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El crucero de lujo Evrima atravesó a última hora de la tarde del miércoles la bahía de Santander en su segunda travesía en alta mar. De línea elegante y sofisticada, partió de Astander, donde ha permanecido durante año y medio, con todas sus luces encendidas ... para hacer pruebas de mar durante cinco días. La intención inicial es salir a diez millas de la costa. A primera vista, pareciera que rebosara actividad, con los pasajeros asomados a las cubiertas. Sin embargo, el que es uno de los barcos insignia de la firma The Ritz-Carlton Yacht Collection, los cruceros de lujo de la hotelera americana, solo lleva en su interior a la tripulación necesaria para realizar estas prácticas y comprobar que todo funciona como debe. A su regreso, no atracará en Astander, sino en el muelle de Raos, donde le esperan los últimos retoques. Se prepara así para despedirse de Cantabria, donde llegó, procedente de Vigo, en marzo del pasado año. En su ruta de viaje está que parta hacia Barcelona el 15 de octubre, desde dónde saldrá el primer crucero con pasajeros.
Una de las empresas que han participado en su construcción es Piris Composites, dedicada a materiales sintéticos mezclados. Su propietario, Cristóbal Piris, explicó a El Diario Montañés que «han sido unos meses de trabajo interesantes. Cuando contactaron conmigo la primera vez, tenían un problema de sobrepeso en los carenados de las chimeneas. Son una especie de parachoques gigantes, que evitan que los hollines y gases lleguen hasta las cubiertas. Los tenían diseñados en acero, pero cuanto más peso hay en altura, más inestabilidad se crea, así que nosotros diseñamos unos que pesan entre tres y cuatro veces menos, en carbono».
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El buque aún tiene remates pendientes antes de comenzar definitivamente su singladura. Cuando vuelva a estar atracado, en este caso en Raos, los trabajos pendientes se ejecutarán contra reloj. La intención es que estén finiquitados antes de mes y medio, según las previsiones.
En total, desde que el Evrima llegó a la atarazana de El Astillero, más de mil personas han participado en la construcción del megacrucero, muchas de ellas de Cantabria, aunque la mayoría de fuera de la región, por lo que los hoteles y restaurantes, entre otros negocios, del área de influencia del astillero se han visto beneficiados a lo largo de todos estos meses. Por el camino, miles de vicisitudes superadas, como el brote de covid, lo que supuso el aislamiento de buena parte de la plantilla; la falta de materiales, o los inconvenientes desencadenados por la huelga del metal que tuvo lugar en julio.
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