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Marta San Miguel
Santander
Domingo, 13 de septiembre 2020, 15:13
Seis meses después del inicio de la pandemia miramos al futuro donde habrá vacuna con la misma terquedad con la que observamos de cerca los datos diarios de contagios de covid, los brotes en los barrios que conocemos, los positivos en los colegios, las cifras ... de hospitalizaciones. Miramos con terquedad, pero ¿qué vemos?
Cinco expertos consultados por este periódico advierten de que se avecina un otoño «muy duro» si no se toman «medidas rigurosas» para frenar las cifras de contagio, que en las últimas semanas nos han colocado a la cabeza mundial en el número de positivos por cada cien mil habitantes. Esta posición, unida al efecto aún impredecible de la vuelta a las aulas, la convivencia del covid con otros virus respiratorios y la llegada del frío como un factor que aumenta la propagación al estar más tiempo en sitios cerrados y ambientes secos, dibujan el nuevo escenario al que nos enfrentamos. ¿Con lo que hemos aprendido en estos seis meses, en algún sentido jugamos con ventaja respecto a marzo? Para la jefa de Enfermedades Infecciosas de Valdecilla, sí: «Estamos mejor preparados desde el punto de vista de la atención sanitaria, pero creo que también psicológicamente, porque hemos desarrollado protocolos para la atención de los que estamos en primera línea y para procurar una atención lo más humana y cercana posible tanto a los pacientes como a sus familiares», dice Carmen Fariñas, catedrática de Medicina.
Marcos López Hoyos | Director científico del Idival
«Hemos aprendido cómo se comporta la enfermedad, cómo podemos tratar a los pacientes con los medios que disponemos lo antes posible, cómo podemos casi adivinar qué les puede pasar después de haber desarrollado una enfermedad complicada. Incluso hemos aprendido a asustarnos menos». Pero aún así, aún sabiendo más, Fariñas apela a la prudencia: «La amenaza esta ahí y tenemos que prepararnos».
¿Hasta qué punto podemos predecir a qué nos enfrentamos este otoño-invierno? «Es verdad que hemos aprendido muchas cosas de este virus, conocemos su secuencia genética, pero no logramos adivinar cómo se comporta en la vida real», dice María Jesús Cabero, jefa de Pediatría del Hospital Valdecilla: «Lo que nadie pone en duda es que convivirá con nosotros los próximos 18 o 24 meses». En ese horizonte se mueve también el director científico del Idival, Marcos López Hoyos: él marca el invierno de 2021-2022. Hasta entonces, «la gran esperanza está puesta en la vacuna». Por eso, para el inmunólogo, esta va a ser una de las grandes claves del tiempo que nos viene: el «bombardeo» de noticias con avances y también resultados fallidos de todos los proyectos de investigación que hay ahora mismo en curso. «Ya han ido apareciendo evidencias desde finales de verano, pero van a salir muchas más a partir de los trabajos que se han iniciado sobre mecanismos de efectividad y respuesta inmunológica, y cómo se traduce en tratamientos y vacunas».
Carmen Fariñas | Jefa de Enfermedades Infecciosas Valdecilla
A día de hoy, dice López Hoyos, hay más de 30 vacunas en distintos ensayos en fase 1, 2 o 3, y probándose en investigación clínica; además, hay más de 200 proyectos de desarrollo de vacunas, que aún no han llegado a investigación clínica (pruebas en humanos), pero están en desarrollo, y cita varias que se están realizando en España, «las más avanzadas son una en el Hospital Clínic de Barcelona y tres en el CSIC».
¿Y el parón de la investigación de Oxford, por la enfermedad de uno de los voluntarios sometidos al ensayo clínico, está dentro de lo esperado? «En este otoño-invierno veremos cómo saldrán más efectos adversos», dice, pero a continuación añade con la misma convicción que «también saldrán buenas noticias de vacunas que protegen». Veremos, por tanto, avances esperanzares y otros no tanto, «y ahí estará el debate, en cómo avanza el conocimiento científico» en un contexto internacional en el que Valdecilla, además, es uno de los hospitales elegidos para el desarrollo de la vacuna (incluirá a los voluntarios sanos en la fase dos del ensayo).
Mientras las respuestas científicas llegan, la realidad impone su propio ritmo a corto plazo con el cambio de estación y su propia casuística. Es decir, pasamos de los 'riesgos' de verano (turismo, reuniones multitudinarias, temporeros) a los factores nuevos que impone el invierno. Y en ese sentido, la advertencia es unánime: «Hay que reducir los contagios actuales en las próximas semanas aunque sea con decisiones dolorosas, porque la coincidencia con otras infecciones respiratorias en otoño-invierno puede tener consecuencias muy graves», dice el catedrático de Medicina, Ángel de Francisco. Para reducir «con éxito» nuestra tasa de casos a menos de uno por cada 100.000 personas por día «deberíamos exigir una conducta voluntaria ciudadana que limite las salidas para todos menos para los trabajadores verdaderamente esenciales, hacer salidas por razones esenciales, mientras usan mascarillas y se lavan las manos con frecuencia. Es lo recomendado científicamente, aunque económicamente no es lo ideal», dice De Francisco, ex jefe de servicio de Nefrología de Valdecilla, «pero de no tomar una decisión rigurosa, el otoño será muy duro», advierte.
