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Hacer la compra estos días puede terminar alargándose más de lo habitual. No porque vaya a haber largas colas, más bien porque para conseguir todos los productos de la lista, igual resulta necesario dar más de una vuelta y visitar varios supermercados. Esa es una ... de las consecuencias que deja la primera semana de la huelga de transportes, que comenzó el pasado lunes, 14 de marzo. El parón ya ha causado los primeros problemas importantes de desabastecimiento en tiendas de alimentación y plazas. Más allá de la gente que decide hacer acopio y comprar alimentos extra, el problema es que los camiones de reparto no llegan. Por lo que, cuando se termina el producto, las estanterías se quedan vacías hasta nuevo aviso. Y basta con darse una vuelta.
En el Lupa de la calle Rualasal, en Santander, el susto es nada más entrar. La zona de frutas y verduras lucía ayer a media mañana completamente vacía. Salvo por la calabaza, unas redes de cebollas, cuatro pimientos y un par de ajos, no había nada a lo que echar mano. Allí los yogures salvaron mejor la estocada y sí había donde elegir, pero sin muchos excesos. ¿Y la leche? Solo 12 bricks a la vista, el resto de los palés, completamente vacíos. La previsión de la instalación era que el camión llegara a lo largo de la tarde para así poder reponer los huecos. Los piquetes están afectando a la salida de los trailers de la sede logística de Lupa, ubicada en Orejo, y eso trastoca el abastecimiento de los supermercados. En Cantabria, en total, son medio millar de camioneros, al frente de una flota de alrededor de 1.000 vehículos, quienes empezaron este parón con carácter indefinido. El sector exige una solución a la escalada de precios del combustible -de un 45% desde inicios de año-.
«Anda, mira, pero si está todo vacío», comentaba sorprendida una señora al ver que no quedaba nada de fruta en el Carrefour Market ubicado en Jesús de Monasterio. Otra de las paradas. Para que se hagan una idea. En uno de los pasillos quedaban disponibles: cocos, jengibre y membrillo. Nada más. Y justo enfrente, ni rastro de comida en ninguna de las neveras que suelen mantener frías las lechugas, las bolsas de ensalada, los zumos... ¿Van a reponer? Claro, en cuanto sea posible, como en el resto de cadenas. Pero dependen en todo caso de la distribución.
«Se supone que llega un camión luego, pero tampoco viene muy cargado. Llegará con pocos productos. Unos dos o tres palés», explicaba una de las reponedoras del supermercado. Lo que hay en las estanterías, es lo que queda. De nuevo toca darse una vuelta por los pasillos y cruzar los dedos para encontrar los productos que uno busca. De un vistazo: vacías las estanterías de pasta y arroz. También ha volado la harina de algunas marcas, un producto que protagonizó las compras durante el confinamiento cuando la repostería pareció convertirse en el mejor entretenimiento. Y en este establecimiento de Jesús de Monasterio, tampoco había botes de legumbres, como garbanzos o alubias.
Lo cierto es que el panorama cambia de un supermercado a otro. Si bien en uno parece que la compra va a ser mínima, el de al lado igual luce como si los problemas de la huelga fueran casi un invento. En el BM Supermercados de la calle San Fernando la nota de color la ponían, precisamente, las frutas frescas. Todas las cestas llenas.
Las estanterías son estos días el mejor reflejo del impacto de la huelga, de la subida del precio del carburante y también del conflicto bélico en Ucrania, que amenaza la llegada de cereales y del aceite de girasol. Eso es justo lo que ha llevado a mucha gente al acopio compulsivo y que dibuja estampas tan curiosas como ver el pasillo del aceite del supermercado La Plaza de Dia, en San Fernando. Donde las etiquetas marcaban 'de girasol' no había ni una botella. Sin embargo, las de oliva permanecían casi intactas, como si nadie las quisiera.
Carmen Allica | Pescaderías Allica
Lidia Martínez | Clienta de La Esperanza
Unai Martín| Pescaderías Unai
Pero los efectos de la huelga de transportes no se quedan en las cadenas de alimentación. También se han dejado notar en las plazas. Sobre todo en las pescaderías que trabajan con producto procedente de otras comunidades autónomas. En su caso, este parón se ha juntado con otro problema y es que la flota pesquera cántabra se sumó a las protestas por el precio del combustible y no ha salido a faenar desde el miércoles. Y permanecerá amarrada, en principio, hasta este lunes porque salir a trabajar ya no sale rentable. ¿Consecuencia? Cada vez habrá menos producto fresco que incluir en la compra.
Por ahora ese problema no ha llegado y queda stock en los puestos, pero la variedad empieza ya a escasear. Tanto es así que en el Mercado de la Esperanza de Santander ayer ya había algunos puestos cerrados. Y la situación empeorará conforme avancen las jornadas. ¿De dónde procede el pescado en venta? Ayer la mayor parte del producto disponible en el Mercado era de los palés subastados en la lonja de Santander. Poco más de zonas nacionales. Aunque sí había algún pescado llegado de otros países como Noruega o Islandia, pero el resto era de la capital cántabra.
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«Trabajamos con zonas de Galicia y Asturias y ahora, al no haber transporte, estamos pillados porque no nos llega», explica Unai Martín desde su puesto, Pescados Unai, ubicado en la plaza. «Así que lo único que está entrando es pescado de arrastre», añade. ¿Cuál es el balance? Por el momento hay producto como para «defendernos y apañarnos» y que el cliente que se acerque tenga algo para comprar. Es decir, los profesionales se pueden arreglar, tienen piezas en los puestos, pero ya no hay una veintena de productos entre los que elegir. «Hay escasez», explica Martín. Por ahora queda merluza, cachón, verdel, pota, ojitos... El problema vendrá la semana que viene si el panorama no cambia.
El análisis coincide en muchos de los puestos del mercado. «La mayoría es comprado en la lonja de Santander», señala también Carmen Allica, de Pescadería Allica. Ella tiene rape, lubina, merluza... «Poca variedad» de producto, dice la trabajadora. Aunque la cantidad de piezas le ha sorprendido porque es más de lo que esperaba disponer cuando vio la situación que se avecinaba. Y hace el mismo balance: «Tenemos para no estar desabastecidos de cara al público». Suficiente para estar abiertos y vender estos días, pero hay menos de la mitad de variedad de lo que suelen ofrecer cualquier otra jornada. También tiene a la venta salmón, un pescado que hizo falta ir a buscarlo porque el paso de los camiones era imposible.
En algunos de los puestos más grandes, esa falta de producto se ha notado en que han dejado cerrado uno de los expositores. «Es todo de la lonja de aquí menos el bacalao que ha venido de Islandia y algo de Galicia», resume Kiko Torres, de Pescadería Costa. Pero vuelven a insistir: «Muy poca variedad» y por eso el otro lado del puesto permanecía cerrado. «Si normalmente tienes 20 o 25 clases de pescado, ahora estás en la mitad», resume.
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