CAD de Cueto, donde el calendario, un año después, ha puesto un espejo para reflejar lo que ha sucedido y, por tanto, lo que aún sucede.
Un año después de que Cantabria eligiera el CAD de Cueto como punto simbólico de partida de la campaña de vacunación aquel domingo 27 de diciembre de 2020, los centros de atención a la depedencia no registran la mortalidad que soportaron, sin embargo, «la sensación de inseguridad, al menos por mi parte, sigue», admite el director, Nicolás Peña. «Aún hay preguntas por parte de familias y de residentes que son muy difíciles de responder, por qué no hacemos esto que hacíamos, o por qué el cumpleaños no se celebra como antes, o por qué no pueden actuar los coros. Hay muchas cosas que aún no se pueden retomar y eso se nota».
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