Ángel de Francisco | Catedrático de Medicina
A diferencia de lo que hemos vivido en estos seis meses de pandemia, a partir de ahora entran en juego nuevos factores que favorecen las condiciones de propagación del virus, como apunta el médico de Medicina Preventiva y Salud Pública de Valdecilla, Reinhard Wallmann. A partir de ahora, estaremos «más tiempo en interior que en exterior, donde los virus lo tienen más fácil para viajar e impactar en otros individuos». Y además, está el frío: «Si expulsas las gotas o aerosoles, con el calor se vaporizan y dejan al virus casi desnudo en el aire, así se deteriora mucho más rápido con la luz y el calor, y en una hora ya no te puede infectar. Pero en el frío está mucho más tiempo infeccioso en el aire, como sucede en un lugar cerrado con frío como una conservera o en mataderos, donde se ha probado que está activo hasta 18 horas (y cita brotes recientes en un matadero de Alemania o en las conserveras de Santoña). Además, añade, en invierno, «la mucosa con las calefacciones se seca, y la capa protectora del sistema respiratorio está por tanto más seca, y es más fácil la infección».
La realidad es que, con las cifras de contagios en la mano, cabe preguntarse si es momento de empezar a hablar de «contención social» para hacer frente a estar segunda ola que puede coincidir con otras más comunes: «De todos va a depender que esto sea una marejada u otra gran tempestad», apunta María Jesús Cabero: «Podemos prevenir otro gran brote en otoño o en invierno porque tenemos estrategias colectivas que hemos visto que sirven», y cita la inmunización frente a la gripe y una contención del comportamiento social: dónde vamos, con cuántas personas nos relacionamos y de qué manera, y monitorizar la incidencia: «No se trata de un gran confinamiento, pero sí de no actuar como si nada pasara». En ese sentido, ¿hasta qué punto juega un papel a favor el uso de las mascarillas para la contención de los virus respiratorios más habituales hasta ahora? «No sabemos qué va a suceder en los próximos meses, y debemos ser prudentes, pero los datos que tenemos del hemisferio Sur, donde acaban de pasar el invierno, hacen que seamos un poco optimistas en cuanto a la incidencia de gripe», dice Fariñas: «La forma de transmisión y prevención de la gripe es la misma que la del SARS-Cov-2 (covid), lo cual apoyaría esos datos», añade.
Reinhard Wallmann | Medicina preventiva y Salud Pública
En esa línea se sitúa su homóloga en Pediatría: «Su uso va a frenar la expansión de otros virus respiratorios», dice Cabero, que a su vez tampoco baja la guardia ya que hay otros factores en contra en los próximos meses. «La población va a tener más contactos laborales y escolares, se va a hacer más vida en espacios interiores. Esto va a ser muy peligroso y hará que el número de sospechosos clínicamente sea inabarcable con las estrategias actuales de PCR y rastreo». De ahí que, como apunta Reinhard Wallmann, una de las medidas «más importantes que hay que tomar para evitar una ola de gripe de gran impacto» sea la vacuna.
«Lo idóneo es que se vacune todo el mundo, pero sobre todo las personas inmunosuprimidas y los mayores. Si mucha gente se vacuna, el virus de la 'influenza' (gripe) se encontrará con una barrera importante para propagarse dentro de la población. Además, funciona bien y es muy segura», insiste el epidemiólogo. También lo subraya el catedrático Ángel de Francisco y lo califica de recomendación «extrema»: «Hay que olvidarse de gurús y anécdotas personales. Todos han de vacunarse contra la gripe, incluidos los niños mayores de 6 años, pero especialmente aquellos que están en riesgo».
Hace cuatro meses, Estados Unidos lanzó un programa de fomento a la investigación ('Acceleration Program' se denominan estos programas) para que empresas, laboratorios, emprendedores o farmacéuticas crearan un test rápido para detectar el covid en la saliva. Pusieron sobre la mesa 5.000 millones de dólares y un par de condiciones: «Que detectaran el antígeno de Sar-Cov 2 en saliva y diera la información en 15 minutos (como la prueba de embarazo que tenemos en farmacias) y que se vendiera a un precio inferior a cinco dólares». Ángel de Francisco cita «algo similar» que ya hay en el mercado (se llama BinaxNOW Covid19, de Abbott Laboratories), y asegura que llegará «en pocas semanas» a España: «Aunque aún no en saliva, puede ser muy valioso para el control de la pandemia con una sensibilidad del 97%». Y tras este avance, dice, «vendrán muchos más».
María Jesús Cabero | Jefa de Pediatría de Valdecilla
¿Acaso no se adivina en ese futuro postpandémico un cambio protagónico de la ciencia? López-Hoyos así lo cree: «Lo que está pasando va a suponer un empujón a la investigación científica». De esta crisis espero que aprendamos que la inversión en ciencia y tecnología es fundamental porque es lo que nos está ayudando a salir o sobrellevar la pandemia, y además nos va a reportar beneficios económicos», dice. Y con la prudencia con que debe hacerse la pregunta de si hay alguna lectura positiva en la evolución de esta emergencia sanitaria la semana en que España bate el récord de nuevos contagios diarios desde el inicio de la pandemia (el viernes se llegó a 12.183), López-Hoyos la encuentra en la «relevancia» que tiene invertir en ciencia e investigación: «La gente en general se ha dado cuenta. Espero que la políticos se den cuenta, que no se olvide nadie de esta lección, ni la gente ni los responsables de los presupuestos y de las políticas de investigación».
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