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Cuarenta personas han experimentado este año en Cantabria el shock de confirmar que el VIH ha entrado en su vida para siempre. Pero más allá del dato (similar al de 2022), que también «ha vuelto a los niveles previos a la pandemia», lo que « ... preocupa» a autoridades y profesionales sanitarios es que el gran aumento que se está dando en enfermedades de transmisión sexual, especialmente entre los jóvenes, acabe llevando también a un repunte del sida. «Sí que tenemos ese temor», señala Luis Viloria, jefe de Vigilancia Epidemiológica de la Consejería de Salud. «Hasta ahora ha habido suerte, y ese incremento no se ha producido en infecciones por VIH, pero no es descartable que suba, porque se está perdiendo el miedo y con este virus no se puede bajar la guardia», añade.
De las consecuencias de hacerlo habla Marina (nombre ficticio), a la que «un descuido» le metió de lleno en un calvario que terminó en una profunda depresión. «Intenté morir cuando supe que tenía VIH, pero llegaron a tiempo», comentó a este periódico en una entrevista en 2022. Ahora, retoma su historia para contar que «he recuperado mi vida, con una rutina de medicinas que cumplo a rajatabla; siento que no tengo la enfermedad -el virus ya es indetectable- e incluso tengo pareja». Un mensaje de optimismo que quiere compartir con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, que se celebra hoy. «Hay que aprender a convivir con ello, pero hay que luchar, no aislarse ni dejarse hundir». Y no perder de vista, señala esta madre de tres hijos procedente de Latinoamérica que se instaló en España hace dos décadas, que «le puede pasar a cualquiera».
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Entre otras cosas, porque «un 7,5% de las personas que viven con la infección desconocen que la tienen», como subraya Manuel Gutiérrez Cuadra, médico del servicio de Enfermedades Infecciosas de Valdecilla. La unidad de VIH/sida, referente nacional que ha vuelto a ganar este año el premio BIC (Best in Class), lleva el seguimiento de unos mil pacientes. Los profesionales del equipo comparten esa «preocupación» por la «minimización de las potenciales consecuencias de las enfermedades de transmisión sexual, incluyendo esa despreocupación que se observa en personas jóvenes con respecto al VIH».
El último barómetro de Control apunta que cuatro de cada diez jóvenes no usa nunca preservativo y que en el sexo oral el porcentaje de desprotección llega al 92%. Datos que «llevan a reflexionar profundamente», opina Gutiérrez Cuadra, porque «el 98% de las infecciones hoy en día se producen por prácticas sexuales sin protección. Creo que las campañas informativas son primordiales para volver a 'activar' a las personas más jóvenes con respecto al uso del preservativo, ya que ofrece (siempre que se use correctamente) tasas de protección superiores al 90%».
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No obstante, «a pesar de la disminución del uso de medidas profilácticas, los diagnósticos en menores de 25 años representan un 10% de los casos nuevos». Pero sí se observa que la edad del perfil afectado ha ido descendiendo en los últimos años, remata Viloria: «La media de nuevas infecciones en Cantabria está en los 36-37 años. Y de vez en cuando aparece uno por debajo de los 20».
Ambos coinciden en que el mejor escudo es la información. «Tenemos un problema con la juventud de falta de educación sexual y eso es un gran riesgo», expone el epidemiólogo. En este sentido, Gutiérrez Cuadra apunta que «puede ser que, al conocer que ha mejorado de forma tan drástica el pronóstico de las personas que viven con el VIH con los nuevos antirretrovirales (fármacos), la percepción sobre la enfermedad ha cambiado (un proceso crónico)». Pero sigue siendo crucial, para un buen pronóstico, el diagnóstico precoz -se pueden solicitar pruebas en centros de salud, en farmacias o a través de Accas-.
«Los tratamientos son muy eficaces si se coge a tiempo. Si la sabemos controlar, no afecta a la calidad de vida. Pero cada año nos encontramos con 6 o 7 casos en los que se ha desarrollado el sida, una enfermedad que, si la dejas suelta, mata», advierte Viloria. En diciembre de 2022 Cantabria contaba con 1.391 portadores del VIH, un 74% de complejidad baja, un 20% moderada y un 6% alta.
Como explica Gutiérrez Cuadras, «debemos tener en consideración el hecho de que los tratamientos antirretrovirales actuales son completamente activos para una gran mayoría de pacientes, cada vez con menos toxicidades asociadas y más 'cómodos', de manera que tomando una sola 'pastilla' que contiene dos o tres fármacos o incluso con medicación intramuscular administrada cada dos meses, nuestros pacientes tienen indetectable la carga viral y defensas normales (Linfocitos CD4) y lo más importante es que realizan una vida completamente normal». Aunque recientemente se han publicado algunos casos de curación, aclara que se trata de «unos poquitos pacientes que han tenido cánceres hematológicos y aprovechando el tratamiento quimioterápico administrado y un trasplante de células hematopoyéticas con una mutación que impide la entrada del virus VIH en los linfocitos CD4+ han llegado a curar la infección, pero no es aplicable en nuestros pacientes ese abordaje terapéutico ni alguno similar por el momento». El gran desafío en la lucha contra el sida «son, sin duda, las vacunas terapéuticas o la terapia génica para intentar conseguir una curación definitiva (eliminando el llamado reservorio viral)», concluye.
«Cuando se diagnostica demasiado tarde, el VIH mata igual que hace 40 años. El avance en los tratamientos es muy importante, no cabe duda, pero lo es más aún llegar al tratamiento antes de que se desarrolle la enfermedad», recuerda Carmen Martín, coordinadora de la Asociación Ciudadana Cántabra Antisida (Accas), que insiste en la importancia de «hacerse pruebas de detección de forma rutinaria, es algo que deberíamos integrarlo, porque lo peor es no saberlo». Yhay que tener en cuenta que «una inmensa mayoría de pacientes no tiene ninguna sintomatología cuando se infectan», señala el médico Gutiérrez Cuadra. «Una proporción presentan un cuadro pseudogripal y una proporción aún más pequeña un 'rash' característico (manchas en la piel) acompañado de fiebre –el llamado síndrome retroviral agudo–. En ocasiones, si el paciente se diagnostica tardíamente y sus defensas se han reducido mucho pueden sufrir infecciones 'oportunistas' y algunos cánceres relacionados con la infección por VIH (sarcoma de Kaposi, linfomas no Hodgkin, etc), pero son formas de debutar bastante infrecuentes», añade. La receta para evitar llegar a ese extremo es la prevención y la detección precoz –cuando la primera falla–. «La información es clave», incide Martín. No tenerla es el mayor riesgo. Por eso, desde Accas pondrán en marcha en enero un proyecto de educación afectiva-sexual dirigida a alumnos de 1º a 4º de la ESO para «aclarar falsas creencias, prejuicios, desterrar la idea del sexo que tienen, que es absolutamente irreal, y promover relaciones sanas. La violencia sexual es también un factor de vulnerabilidad frente al VIH».
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