Los establecimientos salvan un sábado de compras marcado por la inquietud de los consumidores

Las carencias puntuales de productos son la estampa habitual en los establecimientos de alimentación desde que el pasado lunes la Plataforma en Defensa del Sector de Transporte de Mercancías por Carretera convocara una huelga -sin plazos- para protestar, entre otras cuestiones, por la subida de precio de los combustibles. El paro está tensionando la cadena de suministros del país y también ha calado en el modus operandi de parte de los consumidores. Algunos españoles han hecho acopio de productos básicos, vaciando incluso las estanterías de leche o de aceite de girasol de las grandes cadenas; casi todos movidos por el temor a que se produzca un desabastecimiento generalizado.

A esa situación no se ha llegado por ahora en Cantabria, y eso que el sábado era un examen. Día de compras habitual, celebraciones familiares con menú en casa o a mesa puesta, el temor acumulado de estos días... A media mañana, las baldas del Mercadona del barrio de Valdenoja están llenas. Es cierto que no abundan los paquetes de harina y que las torres de tetrabriks de leche han menguado ligeramente, pero hay de todo y los estantes de conservas y frescos están bien surtidos. De momento, hay papel higiénico para otra pandemia, hay rúcula, lechugas, guacamole fresco envasado, galletas, panecillos y mallas de cebollas rojas.

Sí que se nota más movimiento de clientes desde horas tempranas, más cajas de pago abiertas. Hay una parte de la ciudadanía, quizá inquieta por las consecuencias que la huelga pueda tener a largo plazo, quizá al tanto de las informaciones sobre industrias a medio gas o los cortes de las carreteras, que ha decidido salir a comprar con más ímpetu. Aunque también es posible que en Mercadona hayan encontrado esos productos o marcas que no han logrado adquirir en otras grandes superficies.

Por ejemplo, en uno de los supermercados Lupa más céntricos de Santander, la clientela ha arrasado con el verde. Pasan ya de las 13.00 horas, y apenas quedan unos manojos de puerros, un par de brócolis retractilados y unas coles de bruselas solitarias en la zona de frescos. En la de los aceites también se aprecian vacíos, y en la zona donde se exhibe la fruta la mayoría de las cajas están vacías. No hay posibilidad de comprar ni una mandarina, ni una manzana. El personal ha repuesto productos, pero parece que la gente compra más rápido.

Saliendo de Santander, en el Mercadona de Laredo la situación era ayer de normalidad. Les llegan tres camiones a diario y no se echan en falta productos por el momento.

¿Y qué ocurre en la Plaza de la Esperanza? Daniel, un comprador que ha acudido a primera hora de la mañana al mercado centenario de la capital cántabra, ha hecho su compra tal y como tenía previsto: un pollo, una escarola «hermosa», cebollas, pimientos, puerros, rabanitos, fresas, setas, calamares y unas zanahorias. «Algún puesto faltaba, pero se podía comprar perfectamente. Me ha parecido que todo estaba más o menos normal», valora. Cuando ha finiquitado estos recados, Daniel ha comprado unas flores en los puestos anexos para festejar el Día del Padre.

Horas después, a mediodía, una mujer que abandona la plaza con un par de bolsitas colgadas del brazo, resume brevemente su parecer: «Lo principal es que no haya acaparamiento», dice. En el otro extremo de la plaza, María comparte la misma idea. «No hay que preocuparse tanto», concluye al salir, aunque algunos puestos de pescado sí ofrecen una imagen más vacía que otras veces.

Mención aparte merecen los restaurantes, que tienen que prever compras, cartas y menús, y trabajar con garantías. En el Hotel Spa El Muelle de Suances, donde se organizan con la preceptiva antelación, están «en vilo» con los productos frescos: verduras, frutas, mejillones o pescados que dan cuerpo a sus platos y cuya entrega está amenazada. Inma Gutiérrez, una de las propietarias, explica que de momento no hay problemas para cumplir, pero, claro, «si la situación no cambia, las vamos a pasar canutas». La situación acaba convirtiéndose en una «locura» para ellos y los proveedores.

¿Qué va a hacer el Gobierno? Por el momento, abrirá mañana un canal de comunicación con los representantes del sector. Al frente de las negociaciones estará la vicepresidenta Nadia Calviño. Será la principal interlocutora con el departamento de mercancías del Comité Nacional de Transporte por Carretera, aunque no la única: le acompañarán la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la de Transportes, Raquel Sánchez.