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Los más mayores afirman que ya no llueve tanto como antes, que las inundaciones que conocieron en su niñez no se han vuelto a ver; pero el último episodio sucedido a inicios de esta semana deja claro que el problema sigue ahí. El presidente ... de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, defiende que las obras acometidas en los últimos años en cauces y cuencas han evitado estos días «consecuencias mucho peores porque nos hemos inundado menos»; pero algunos vecinos mantienen que «no ha sido peor porque no ha llovido tanto como otras veces y no ha habido deshielo».
Lo que está claro es que las inundaciones son un problema del pasado, del presente y lo seguirán siendo en el futuro. No hay escapatoria. Deshielo, lluvias torrenciales, mareas altas... En invierno es fácil que la orografía de esta tierra pueda reunir las condiciones perfectas para ello. Lo que sí se puede hacer es acometer obras que ayuden a paliar el problema, y en eso se han empleado el Gobierno regional y los ayuntamientos, con mayor o menor éxito, en algunas zonas de Cantabria que tradicionalmente viven episodios de riadas.
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En Reinosa, que sufrió la peor parte de las catastróficas inundaciones de 2019 desatadas por las crecidas de los ríos, se han acondicionado los cauces del Híjar y el Ebro para que puedan absorber mejor los torrentes. Luego hay zonas donde por mucho que se intente, no existe manera posible de frenar el avance del agua, como en ciertas poblaciones de Piélagos, asentadas indebidamente desde hace siglos en terrenos potencialmente inundables. Y en lugares como Laredo, que resultó afectado como nunca este pasado martes, se están estudiando las posibles formas de evitar que vuelva a suceder.
Las obras de acondicionamiento y ampliación de cauces acometidas en los ríos Híjar y Ebro han surtido efecto porque la localidad no ha vuelto a sufrir las inundaciones de 2019.
No habrá una solución del todo eficaz porque algunas zonas están construidas en tierras catalogadas como potencialmente inundables.
La obra acometida allí consiste en habilitar una zona de inundación conectada a un tubo que atraviese el macizo montañoso y desagüe al otro lado.
Se están analizando las causas de la inundación de este pasado martes para ver cuáles pueden ser las intervenciones que terminen con el avance del agua en días de lluvia.
Son soluciones que pasan generalmente por recanalizaciones, ampliación de puentes, limpiezas de ríos o construcción de escolleras y muros. Esta semana se ha podido ver qué intervenciones han funcionado, cuáles no y en qué otros lugares hace falta actuar de urgencia.
El ejemplo más claro de éxito ha sido Reinosa, que parece haber sobrevivido al primer temporal del año; aunque los vecinos coinciden en que todavía no ha vuelto a llover como aquella vez y el deshielo no se ha producido aún. Allí se han invertido 2 millones de euros para ampliar el cauce del río Híjar hacia el polígono industrial y proteger así toda la zona residencial de la avenida La Naval. Se extrajo material del río y se limpiaron las islas que salpicaban el cauce e impedían que el agua circulara bien cuando venían riadas. Todavía queda la segunda fase del proyecto, que comprenderá actuaciones por valor de 1,5 millones.
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«Se han hecho intervenciones importantes en muchos lugares que creo que están teniendo su resultado positivo», explica José Luis Gochicoa (PRC), consejero de Obras Públicas. «Principalmente en Reinosa y en la zona del Saja que afecta a Cabezón de la Sal, Mazcuerras y Reocín, donde se ha hecho una intervención de 10 millones de euros», concreta.
El Ayuntamiento va a licitar próximamente la redacción del Plan Especial y a empezar su puesta en marcha. El objetivo es que entre en funcionamiento la próxima legislatura.
Se han disgregado las canalizaciones de aguas pluviales y de saneamiento para evitar inundaciones. En la playa hay que mejorar el sistema de bombeo.
El problema de la localidad es que se sostiene sobre una estructura kárstica en forma de queso gruyer. Una intervención podría resultar desastrosa y empeorar la situación.
Con 10 millones repartidos entre Cabezón de la Sal,Mazcuerras y Reocín, se ha limpiado el cauce, levantado cotas y habilitado aliviaderos para que las crecidas desagüen.
En todo el cauce del Saja, en su paso por estos municipios, se han limpiado los cauces, se han habilitado desvíos y aliviaderos, y se han construido cotas para frenar el embate del río cuando viene enfurecido. «Es una intervención muy compleja, en la que destaca lo que hemos hecho en Villanueva de la Peña, donde hemos gastado cerca de 600.000 euros. Es una obra que ha demostrado su eficacia porque siempre se inundaba y esta vez (por esta semana) ha librado».
