Felicidades desde la distancia, mamá
Mensajes de cariño. ·
En este primer domingo de mayo que se vive en confinamiento, los cántabros celebran un Día de la Madre atípico, lejos de esta figura a la que «tanto admiramos y queremos»Secciones
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En este primer domingo de mayo que se vive en confinamiento, los cántabros celebran un Día de la Madre atípico, lejos de esta figura a la que «tanto admiramos y queremos»En este Día de la Madre que se pasa en confinamiento y en la distancia, muchos hijos se acuerdan con más intensidad de sus madres, una figura a la que admiran y de la que, aseguran, «aprenden tanto». Hoy, algunos cántabros envían sus felicitaciones a través de estas páginas, que será una sorpresa para sus madres, lectoras de El Diario. Son mensajes de cariño y agradecimiento. «Por todo lo que nos has dado mamá, por hacer de una peseta siempre dos y enseñarnos a conseguir lo mismo», destacó Mariló, de Ajo, de su madre, a la que cariñosamente llaman Lolita, «una mujer activa y que nunca se aburrió, siempre trabajando y con labores entre manos».
También envían mensajes de ánimos en especial para aquellas madres que están pasando la etapa de aislamiento solas. «Mamá, te quiero y pronto estaremos juntas tomando una caña y unas rabas, como a ti te gusta», le asegura Beatriz a su madre, desde su residencia en Munich.
El confinamiento va a romper la tradición de Rebeca Gómez y su madre, Marián Fernández, de comer y pasear por algún pueblo de la costa occidental cántabra. «Mi madre es una enamorada de esa zona», cuenta la joven.
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Sin embargo, Javier Pérez ha actualizado su rutina familiar de este día a los tiempos del coronavirus. Van a cambiar el vermut en la zona de vinos de Torrelavega por un vermut a través de una videollamada. Lo importante es demostrar el cariño desde la distancia porque, como dice Ángel Fernández, «todos los días son el Día de la Madre».
Lola Hernández Rodríguez y Marí Cruz Rodríguez
«Aprovecho para decirle a mi madre que la quiero mucho. No soy de expresar mis sentimientos y no por eso la quiero menos. Sueño con volver a verla», dice Lola Hernández acompañada de sus hijas, María, Celia, Sara y Jimena. De su madre destaca «su espíritu joven, su entrega a sus nietos como abuela que juega y hace la 'croqueta'».
Esta familia de Salamanca se estableció en Cantabria cuando destinaron a su padre Antonio, Guardia Civil, «un gran hombre». Mari Cruz, su viuda, pasa el confinamiento sola. «Estamos deseando abrazarla y que prepare un hornazo».
Sergio García Ruiz y Begoña Ruiz Celestina
Más de un mes sin abrazarse madre e hijo se le está haciendo largo a Sergio. «Somos muy familiares, nos vemos todos los días y tenemos ganas del reencuentro», señaló García. Su madre es «humana, buena persona, luchadora y cariñosa; a mí me llama su pequeño Aristóteles», destacó. «Mi hermana y yo siempre celebramos el Día de la Madre para recordárselo, aunque este año tenga que ser a la distancia».
Esta familia ya tiene pensado cómo celebrarán el día que se vean: «Nos reuniremos en casa de mi tía para hacer una gran comida todos juntos».
Mariló Gutiérrez y Lola González
Lola, de 89 años, es un ejemplo de valentía para su hija Mariló. «En los años 60 se fue a Australia a la aventura, sin conocer idiomas. Allí se reencontró con mi padre, se casaron y formó su familia.
Después de unos años, emprendió un viaje de regreso de Sidney a Torrelavega antes que mi padre, ella sola con sus cuatro hijas, la más pequeña de solo dos meses. «Fue una travesía en barco de 32 días llena de riesgos». Sus hijas, Pilar, Rosa, María y Estela le dan las gracias «por todo lo que nos ha dado y enseñado. Los buenos momentos y los malos, de los que se aprende».
Angelmila es para su hija una mujer «dulce y cariñosa, que se preocupa por todos». Ahora su hija Beatriz es la que se preocupa por enviarle ánimos. «Mamá, verás que pronto volverás a ver los barcos en la bahía y nos podremos ir a tomar una caña y unas rabas, como te gusta».
Beatriz, que vive en Alemania desde hace 14 años, viene mucho a verla, pero con la crisis sanitaria, «no he podido volar a Santander desde marzo y parece que Alemania tardará en abrir las fronteras». Esta ingeniera instalada en Munich también manda un fuerte beso a su padre.
33 kilómetros separan a Rebeca Gómez, en Santander, de su madre, Marian Fernández, que vive en Vispieres. El confinamiento les ha impedido mantener su plan tradicional, que es ir a comer a algún pueblo de la costa occidental de Cantabria. «A mi madre la encanta esa zona », señala Rebeca.
El virus ha trastocado sus planes pero eso «hace el día más especial». «Me he compinchado con mi prima, que es vecina suya, para que la deje en la puerta una cesta con dulces y flores y también la mandaré un vídeo con fotos nuestras». Quiero que me sienta más cerca que nunca».
La pandemia de coronavirus ha sido un duro golpe para los planes de Javier Pérez y su madre en este día tan especial. Todos los años los cinco hermanos y su padre se juntan para hacerle un regalo a María Teresa García 'Ita' y tomar el vermut todos juntos por Torrelavega. «Somos una familia muy unida», señala Javier.
Sin embargo, el confinamiento les ha obligado a cambiar esta tradición y posponerla para cuanto todo esto acabe. «Vamos a hacer una vídeollamada al mediodía para tomar un vino blanco toda la familia y la vamos a mandar un ramos de flores a su casa».
«Llevamos ya casi ocho años que no vivimos juntos. Yo estoy en Santander y ella en Gijón, pero las veces que hemos coincidido juntos en este día solemos hacer una merienda», relata Ángel. A esta cita se suma su abuela para celebrar el día por partida doble.
«Mi abuela es una gran repostera y suele traer tarta de requesón o galletas de calabaza. Es una excusa para compartir momentos juntos, aunque Ángel resta importancia al día. «La llamaré para felicitarla, pero soy consciente de que siempre que la necesito está ahí . Pienso que el Día de la Madre son todos»
Gonzalo Díaz-Terán e Iciar Pañeda
Gonzalo Díaz-Terán lleva cuatro años viviendo en Torrelavega. Nació en Madrid pero siempre ha sido un enamorado de Cantabria. Eso lo tiene alejado de su madre, Iciar Pañeda, que vive en la capital, aunque el contacto lo mantienen diariamente con llamadas.
Para acortar distancias en este día, Gonzalo e Iciar harán una «vídeocerveza». «Nos juntaremos en una videollamada a tomar una cerveza y cocinaremos la receta de pescado al horno que solíamos hacer cuando vivíamos juntos». Pero la cita no termina ahí. También tienen pensado jugar un parchís 'on line'.
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