El exministro Fernández Díaz, altavoz del movimiento garabandalista

Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior con Mariano Rajoy e imputado por el 'caso Kitchen' y la supuesta creación de una Policía política para espiar a rivales políticos, se ha convertido en uno de los grandes altavoces del movimiento garabandalista, que ha vuelto a ganar fuerza en los últimos años. Entre otros motivos, por la creación del colectivo España con Garabandal. Según señalan en sus redes sociales, se trata de una iniciativa de laicos católicos que buscan dar a conocer las apariciones de la Virgen del Carmen en San Sebastián de Garabandal y difundir sus mensajes, no siempre en línea con la jerarquía de la Iglesia católica.Lo hacen, entre otros medios, a través de encuentros públicos con la sociedad civil.

La primera de estas reuniones tuvo lugar en Madrid en octubre de 2022. Posteriormente, además de convocatorias en Garabandal para celebrar oraciones, el grupo ha hecho paradas en Barcelona, Cádiz y Granada, así como reuniones virtuales con la extensa comunidad de garabandalistas de México. En todas ellas ha participado Fernández Díaz. También en las dos que han tenido lugar hasta el momento en el Ateneo de Santander. La primera, en julio de 2023, y la segunda, el pasado mes de marzo.«Es muy importante el mensaje de Garabandal. Vino a esa aldeuca para dar un mensaje a la humanidad. Garabandal es una historia que está comprobadísima y contrastadísima», defendió el exministro en el Ateneo. El popular, un ferviente devoto que aseguró que tenía un ángel de la guarda de nombre Marcelo que le ayudaba en asuntos de su vida cotidiana «como aparcar el coche», no duda de la autenticidad de los milagros.

Milagros que solo pueden ser obra del cielo o del infierno, y en este caso concreto, por el contenido de los mensajes, no pueden ser del demonio porque lo que decían las niñas «evidentemente, no le hacía mucha gracia». Además, Fernández Díaz tiene una teoría «muy analizada» sobre el segundo mensaje de la Virgen a través de las niñas, que afirmaba que «muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas». En su opinión, se refiere al Concilio Vaticano II, que en ese momento se celebraba en el Vaticano y que supuso la modernización de la Iglesia.

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