Mismo resultado positivo han tenido las obras de Muñorrodero (Val de San Vicente), que tradicionalmente aparecía anegado. Allí se invirtieron 400.000 euros para construir un gran cajón bajo la carretera autonómica (CA-181) que sirviera para acoger todo el agua y canalizarla después hacia una zona de aliviadero. Esta semana no se inundó, prueba clara de que la obra funciona. Como en San Vicente de la Barquera, donde en 2018 se invirtieron más de 300.000 euros para separar las canalizaciones de las aguas pluviales y las de saneamiento en la zona alta: «Y ha sido la solución infalible», remarca el alcalde, Dionisio Luguera (PSOE). «Este año vamos a acometer una segunda intervención de 350.000 euros para hacer lo mismo pero en toda la zona baja», anuncia. Aunque en la playa de Merón persiste el problema. «Ahí lo que hay que hacer es modernizar la estación de bombeo», expresa.
Todos los alcaldes consultados en este reportaje, regidores de localidades que sufren año tras año el impacto de las crecidas de los ríos en sus poblaciones, coinciden en un problema compartido por todos:«La Confederación Hidrográfica del Cantábrico no nos deja actuar y tampoco actúa ella», protestan. No les está permitido limpiar los cauces de los ríos en las zonas sensibles, pero a la hora de la verdad, nadie lo hace. ¿Solución? Una mejor comunicación con el organismo, que todos califican de «escurridizo».
Aún hay intervenciones pendientes también en Ampuero, otro de los ejemplos claros de zona inundable. Tan acuciante es el problema allí que el Consistorio ha logrado reunir 3,3 millones de euros procedentes de los Fondos Europeos de Recuperación, Transformación y Resiliencia para acometer obras que eviten los trastornos que cada año causa a los vecinos la crecida del Asón. «Se van a levantar ambos márgenes del río y se construirán motas de cierta altura», detalla Víctor Manuel Gutiérrez (PSOE), alcalde del municipio. «Se vaciarán fincas que son inundables y que están junto al río para que tengan más capacidad de acoger riadas y se intervendrá tanto en barrios -Tabernilla, Rocillo, Bernales y La Bárcena- como en el propio casco urbano, donde se levantarán muros de piedra, apoyados con sistemas de bombeo, para proteger la plaza de toros y el campo de fútbol».
También parece que se solucionará el problema en Liendo, donde el desbordamiento del arroyo de Hazas anegó parte de la villa esta semana. «Allí se está ejecutando una obra, con un coste de 150.000 euros, para construir una zona de inundación que luego desagüe a través de una tubería que atravesará todo el macizo montañoso», señala Gochicoa. Con ello, se supone, los vecinos no volverán a sufrir más por el agua, algo que no pueden garantizar en otros lugares.
Incluso pese a las obras que llevan tiempo ejecutándose en Piélagos, nadie puede garantizar que el río no vuelva a invadir espacios que no son suyos: «Si parte del municipio está levantado en tierras que están identificadas como potencialmente inundables, no hay mucho que hacer porque el río siempre va a ganar la batalla; pero a pesar de ello, nosotros intentamos todo», aclara la alcaldesa, Verónica Samperio (PSOE). Vioño y Oruña son, año tras año, los puntos más afectados de este municipio, y las obras de acondicionamiento del río Pas a su paso por estas localidades ayudan, en cierta medida, a frenar el impacto de las crecidas. «Pero no a resolverlo del todo», apunta la regidora.
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Tampoco hay solución posible en Santillana del Mar, donde las imágenes del zoológico anegado a principios de esta semana han tenido impacto en toda España. El problema allí es el subsuelo: «Es como un queso gruyer porque es calizo y ya nos han hecho muchos estudios. Todos con las mismas conclusiones. No podemos tocar nada porque corremos el riesgo de anegar alguna de las simas que sirven para desaguar el pueblo y podríamos convertir Santillana en un Venecia», asegura el alcalde, Ángel Rodríguez (PSOE).
En otro nivel se encuentran los ayuntamientos donde aún no se han estudiado las posibles soluciones. Laredo o Castro Urdiales son el mejor ejemplo. En el primer caso sufren especialmente los barrios de San Lorenzo, El Pelegrín y toda la zona de La Pesquera, todos ellos situados en una cota casi a nivel de mar. Un deficiente mantenimiento de la red de alcantarillado, la mala praxis en la conservación de los cauces y arroyos, y el descuido en los puntos claves de la desembocadura del río Mantilla o del aliviadero de pluviales en la playa Salvé, agravan cualquier escenario. Allí el Gobierno de Cantabria asegura que se están acometiendo estudios para ver dónde será más eficaz actuar.
Por último, en Castro Urdiales, el Consistorio está construyendo redes alternativas de desagüe exclusivas para las aguas pluviales. Se trata, según explicó el concejal de Obras y Urbanismo, Alejandro Fernández (PSOE), de evitar que se siga construyendo en zonas que son potencialmente inundables, y de estudiar las causas para continuar poniendo soluciones. Fernández avanza que el Ayuntamiento va a licitar «en breve» la redacción del Plan Especial y a empezar su tramitación. «Pretendemos que sea una realidad a lo largo de la próxima legislatura», anuncia.
CON INFORMACIONES DE: IRENE BAJO Y JAVIER GONZÁLEZ
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