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Llevaba a gala ser el piloto más lóngevo del mundo, un título que heredó de un estadounidense que falleció hace unos años. Laureano Ruiz Liaño nació en Cantabria el 15 de julio de 1924 y falleció hoy en Murcia, 12 días después de cumplir una centuria. Hace un año hablaba con una redactora de este periódico con su licencia de vuelo recién renovada a bordo de una avioneta Tecnam porque «la memoria no me falla, me falla el tren de aterrizaje», bromeaba entonces.
Este hombre atesoraba más de 23.000 horas de vuelo -en 65 aviones diferentes- y volar era no solo una forma de vida sino una pasión porque, como explicaba entonces, a 6.000 metros de altura, desaparece la edad y solo queda el conocimiento y la libertad del cielo abierto. «Imagina subir una montaña y mirar para abajo. Pues desde el avión, además, ves la montaña. Volar es una cosa maravillosa».
Nacido en el barrio de Tetuán de Santander estaba afincado en Murcia conde vivía y compartía negocio (trabajos aéreos y enseñanza en el Aeródomo de Los Martínez) con uno de sus hijos. Se hizo piloto por culpa de una insignia, un pin con tres gaviotas sobre fondo azul -la insignia del tercer curso de vuelo sin motor- que llevaba un amigo en la chaqueta. Le picó la curiosidad y en 1943 aprobó el curso. Después llegó la mili, donde ganó conocimientos como piloto privado de avioneta. También hizo la especialidad de acrobacias. Y la de fumigación, de pruebas, de vuelos comerciales, en Aviaco…pero como no le iban mucho los horarios y las ataduras decidió montar su propia empresa y copió de Francia la idea de los vuelos publicitarios con cartel por encima de los arenales. También fue instructor en el aeropuerto de La Albericia. Después de la mili, en los años 40, fundó un club de vuelos sin motor, 'Planeadores Ícaro', y más tarde, en los 50, se convirtió en docente de aviación, mientras que en sus ratos libres empezó a construir aviones pequeños.
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Ana del Castillo
Los que entienden de aviones, desde tierra y aire, conocen a Laureano. Saben que era toda una leyenda. Él y Juan Pombo, Pedro Fernández, Salvador Hedilla, Felipe del Río, Joaquín Cayón Gutiérrez, José Antonio Méndez Parada (primer español en saltar en paracaídas de un avión) o Emilio Herrera Alonso, entre otros, como Juan Ignacio Pombo, hijo del que encabeza la lista y que fue famoso por su vuelo en solitario de Santander a México en 1935 en una avioneta British Klemm Eagle II.
El pasado mes de junio la productora cántabra Ilumina Films con Sara Fortuna y Alberto Matabuena había iniciado el rodage de un documental sobre la figura del piloto.
A Laureano Ruiz Liaño le encantaba volver por Santander «la más bonita» decía. Mañana 28 de julio será incinerado en Murcia. «Es historia viva de la aeronáutica de Cantabria y España. Un aviador nato que con sus conocimientos de vuelo y el tacto de sus manos y pies ha sido capaz de volar cualquier aparato sin necesidad de recibir instrucción sobre él». Así lo definía el año pasado César Martínez Ruiloba, agente de rampa en el Seve Ballesteros de Santander e hijo del historiador y consultor aeronáutico, Felipe Benito Martínez.
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